miércoles, 29 de mayo de 2013

Los plumeros serán característicos del paisaje que añorará el día de mañana mi sobrina que hoy tiene cuatro años


Algunas mañanas suelo tomar este camino para ir al trabajo. Está flanqueado de plumeros. Hasta hace relativamente poco había hierba que crecía y crecía sin que nadie se preocupara de segarla. Poco antes de tomar esta foto (movida) con mi móvil me entró nostalgia de cómo era antes: qué vida ésta, como cambia todo... y para mal (cuando uno está en pleno arrebato nostálgico todo cambio es para mal, siempre). Pero resulta que este camino ocupa lo que hasta hace no más de un siglo era bahía.

¿Qué queremos recuperar? ¿Lo que recordamos? ¿Qué son las cosas? ¿Lo que hemos vivido en ellas los que estamos vivos? ¿Cuál es el origen de todo? ¿Nosotros? ¿Cuál es la memoria de las cosas? ¿La nuestra?

¿Por qué hierba alta y no bahía? ¿Por qué no plumeros?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando era crío, en Cazoña, había plumeros asgaya. El barriu estaba a meyu custruir y enos solares ondi tuvía no bían levantáu edificios, los plumeros medraban. Los críos sacábamos varas, las limpiábamos las hojas (que tien el cantu afiláu y cortan) y las ajuntábamos jiciendo coloños pa jugar con ellos cumo si jueran mercancías pa vender. Les tinía cariñu. Tantu cumo a las varas d´avellanu que mos cortaban los mayores nel pueblu pa enrear.
Pero col tiempo descubrí que eran “malos” y les perdí esi cariñu. A las varas de avellanu, no. Quiciás ahí esté la clave de qué recordar y qué recuperar. Memoria pasá pol ceazu de la razón.
Jisús

Serrón dijo...

Tienes toda la razón, Jisús. Yo también jugaba con los plumeros cuando era crío en Colindres. Hacíamos flechas con ellos. Cuando llegué a la consejería de medio ambiente, hace unos años ya, se estaba empezando a discutir a fondo cómo eliminarlos. A mí, he de reconocerlo, me sonó extraño. Pero en cuanto me lo explicaron lo entendí: los plumeros son malos porque donde ellos están no hay nada más, son plantas que eliminan la posibilidad de cualquier otra planta. Esta "exigencia de exclusividad" es mala en todos los órdenes de la vida; entre plantas, sí, lo mismo que entre humanos. No podemos marear la perdiz (y desactivarnos) con divagaciones estéticas (no podemos justificar nuestra pasividad con excusas estéticas). Los plumeros, aquí, es mejor erradicarlos.

Archivu del blog