Oliva, corrigió. El árbol es femenino.
¿Y la aceituna?
Aceituna.
Estaba en la puerta esperando a su hijo que era ingeniero y se había colocado en Madrid. Estaba por venir en coche con la nieta que era lo que más quería en el mundo, por eso esperaba en la calle, porque no se podía aguantar. A cada coche que se dejaba ver en lontananza daba un respingo:
¡Ese es!
Pero nunca era. Era de noche y empezaba a cerrarse. Ella hablaba y hablaba y daba saltos. La dejamos así, saltando a la comba con el haz de luz de los faros de los coches, dudando si tendría la cabeza en su sitio, el ramo de olivo a la puerta, a la puerta esperando a su hijo y la nieta, la luna tras un biombo pintado de nubes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario