En navidades se comía en casa de mi abuela paterna chicharro. Se lo cuento a Raquel hoy que la hemos comido nosotros. A mi madrina Soledad le gustaba la cabeza. Era una forma de quitarse de en medio, supongo, de no molestar, pensaría ella, por mucho que haya a quien le parezca que la cabeza también está rica. Pero quién la va a preferir. Me acuerdo que la chuperreteaba y me daba no sé qué.
Había sido paciente del Dr. Morales en el Sanatorio de Peñacastillo. Cuando se le terminó el dinero a la familia la echó. Estuvo poco tiempo. Mi padre recuerda horrores, y eso que él era niño.
La trepanó.
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