lunes, 4 de noviembre de 2013

Quién debe a quién el qué

El Banco Santander está iniciando su desembarco en Estados Unidos. El pistoletazo de salida lo dió Botín de la mano del alcalde de Nueva York hace un mes. Quiere hacerlo aprovechando lo que ya tiene avanzado, en particular, su presencia en las principales universidades del país, además de mediante las técnicas habituales (ha contratado a Robert de Niro para su campaña de expansión). Como activos más sólidos tiene, como mínimo, Universia (más su saber hacer que el propio producto en sí), la Fundación Comillas en estado larvario (donde ya ha empezado a meter dinero, por lo que pueda pasar) y el Centro Botín, que se dedicará al arte y a la creatividad, que ya le ha servido para meter cabeza en, por ejemplo, la Universidad de Yale.

Hay una videogalería en mi barrio, Demolden, en el Sol, que realmente es una excusa para invitar a videoartistas de fuera que luego devuelven la cortesía al galerista, también videoartista, invitándole a sus propias galerías. Es un toma y daca del que se benefician ambas partes, el galerista y su invitado, que posteriormente se convierte en anfitrión del primero. Pues el Centro Botín, lo mismo: el Banco Santander ha encontrado en la creatividad una línea de trabajo que, metiendo dinero, puede interesar a muchas entidades con gancho en Estados Unidos (las universidades de prestigio, además de dar éso, prestigio, arrastran a mucha gente tras de sí). El Banco Santander necesita de un espacio de interlocución en el que formalizar estas relaciones. El Centro Botín es su apuesta.

Botín no da puntada sin hilo. El Centro Botín es en él una necesidad. No es un gesto de bonhomía. No es, como creen muchos (bueno, es mi opinión), su mausoleo (Botín no tiene ninguna intención de morirse pronto, y me parece sano que sea así). Además de servirle para desgravar, lo necesita para ganarse a muchos de los pesos pesados que le van a ayudar a consolidarse en Estados Unidos. No está hecho para nosotros. Está hecho para él. No me parecería mal si no fuera porque está levantado en un espacio público y porque nos lo ha vendido como otra cosa. Pero en peores nos hemos visto (me estoy acordando ahora del famoso campeonato de vela que interesa a cuatro pero que va a condicionar el presupuesto de todos los santanderinos durante años, y apenas nadie ha dicho nada, al contrario, al actual alcalde encima le votan).

La buena noticia (realmente lo anterior no es ninguna mala noticia, simplemente es) es que todo proyecto que enganche Banco Santander (ergo Santander) con Estados Unidos será presumiblemente bien considerado por Botín. A cuanta mayor escala, mejor. Es el caso de la Fundación Comillas, que nació muerta, pero que quizá tenga en este movimiento del Banco Santander una oportunidad para salir adelante, incluso de forma muy airosa. O de Valdecilla, hospital del que se dijo que ya tenía apalabrada una de las torres con no recuerdo qué hospital de referencia estadounidense. La puerta solo ha comenzado a abrirse. Es una oportunidad para editoriales, productoras... de Santander (o con sede aquí) que presenten proyectos inclusivos (ámbito hispanoamericano), con proyección en Estados Unidos y que tengan capacidad de maniobra (contactos, talento, ganas).

Es otra liga.

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