La zona de Las Cascadas, metidas en la cabecera del río Barcenillas, Lamiña o Lador, que de las tres formas se dice, se llama Úrsula (vecina joven) o Úrsola (anciana de noventa años que dado el contexto desenfadado en el que estuvimos charlando no creo que se trate de ultracorrección). Es habitual dar nombres de personas a los lugares y viceversa: nos contaron que a un señorito que subía periódicamente a buscar piedras de colores al lecho de La Canal Corneja vestido con sombrero y levitón, y que daba miedo, cómo evitar pensar en Agusto González de Linares, lo llamaban El Corneju. De todas formas, tanto Úrsula como Úrsola a mí me quieren llevar a una antigua forma, desleída ya, relacionada con el latín URSUS, oso.
A Las Cascadas se iba si acaso a hacer leña. Las cascadas se las toman los vecinos como un descubrimiento. Están pasmados con la cantidad de turistas que suben. En realidad los turistas estamos deseando que nos digan dónde hay algo bonito que ver para pasar el día: estas cascadas, el bosque de secuoyas del Monte Corona, la Fuentona de Ruente o la Braña de los Tejos de Liébana. O la Playa de las Catedrales en Galicia, la Ruta de los Hórreos en Bueño o las piscinas naturales del Jerte. Hay que asumir que es así. Y aprovecharlo. Tengo todavía clavada la espinita del chorco de lobos de Selores.
La mies de Sopeña, por ejemplo, hay que potenciarla como lo que es, de acuerdo, pero eso no impide que se puedan superponer otros aprovechamientos, por ejemplo, de cara al turismo no invasivo: no se me ocurre mejor plan que ir un domingo con la familia a dar un paseo por la mies, mejor si interpretado (realidad aumentada, audioguías prestadas en la Oficina de Turismo de Cabezón de la Sal, etc.), comer en algún restaurante (o un bocadillo en el soportal de alguna iglesia o en alguna bolera o lavadero) y hacer la digestión dando un paseo (de nuevo interpretado: arquitectura, paisaje, etnografía, yacimientos, etc.) por algún pueblo del valle.
La principal cascada de Las Cascadas es un churru. No sé si cuando baje más agua el churru se convertirá en saltu, pero podría ser. Los saltos pequeños son tumbos.
miércoles, 14 de septiembre de 2016
martes, 13 de septiembre de 2016
Cuatro
Hace tiempo un amigo me contó de una familia cabuérniga que ponía monedas de oro al sol en unas muescas abiertas en la baranda del balcón de su casa.
El oro no brilla más por ponerlo al sol. Pero quién sabe. Las anjanas peinan al sol sus cabellos rubios con peines de oro. En gallego poner el oro al sol se dice asollar. Lo hacen as mouras, equivalentes a nuestras moras, que cuidan tesoros subterráneos que sacan al sol a orillas de los ríos.
La familia de las monedas de oro al sol es mi familia. Lo supe hace poco. Las muescas en la baranda del balcón es donde ponemos las pinzas cuando tendemos la ropa.
Dos.
Cuando yo era chaval los de Renedo de Cabuérniga buscaban lanchas a orillas del río que tuvieran agujeros donde simular el coito.
Tres.
Estamos Raquel y yo con un amigo sentados en el bancu del correor de su casa. Comemos cizaña, hierba mala. Se parece a un trébol. El sabor de su tallo es dulzón. Las plantas que están en botes oxidados, como es costumbre, crecen más sanas que las plantadas en macetas. Será por los aportes del óxido, reflexiona nuestro amigo. Raquel y yo venimos de beber la roña que tinta el agua de la antigua fuente Roñosa de Lamiña, casi desaparecida, casi olvidada. Nuestro amigo se entretiene pintando con savia de cizaña una línea de dientes de sierra en la baranda.
Cuatro.
El petroglifo arboriforme rodeado de círculos concéntricos aparecido en San Andrés de Valdelomar dicen los mayores que es para jugar con el agua de lluvia.
El oro no brilla más por ponerlo al sol. Pero quién sabe. Las anjanas peinan al sol sus cabellos rubios con peines de oro. En gallego poner el oro al sol se dice asollar. Lo hacen as mouras, equivalentes a nuestras moras, que cuidan tesoros subterráneos que sacan al sol a orillas de los ríos.
La familia de las monedas de oro al sol es mi familia. Lo supe hace poco. Las muescas en la baranda del balcón es donde ponemos las pinzas cuando tendemos la ropa.
Dos.
Cuando yo era chaval los de Renedo de Cabuérniga buscaban lanchas a orillas del río que tuvieran agujeros donde simular el coito.
Tres.
Estamos Raquel y yo con un amigo sentados en el bancu del correor de su casa. Comemos cizaña, hierba mala. Se parece a un trébol. El sabor de su tallo es dulzón. Las plantas que están en botes oxidados, como es costumbre, crecen más sanas que las plantadas en macetas. Será por los aportes del óxido, reflexiona nuestro amigo. Raquel y yo venimos de beber la roña que tinta el agua de la antigua fuente Roñosa de Lamiña, casi desaparecida, casi olvidada. Nuestro amigo se entretiene pintando con savia de cizaña una línea de dientes de sierra en la baranda.
Cuatro.
El petroglifo arboriforme rodeado de círculos concéntricos aparecido en San Andrés de Valdelomar dicen los mayores que es para jugar con el agua de lluvia.
lunes, 12 de septiembre de 2016
Casa en Canales
El pueblo que sigue a La Hayuela en dirección a Comillas es Canales.
Centro la atención en una casa, ésta:

Probablemente se trate de una casa llana gótica que creció primero desdoblándose, es decir, convirtiendo la cuadra en casa, y luego añadiendo casas a los laterales, a medida que iba creciendo la familia, dando lugar a lo que no sé si es una calle o barriu (que son cosas distintas, aunque yo no las sepa distinguir). El núcleo original se encierra tras un muro probablemente cuando aparecen los vecinos o más bien cuando los vecinos dejan de ser familia. Este muro cuenta con portalá, la de la foto. El espacio resultante es una corralá.
Poste del portal:

Detalle de la zapata:

Este tipo de tallas son frecuentes. Foto de zapata del pueblo de Mar:

Balcón de la casa de Canales, con dientes de sierra espectaculares:


Centro la atención en una casa, ésta:

Probablemente se trate de una casa llana gótica que creció primero desdoblándose, es decir, convirtiendo la cuadra en casa, y luego añadiendo casas a los laterales, a medida que iba creciendo la familia, dando lugar a lo que no sé si es una calle o barriu (que son cosas distintas, aunque yo no las sepa distinguir). El núcleo original se encierra tras un muro probablemente cuando aparecen los vecinos o más bien cuando los vecinos dejan de ser familia. Este muro cuenta con portalá, la de la foto. El espacio resultante es una corralá.
Poste del portal:

Detalle de la zapata:

Este tipo de tallas son frecuentes. Foto de zapata del pueblo de Mar:

Balcón de la casa de Canales, con dientes de sierra espectaculares:



domingo, 11 de septiembre de 2016
Casas de La Hayuela
Casa uno.


Mordazas, de las que ya tratamos aquí.

Casa dos.

Baranda con dientes de sierra:

El arquitecto Ruiz de la Riva, aquí, defiende que La Hayuela es ejemplo de pueblo construido a lo largo de una vía de comunicación, como Lafuente en Lamasón. No lo niego, pero habría que tener en cuenta primero que en La Hayuela no estamos ante una única hilera, sino varias que se han ido encontrando, lo cual remite, en segundo lugar, al protourbanismo (hileras colocadas escalonadamente) que hemos detectado en el pueblo de Mar, aquí (donde además incluyo foto de encuentro entre hileras), y en el barrio de Jismana en Ruente, aquí.
Foto de encuentro entre dos hileras en La Hayuela:


Casa tres.



Casa cuatro.
Los dientines que asoman bajo las tablas de la reforma que sufrió la casa en los años setenta se pueden relacionar con el taqueado jaqués románico asociado al Camino de Santiago.
Es de las pocas casas que conservan la tronera (para orear los productos almacenados en el desván, como maíz o manzanas).


Detalle del balcón de la casa de al lado:



Mordazas, de las que ya tratamos aquí.

Casa dos.

Baranda con dientes de sierra:

El arquitecto Ruiz de la Riva, aquí, defiende que La Hayuela es ejemplo de pueblo construido a lo largo de una vía de comunicación, como Lafuente en Lamasón. No lo niego, pero habría que tener en cuenta primero que en La Hayuela no estamos ante una única hilera, sino varias que se han ido encontrando, lo cual remite, en segundo lugar, al protourbanismo (hileras colocadas escalonadamente) que hemos detectado en el pueblo de Mar, aquí (donde además incluyo foto de encuentro entre hileras), y en el barrio de Jismana en Ruente, aquí.
Foto de encuentro entre dos hileras en La Hayuela:


Casa tres.



Casa cuatro.
Los dientines que asoman bajo las tablas de la reforma que sufrió la casa en los años setenta se pueden relacionar con el taqueado jaqués románico asociado al Camino de Santiago.
Es de las pocas casas que conservan la tronera (para orear los productos almacenados en el desván, como maíz o manzanas).


Detalle del balcón de la casa de al lado:

viernes, 9 de septiembre de 2016
Alniversariu
Hui, que es el muestru alniversariu, mos vamos a San Frutosu a bebé-l´augua robráu de La Roñosa miñega.
jueves, 8 de septiembre de 2016
Casas de San Pedro de Rudagüera, en ruinas



El alero apenas se ve en la foto pero presenta una talla en dientes de sierra impresionante:

Las paredes interiores también son de colondras (término empleado por un vecino de Bárcena Mayor para dar nombre a este tipo de cierres con troncos devastados, aunque sería conveniente confirmar):


Casa dos:


Casa tres:


Puerta de doble hoja:

El joracaeru de abarqueru tapado para que no se moje, como hemos visto también aquí:

miércoles, 7 de septiembre de 2016
Garojos y garuyos
Garojos son los tronchos de mazorca después de quitar el grano.
Garuyos son las mazorcas que se apartan por haber crecido mal.
Foto de garuyos:

Ambas son palabras montañesas.
Atentos a esa doble realización: aspiración montañesa de garoju Vs. solución tipo asturiano (pero igualmente montañesa) de garuyu (reservada para la palabra más residual, en sentido literal).
Hemos encontrado casos parecidos antes: picaju en Carmona, picayu en Saja y picachu en Ucieda; y en toponimia el doblete recientemente tratado paraya / paraja, cuyo significado vamos intuyendo poco a poco.
Garuyos son las mazorcas que se apartan por haber crecido mal.
Foto de garuyos:

Ambas son palabras montañesas.
Atentos a esa doble realización: aspiración montañesa de garoju Vs. solución tipo asturiano (pero igualmente montañesa) de garuyu (reservada para la palabra más residual, en sentido literal).
Hemos encontrado casos parecidos antes: picaju en Carmona, picayu en Saja y picachu en Ucieda; y en toponimia el doblete recientemente tratado paraya / paraja, cuyo significado vamos intuyendo poco a poco.
martes, 6 de septiembre de 2016
Topónimos La Redonda, Robasil y Parayo de Vioño (Piélagos), Edino de Colindres, Cantu la Raposa y Cantu Golpejera de Cotillos (Polaciones) y Las Gulpisorias de Santutís (Tudanca)
En Vioño de Piélagos los vecinos distinguen entre barrios antiguos y modernos. Los antiguos se encuentran en los altos o laderas. Los nuevos en el llano, en la antigua mies y zonas inundables. Las fincas de los barrios antiguos están abiertas, sin muros. En los barrios bajos, ocupados por forasteros, las fincas están cerradas. Entre los barrios antiguos se encuentra La Redonda y Robasil. Entre los modernos, Parayo.
La Redonda según las explicaciones de un vecino era un barrio atravesado por un canal construido con cantos de río, de ahí, quizá, su nombre, canal que servía para desaguar las crecidas del río. Parecido a una rambla catalana, que sirve tanto para transitar como para conducir el agua de las crecidas evitando que afecte al núcleo de población. De este canal de La Redonda ya solo queda un tramo apenas reconocible.
Robasil es un barrio que se encuentra en el lugar donde el río de Las Pasiegas (con esa preposición "de") abandona la ladera para tocar el fondo de valle. Creo reconocer en este topónimo tres partes: /ro-/, de río; /-ba-/, de vado; y /-sil/, forma prerromana para río, presente en Selores y Silió, entre otros. Sería, pues, un antiguo vado del río (romance más prerromano) que pasó a dar nombre al río, una vez Sil dejó de tener sentido para los vecinos, que más tarde dio nombre al barrio en la ribera del río de Las Pasiegas, antiguo Sil. El topónimo Las Pasiegas es obvio que no puede tener más de quinientos años.
Respecto a Parayo, es, al igual que Parayas en Santander, un espacio llano y fácilmente inundable. Los vecinos consideran peligroso construir en él. A este campo semántico, el que desvela Parayo y Parayas, parece atacar Parajas, en Santutís (Tudanca), aquí. Podría tratarse no de lugares llanos e inundables, sino, hilando un poco más fino, de una familia de topónimos derivados de un hipotético étimo latino relacionado con tierras preparadas para algún tipo de actividad que desconocemos, no sabemos si agrícola o ganadera, que en ocasiones daría lugar a espacios acondicionados en zonas llanas e inundables.
Cambiando de ubicación, en Colindres hay un topónimo que siempre me llamó la atención: Edino, barrio. Creo que alguien apuntó la posibilidad de que se tratara de un topónimo que remitiera a una supuesta deidad prerromana. No sé si fué Carmen González Echegaray quien apuntó tal posibilidad. Yo más bien me inclino a creer que pertenece a la familia de "hayedo", al igual que el castellano "ahedo" o los topónimos cántabros tipo Edillo o Jidillu, muy frecuentes, entre los cuales no sé si contar el monte Jiniru (con aspiración) que preside el valle de Villacarriedo.
Por último, en Cotillos (Polaciones) encontramos Cantu la Raposa y Cantu Golpejera y en el Prau Conceju de Santutís la braña (entendida como "suerte") de Las Gulpisorias. Todos estos topónimos remiten al latín VULPES, "zorra". El topónimo de Santutís presenta un sufijo tipo /-oriu/, compartido por miraoriu o castraoriu, que nos está señalando dónde están las madrigeras de los zorros. En Cotillos alterna "la raposa" con "golpejera", que vienen a significar lo mismo: un ejemplo paradigmático de actualización lingüística sin necesidad de abandonar el diasistema de origen.
La Redonda según las explicaciones de un vecino era un barrio atravesado por un canal construido con cantos de río, de ahí, quizá, su nombre, canal que servía para desaguar las crecidas del río. Parecido a una rambla catalana, que sirve tanto para transitar como para conducir el agua de las crecidas evitando que afecte al núcleo de población. De este canal de La Redonda ya solo queda un tramo apenas reconocible.
Robasil es un barrio que se encuentra en el lugar donde el río de Las Pasiegas (con esa preposición "de") abandona la ladera para tocar el fondo de valle. Creo reconocer en este topónimo tres partes: /ro-/, de río; /-ba-/, de vado; y /-sil/, forma prerromana para río, presente en Selores y Silió, entre otros. Sería, pues, un antiguo vado del río (romance más prerromano) que pasó a dar nombre al río, una vez Sil dejó de tener sentido para los vecinos, que más tarde dio nombre al barrio en la ribera del río de Las Pasiegas, antiguo Sil. El topónimo Las Pasiegas es obvio que no puede tener más de quinientos años.
Respecto a Parayo, es, al igual que Parayas en Santander, un espacio llano y fácilmente inundable. Los vecinos consideran peligroso construir en él. A este campo semántico, el que desvela Parayo y Parayas, parece atacar Parajas, en Santutís (Tudanca), aquí. Podría tratarse no de lugares llanos e inundables, sino, hilando un poco más fino, de una familia de topónimos derivados de un hipotético étimo latino relacionado con tierras preparadas para algún tipo de actividad que desconocemos, no sabemos si agrícola o ganadera, que en ocasiones daría lugar a espacios acondicionados en zonas llanas e inundables.
Cambiando de ubicación, en Colindres hay un topónimo que siempre me llamó la atención: Edino, barrio. Creo que alguien apuntó la posibilidad de que se tratara de un topónimo que remitiera a una supuesta deidad prerromana. No sé si fué Carmen González Echegaray quien apuntó tal posibilidad. Yo más bien me inclino a creer que pertenece a la familia de "hayedo", al igual que el castellano "ahedo" o los topónimos cántabros tipo Edillo o Jidillu, muy frecuentes, entre los cuales no sé si contar el monte Jiniru (con aspiración) que preside el valle de Villacarriedo.
Por último, en Cotillos (Polaciones) encontramos Cantu la Raposa y Cantu Golpejera y en el Prau Conceju de Santutís la braña (entendida como "suerte") de Las Gulpisorias. Todos estos topónimos remiten al latín VULPES, "zorra". El topónimo de Santutís presenta un sufijo tipo /-oriu/, compartido por miraoriu o castraoriu, que nos está señalando dónde están las madrigeras de los zorros. En Cotillos alterna "la raposa" con "golpejera", que vienen a significar lo mismo: un ejemplo paradigmático de actualización lingüística sin necesidad de abandonar el diasistema de origen.
lunes, 5 de septiembre de 2016
Persecutor, huellas
En montañés cerval es un tronco devastado del que se respetan los arranques de las ramas (apenas un palmo) que pende del techo sin que toque el suelo y que sirve para colgar de él lo que se precise: cuerdas, alguna herramienta, el abrigo, etc.
Cerval en casa de Ucieda:


Es una palabra que viene del latín CERVUS.
En Campo Lameiro, Rías Baixas gallegas, han montado un parque arqueológico dedicado a los petroglifos, aquí. Al construir el aparcamiento apareció un poblado de la Edad del Bronce (de hace aprox. 4.000 años). Lo excavaron y asfaltaron. En la parte de museo han reproducido el interior de una de las cabañas.

Cuando iba de pequeño a comprar queso a casa de Chuchín me quedaba extasiado ante la cabeza de ciervo que tenía a la entrada. En Cohicillos hay una puesta del revés en el poste del portal de una casa, aquí.
Foto:

No está mal puesta. También se ponían así.
En Campo Lameiro apareció una lastra con petroglifos al abrir un camino. El más impactante es el de un ciervo con cornamenta imposible con un petroglifo al lado del morro compuesto por una serie de círculos concéntricos.

Los círculos se han querido interpretar como representaciones de agua. El petroglifo en conjunto podría estar indicando una zona óptima de caza: agua, ciervos, etc.
Benito Madariaga defiende que este tipo de representaciones animales, así como las pintadas en cuevas, por la posición de las patas, etc., reflejan animales abatidos (este ciervo tiene lanzas atravesándole y un corte en el cuello, aunque también podría tratarse de un collar y remitir entonces a una deidad con paralelos en el norte de Europa). Benito Madariaga es veterinario de formación.
El guía de Campo Lameiro dice que es como cuando tiras una piedra al agua, los círculos concéntricos. A mí se me parecen más a judíos o afloramientos de agua a nivel del suelo. Estaría bien saber si estos judíos, o judíu en singular, que es palabra montañesa, tienen algún tipo de creencia asociada. A mí me suena que en Cabuérniga estos manantiales se utilizan para dar distintos acabados a los palos pintos y otros elementos de madera, pero no lo puedo asegurar.
En gallego braña es una zona baja y húmeda, como Campo Lameiro (del latín LAMAM, "lodazal", igual que nuestras lamizas o llamas). No es lo mismo en Cantabria y Asturias. La definición gallega se acerca más a una hipotética etimología prerromana de braña, tipo *BRAKNA, "prado húmedo", que la cántabra y asturiana, que parecen inclinarse más hacia formas latinas tipo *VERANEAM, por ser pastos de altura aprovechados de primavera a otoño.
Cacería
Sobre las órbitas agrandadas por el miedo
tiemblan los párpados de la bestia abatida
a la espera del golpe final, ese instante de horror
es la mirada que vive en mis ojos.
Generaciones
No reparamos en los granos de arena grávidos
que manaban súbitos dentro del bulbo de vidrio,
embarcados en un único mar y dejados caer
en corrientes sin gobierno, en busca de las antiguas
huellas de los padres, de su sol obstinado y pálido.
Poemas tomados de La caza del ciervo (Trea, 2016), aquí.
Cuando los círculos concéntricos aparecen por detrás del ciervo, empujando, se han querido interpretar como representaciones solares.
La caza (en periodos agroganaderos), las armas, aparecen con las élites.
La leyenda de los Príncipes de Sejos y el cromlech asociado, aquí, el ídolo del Joyu la Gándara en San Sebastián de Garabandal, el puñal disimulado entre las tumbas de la necrópolis rupestre de San Pantaleón, en La Puente del Valle (Valderredible), los ídolos de Monte Hijedo, la leyenda de la cueva de la Juáncana en Castillo (Arnuero), aquí, el caldero aparecido en Cabárceno y las comidas pantagruélicas rituales, los juchos o espetos, etc.
En Galicia ya no hay ciervos, están prácticamente extinguidos. La primera vez que subí a la berrea fue al Moral, con once años, con mi familia. Los primos, todos de edad parecida, nos escondimos en el monte para sorprenderlos. Había una partida de cazadores pegando tiros. Pararon para buscarnos. Escondido, me pasó por encima de la cabeza un urogallo.
Los pinos dicen que son autóctonos, en Galicia. De los eucaliptos que ya van para doscientos años, que son casi de la casa. Cerca de Viveiro, en las Rías Altas, se encuentra el eucaliptal que publicitan como el más grande de Europa. El que no se consuela es porque no quiere.
Los gallegos están sufriendo un proceso acelerado de cambio que mucho me temo pueda romper el hilo conductor y conducirles a la nada. Los eucaliptales borran el territorio de la memoria: los molinos eólicos, la alternativa, se posan inoncentes en el desierto verde que es ya Galicia. La nada habitada por los nadie.
En Guriezo debe estar el segundo bosque de ocálitos, los llamamos, de Europa. Tampoco hay berrea aquí.
No quiero consolarme.
Cerval en casa de Ucieda:


Es una palabra que viene del latín CERVUS.
En Campo Lameiro, Rías Baixas gallegas, han montado un parque arqueológico dedicado a los petroglifos, aquí. Al construir el aparcamiento apareció un poblado de la Edad del Bronce (de hace aprox. 4.000 años). Lo excavaron y asfaltaron. En la parte de museo han reproducido el interior de una de las cabañas.

Cuando iba de pequeño a comprar queso a casa de Chuchín me quedaba extasiado ante la cabeza de ciervo que tenía a la entrada. En Cohicillos hay una puesta del revés en el poste del portal de una casa, aquí.
Foto:

No está mal puesta. También se ponían así.
En Campo Lameiro apareció una lastra con petroglifos al abrir un camino. El más impactante es el de un ciervo con cornamenta imposible con un petroglifo al lado del morro compuesto por una serie de círculos concéntricos.

Los círculos se han querido interpretar como representaciones de agua. El petroglifo en conjunto podría estar indicando una zona óptima de caza: agua, ciervos, etc.
Benito Madariaga defiende que este tipo de representaciones animales, así como las pintadas en cuevas, por la posición de las patas, etc., reflejan animales abatidos (este ciervo tiene lanzas atravesándole y un corte en el cuello, aunque también podría tratarse de un collar y remitir entonces a una deidad con paralelos en el norte de Europa). Benito Madariaga es veterinario de formación.
El guía de Campo Lameiro dice que es como cuando tiras una piedra al agua, los círculos concéntricos. A mí se me parecen más a judíos o afloramientos de agua a nivel del suelo. Estaría bien saber si estos judíos, o judíu en singular, que es palabra montañesa, tienen algún tipo de creencia asociada. A mí me suena que en Cabuérniga estos manantiales se utilizan para dar distintos acabados a los palos pintos y otros elementos de madera, pero no lo puedo asegurar.
En gallego braña es una zona baja y húmeda, como Campo Lameiro (del latín LAMAM, "lodazal", igual que nuestras lamizas o llamas). No es lo mismo en Cantabria y Asturias. La definición gallega se acerca más a una hipotética etimología prerromana de braña, tipo *BRAKNA, "prado húmedo", que la cántabra y asturiana, que parecen inclinarse más hacia formas latinas tipo *VERANEAM, por ser pastos de altura aprovechados de primavera a otoño.
Cacería
Sobre las órbitas agrandadas por el miedo
tiemblan los párpados de la bestia abatida
a la espera del golpe final, ese instante de horror
es la mirada que vive en mis ojos.
Generaciones
No reparamos en los granos de arena grávidos
que manaban súbitos dentro del bulbo de vidrio,
embarcados en un único mar y dejados caer
en corrientes sin gobierno, en busca de las antiguas
huellas de los padres, de su sol obstinado y pálido.
Poemas tomados de La caza del ciervo (Trea, 2016), aquí.
Cuando los círculos concéntricos aparecen por detrás del ciervo, empujando, se han querido interpretar como representaciones solares.
La caza (en periodos agroganaderos), las armas, aparecen con las élites.
La leyenda de los Príncipes de Sejos y el cromlech asociado, aquí, el ídolo del Joyu la Gándara en San Sebastián de Garabandal, el puñal disimulado entre las tumbas de la necrópolis rupestre de San Pantaleón, en La Puente del Valle (Valderredible), los ídolos de Monte Hijedo, la leyenda de la cueva de la Juáncana en Castillo (Arnuero), aquí, el caldero aparecido en Cabárceno y las comidas pantagruélicas rituales, los juchos o espetos, etc.
En Galicia ya no hay ciervos, están prácticamente extinguidos. La primera vez que subí a la berrea fue al Moral, con once años, con mi familia. Los primos, todos de edad parecida, nos escondimos en el monte para sorprenderlos. Había una partida de cazadores pegando tiros. Pararon para buscarnos. Escondido, me pasó por encima de la cabeza un urogallo.
Los pinos dicen que son autóctonos, en Galicia. De los eucaliptos que ya van para doscientos años, que son casi de la casa. Cerca de Viveiro, en las Rías Altas, se encuentra el eucaliptal que publicitan como el más grande de Europa. El que no se consuela es porque no quiere.
Los gallegos están sufriendo un proceso acelerado de cambio que mucho me temo pueda romper el hilo conductor y conducirles a la nada. Los eucaliptales borran el territorio de la memoria: los molinos eólicos, la alternativa, se posan inoncentes en el desierto verde que es ya Galicia. La nada habitada por los nadie.
En Guriezo debe estar el segundo bosque de ocálitos, los llamamos, de Europa. Tampoco hay berrea aquí.
No quiero consolarme.
domingo, 4 de septiembre de 2016
La cabaña de Quico
Haciendo limpieza he encontrado un recorte de prensa calculo que de finales de los años 90 con una carta al director que reproduzco:
"Queremos manifestar nuestro malestar y poner en conocimiento de nuestros paisanos/as, así como de cualquier persona sensible a la conservación de nuestras tradiciones, la indignación que nos produce el derribo de la cabaña de Quico, en Palombera.
Apenas hace un mes que nos fuimos de excursión desde Hozcava a Los Tojos. Como tantas otras veces, el punto de encuentro con los amigos fue en la Braña de Julastra, a la vista de la cabaña de Quico. Es, era, el lugar tan familiar que nos daba la bienvenida al monte; el que nos hace evocar aquellas noches estrelladas y días de niebla en los que el olor al humo nos guiaba hasta el mismo portal de la cabaña -donde se amontonaban la leña, las aijadas y cachavas, las albarcas y botas-, antesala de la hospitalidad compartida con generosidad en aquel diminuto espacio, de intercambios de charla y bota de vino al amor de la lumbre.
Es, era, una cabaña típica de pastores con su jergón, banco y trébede encima de las brasas, resguardando todo ello por cuatro paredes y un techo de terrones. Es, era, una cabaña de pastores como las que aún quedan en Gustandrán, Ocejo o los Cantos de la Borrica, esta última más actualizada pero que sigue siendo nexo de unión entre culturas y gentes. Esperamos que no corran la misma suerte que aquella bonita cabaña que había en Palombera y que durante años sirvió de cobijo a Quico, pastor de San Vicente del Monte. Una vez más algún cretino -que probablemente nunca haya apreciado lo que significa el calor de unas brasas, de una charla con el pastor, de las cuatro piedras y un techo de céspedes que te protegen de la niebla, del viento y de la lluvia- ha dado el permiso para que en una finca privada como es la de la Mancomunidad Campoo-Cabuérniga, entren las palas para con sus cazos destruir una parte de nuestro patrimonio. Una vez más algún cretino ha puesto una excavadora en el lugar que ocupaba esa pequeña cabaña, despreciando su conexión con nuestro pasado, destruyendo esta herencia que nos permitió conocer y amar el monte y sus pobladores, el berrar de los ciervos, el sonido de los campanos y las historias de los antepasados en los labios de un viejo y sabio pastor. En el lugar que ocupaba, ya que al parecer no había más sitio, dicen que van a construir otra más grande y más moderna, posiblemente con mucho hormigón y rejas, quizá hasta con su caminito para no ensuciarse las botas. ¿Quién la diseñará? ¿Saiz de Oiza, Moneo?"
La carta está firmada por Lourdes Gutiérrez Oses.
"Queremos manifestar nuestro malestar y poner en conocimiento de nuestros paisanos/as, así como de cualquier persona sensible a la conservación de nuestras tradiciones, la indignación que nos produce el derribo de la cabaña de Quico, en Palombera.
Apenas hace un mes que nos fuimos de excursión desde Hozcava a Los Tojos. Como tantas otras veces, el punto de encuentro con los amigos fue en la Braña de Julastra, a la vista de la cabaña de Quico. Es, era, el lugar tan familiar que nos daba la bienvenida al monte; el que nos hace evocar aquellas noches estrelladas y días de niebla en los que el olor al humo nos guiaba hasta el mismo portal de la cabaña -donde se amontonaban la leña, las aijadas y cachavas, las albarcas y botas-, antesala de la hospitalidad compartida con generosidad en aquel diminuto espacio, de intercambios de charla y bota de vino al amor de la lumbre.
Es, era, una cabaña típica de pastores con su jergón, banco y trébede encima de las brasas, resguardando todo ello por cuatro paredes y un techo de terrones. Es, era, una cabaña de pastores como las que aún quedan en Gustandrán, Ocejo o los Cantos de la Borrica, esta última más actualizada pero que sigue siendo nexo de unión entre culturas y gentes. Esperamos que no corran la misma suerte que aquella bonita cabaña que había en Palombera y que durante años sirvió de cobijo a Quico, pastor de San Vicente del Monte. Una vez más algún cretino -que probablemente nunca haya apreciado lo que significa el calor de unas brasas, de una charla con el pastor, de las cuatro piedras y un techo de céspedes que te protegen de la niebla, del viento y de la lluvia- ha dado el permiso para que en una finca privada como es la de la Mancomunidad Campoo-Cabuérniga, entren las palas para con sus cazos destruir una parte de nuestro patrimonio. Una vez más algún cretino ha puesto una excavadora en el lugar que ocupaba esa pequeña cabaña, despreciando su conexión con nuestro pasado, destruyendo esta herencia que nos permitió conocer y amar el monte y sus pobladores, el berrar de los ciervos, el sonido de los campanos y las historias de los antepasados en los labios de un viejo y sabio pastor. En el lugar que ocupaba, ya que al parecer no había más sitio, dicen que van a construir otra más grande y más moderna, posiblemente con mucho hormigón y rejas, quizá hasta con su caminito para no ensuciarse las botas. ¿Quién la diseñará? ¿Saiz de Oiza, Moneo?"
La carta está firmada por Lourdes Gutiérrez Oses.
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- "Zinzindurrunkarratz" de Oskar Alegria, presentación
- Quieto
- Una nueva palabra
- La lluvia es la señal
- El primer baili
- De noche casi
- Identidad
- Flores que se comen
- HONKY TONK ~ RL BURNSIDE
- La familia de cuatro
- El embalaje
- "Futuro Ancestral" (Taurus, 2025) de Ailton Krenak...
- Posaoriu
- El palu col giru del entornáu del revés
- El primer día
- Las manos
- Fotos post mortem de Juanín, año 1957
- Genealogía de mi racismo rampante
- 1 x otro
- Yadobe
- Joanín el venáu
- Las plantas de la peluquería
- Cartes
- Randa
- Gorrión
- Dos visiones del Santander nocturno
- La vuelta a casa
- Marranos lebaniegos y Cabuérniga
- Réplica de flauta de hueso de buitre paleolítica
- Campo semántico "mocu" y su relación con la IA
- Las manzanas
- Graffitis subterráneos
- "Los vagabundos del Dharma" (Losada, 1978) de Jack...
- Tiempu de bierraa
- La polilla
- El rodaballo
- TOC
- VIRIDITAS 32 y 33
- Belako eta Anari - Deus ex machina
- "Escampaa"
- La urgencia y la demora
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