viernes, 29 de junio de 2018

¿Y por qué no?

En Terán hay dos escuelas, las actuales, con más de un siglo, y las anteriores, conocidas como Las Antiguas Escuelas de Terán, que son uno de los mejores ejemplos en nuestra CA de arquitectura neoclásica. Este último edificio está incluido en la Lista Roja del Patrimonio, aquí.

Es un magnífico edificio de tres cuerpos: el central, con dos alturas, y dos espaciosas salas laterales, además de un patio trasero.

Imaginároslo rehabilitado como centro de etnobotánica.

Con etnobotánica no me refiero solo al uso medicinal de las plantas, que es lo que más suena, sino también al uso que se hace de la madera en la construcción de casas (distintas especies para distintas partes de la casa) y, por qué no, también barcos (la tradición sigue viva en el monte Canales de Silió, por ejemplo), la elaboración de aperos (carros, garios, rastillos, la madera de Castilla o garáuja, etc.), mobiliario, juegos (bolos, muñecas, etc.), arte pastoril, etc., incluidos programas decorativos de juchas, alacenas, albarcas, colodras, palos pintos, etc.

Imaginaos ahora dedicar el otro ala a exposición permanente de esculturas relacionadas con el bosque, la madera. Propongo cuatro nombres: los vascos Basterretxea (o Remigio Mendiburu) e Ibarrola, el gallego Leiro y el cántabro Mauro Muriedas (por favor, nada de Eloy Velázquez que me matáis). Su obra seguro que no es barata, pero es necesario que sea potente para que sirva de imán.



La foto está tomada en el Patio Herreriano de Valladolid.

Tendríamos, en suma, dos alas, una dedicada al núcleo duro del centro y la otra a exposición permanente de escultura, más un espacio central que decíamos de dos alturas, al que propongo distribuir del siguiente modo: la planta baja para recepción y servicios básicos, como aseo y taquillas, y la superior para biblioteca del centro.

Semilla de la biblioteca:

Aquí está a la venta el archivo personal de Apolinar Federico Gredilla y Gauna (1859-1919), Director del Jardín Botánico de Madrid y Catedrático de Organografía y Fisiología Vegetales, personalidad notable de la época inscrita en el círculo del cabuérnigo Augusto González de Linares.

Y aquí, archivo personal de Enrique Álvarez López (1897-1961), Jefe de la Sección de Historia de la Botánica y de Ciencias Naturales del Jardín Botánico y Presidente de la Real Sociedad Española de Historia Natural.

Estos dos importantes archivos posicionarían los fondos del centro a un nivel de excelencia que convendría mantener para lograr el éxito del proyecto: tratados de construcción naval de época, de botánica, arquitectura tradicional, obra completa de la familia González de Linares (Gervasio y Augusto, que yo mismo me comprometería a donar), etc.

Asimismo, el centro podría convertirse en motor de iniciativas relacionadas con la arquitectura tradicional (ni siquiera tenemos claras nuestras tipologías), la garáuja (de la que apenas nada se sabe, a pesar de su importancia), catalogación de motivos decorativos (estamos todavía a tiempo de estudiarlos y de estudiar también su distribución antes de que las distintas piezas, como las juchas, comiencen a circular en el mercado y se pierda su adscripción geográfica, pero queda poco), documentación del proceso de construcción de un carru chillón (hay un paisano en Herrera de Ibio capaz), etc., incluso liderar propuestas concretas como la declaración BIC de los árboles concejiles de Cantabria.

En suma, un centro oportuno, exigente pero exitoso en un entorno perfecto.

¿Y por qué no?

Cuadra blanca

Entradas más atrás, concretamente aquí, tratamos del color blanco en las casas: llegamos a la conclusión de que si bien seguramente entró por cuestiones higiénicas el uso que de él se hace alcanza criterios claramente estéticos.

La entrada anterior se complementa con estas fotos tomadas desde fuera a una cuadra de Selores. El sol no está del lado bueno y por eso la cuadra no brilla. Lo sé porque perdí unas fotos que hice de esta misma cuadra en condiciones óptimas. Si las hubiera hecho de mañana y no de tarde la luz entraría mejor.

jueves, 28 de junio de 2018

Agradecimientos

Agradezco a la Consejería de Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural del Gobierno de Cantabria la señalización de una ruta que partiendo desde la Castañera de Terán conduce hasta la trampa de lobos de Selores. Es una ruta circular, sencilla, salvo quizá el último tramo, que recorre algunos de los mejores parajes del valle.

Una iniciativa muy buena y bien resuelta.

Mi agradecimiento en particular a Esteban Ruiz.

Derecho de paso





Derecho de paso en la mies de Valle, que se ve al fondo, al pie del monte Rozalén.

El camino sigue la línea imaginaria trazada por los jisos que separan las jazas o fincas de la mies.

Todos ceden un poco de terreno para que el camino no pase por la finca de uno solo.

Mejor dar todos un poco para que unos pocos no lo tengan que dar todo.

miércoles, 27 de junio de 2018

La Castañera de Terán

El otro día me explicaba un vecino de Correpocu que La Castañera de Terán era donde se reunían los distintos concejos de Cabuérniga. No sé si lo sabe o si lo supone. En cualquier caso me vale, porque que un paisano crea algo así es síntoma de la importancia que confiere a la castañera.

Que es un sitio especial salta a la vista.

A la vista paisana, quiero decir. A la del turista, si no se le explica, no necesariamente.

Mi abuelo, cabuérnigo, no quería que lo enterraran en el cementerio próximo, precioso, por cierto, sino debajo de uno de estos castañares. Y lo decía estando en el hospital, quiero decir, no era el típico arrebato romántico del que se imagina su muerte, cosa a la que por otra parte mi abuelo materno era poco dado, sino que lo decía estando ya en puertas, seguro de su destino.



Hace no mucho abrieron una zanja para construir una bolera y no se pudo seguir con la obra porque apareció una tumba visigoda. La castañera es también una necrópolis.

La iglesia de Terán se levanta en mitad del valle, rompiendo la lógica de asentamientos cabuérnigos: recostados en las laderas para no perder tierra de cultivo, caso de Selores, Renedo, Valle, Barcenillas, etc., salvo Sopeña (no así los barrios de Culapeña y La Barcenuca), con un más que probable carácter defensivo.



Esta foto está tomada desde La Cruz (que no aparece así en los mapas) hace dos fines de semana, lloviendo. El pueblo que está en primer término es Sopeña, con su característica forma de estrella.

El barrio en que se incardina hoy la iglesia de Terán se llama Villanueva, lo cual parece indicar que es posterior, aunque posterior no sabemos muy bien a qué. El barrio de Terán, que da nombre al pueblo, también está contra la ladera, lo mismo que los otros dos barrios del mismo pueblo, La Torre y Sepoyu.



La foto es del barrio de Terán desde la mies. Está tomada este mismo fin de semana, haciendo un calor intenso (en el periodo que media entre las dos últimas fotos entró el verano).

La iglesia de Terán, que es la del valle, tiene un emplazamiento que rompe la lógica territorial cabuérniga actual, aunque quizá decir actual signifique la lógica territorial ajena a la de nuestros paisanos, que, como decía, siguen considerando la castañera (más que la propia iglesia) un lugar especial, incluido mi abuelo o el vecino de Correpocu que señalaba al principio.



Decía que más la castañera incluso que la propia iglesia, aun siendo la iglesia muy importante en el valle. Es así.



Los castañares más antiguos tienen nombre: El Cuatru Patas, El Millizu, El Duende, etc. No me los sé todos. Ignoro si alguien los conoce. Si así fuera es urgente recogerlos.

Muchos están hoy secos. No se han retirado sus restos por respeto. Más respetuoso sería plantar un hijo donde el padre yace muerto. Se ha hecho con el Árbol de Gernika.

Jucha



El único sitio donde se dice jucha es en La Montaña. En el resto es arca. El vasco kutxa empalma con el montañés. Ambos es probable tengan un origen común todavía por identificar del que ya tratamos aquí.

Recupero comentario de Apa: "Ten en cuenta que las primeras juchas son troncos ahuecados."



Este tipo de decoración la hemos visto en la jamba de la puerta principal de una casona de Bedicó y en otra de Úbeda, en ambos casos, Bedicó y Úbeda, hecha con la maceta de cantero:



El propietario debía ser diestro porque agarraba la tapa con la izquierda para poder coger con la derecha:



Es de probable procecencia cabuérniga, quizá de Treceñu, en todo caso montañesa. Está a la venta por quinientos euros en el Reto del Alisal de Santander.

martes, 26 de junio de 2018

Emblema

Manuel Llano nació oficialmente en Sopeña. Pero en Carmona la tradición oral asegura que lo hizo en su pueblo. Puse foto de la casa aquí (punto 7). Y se recuerda no porque se tenga en especial estima al escritor, que realmente nunca gozó de ella, sino porque al nacer su madre se puso mala y todos los vecinos espalaron la Collaa hasta Sopeña, donde, efectivamente, quedó asentado el nacimiento. Yo mismo tuve la oportunidad de conocer a una anciana, hoy fallecida, que me dijo que su propio padre había participado en semejante hazaña. Sin embargo, en Sopeña se defiende lo contrario: Manuel Llano nació en el pueblo, en una casa próxima a la de don Delfín, que, al ampliarse, se llevó por delante la natal de Manuel Llano y otras con las que hacía calleja (así explicado por un vecino). Hoy queda de esa antigua calleja parte de una de las hileras.

Desde la carretera, el barrio:


Dentro, dos opciones:



Es probable que la calleja desaparecida estuviera a la izquierda de la casona, pero no lo puedo asegurar.

Si no fue en este barrio donde nació al menos es seguro que en él vivió.

Don Delfín es como se conoce en el pueblo al escritor Delfín Fernández González, cuya jugosa obra costumbrista, en la estela de Pereda, se sitúa en Sopeña, apodada Urbina, que es la mies que colinda con el barrio de La Barcenuca. Manuel Llano también vela sus localizaciones con nombres inventados: Llendejosó, Monteazor, Brañaflor..., inventados pero con resonancias reales. Llendejosó, por ejemplo, remite claramente a Llandemozó, pueblo hoy abandonado. De todas formas, Manuel Llano toma para componer sus escenarios elementos de distintas localizaciones, a diferencia de su padrino, que describe Sopeña punto por punto.

Quizá el topónimo imaginario más conocido de su producción bibliográfica sea Brañaflor, que da título a uno de sus principales libros.

Estando el otro día preguntando a unos paisanos de Ruente por Monte A me dicen que por detrás de La Cotera, que es el monte que, por así decir, separa Monte A de la mies, y donde, por cierto, Manuel Llano sitúa cuevas de anjanas y moras, está Cantu Colláu. A su derecha, arbolado, Ñieles. El pico de La Cotera que asoma hacia la mies por encima de Ñieles se llama El Pical. Por detrás, en la falda a sur de El Escudo, que los vecinos de Ruente siguen considerando Monte A (los montes en La Montaña no tienen forma física, es una noción más amplia), está Gamonel o Camonel, que de las dos formas puede decirse, de una flor alta y blanca que nace allí, y encima, Peñaflor, una braña.



Es probable que Peñaflor sea la inspiración de Manuel Llano para su Brañaflor y que la flor que da nombre a la peña sea la que abunda en Camonel o Gamonel.

Es probable, también, que esa flor sea ésta:



La foto está tomada en La Pontaya de Sopeña, hoy puente colgante (roto), en el antiguo camino, y precioso, que conduce a Lamiña.

De ser esta la flor (y si fuera otra, otra), cabría considerarla un emblema del valle.

Hombrucu



En casa de Selores.

lunes, 25 de junio de 2018

Molienda

Éstos son Los Mulinucos del Diablu, en el camino de Cureñas o de la Jaya Cruzaa de Sejos:



No sé la razón, pero siempre asocié estos "molinos" a los de viento castellano-manchegos:



El de la foto es de Campo de Criptana.

Pero claro, no, los paisanos a lo que asocian estos "molinos" es a los de mano neolíticos:



Esta foto la he sacado de internet.

A lo que me pregunto, ¿cuántos años tiene este topónimo? Y por cuanto está en lengua romance y por consiguiente muy antiguo no puede ser, ¿cuál es el umbral mental que manejan nuestros paisanos, dónde se sitúa en el tiempo? En otra ocasión ya dijimos que "los antiguos" son los nuestros de los que no guardamos memoria, y que aquéllos que no son los nuestros son "los moros". Seguramente "el diablu" también participe de este marcaje, de este etiquetado mito-cronológico del entorno más allá de su rol bíblico, pero ignoro de qué manera, si es que efectivamente lo hace.

Me encantaría saber si la formación rocosa de Sejos se parece a algún tipo de molino de mano hallado en Cantabria. Supongo que en tal caso a la muela superior movediza no redondeada sino alargada, puesta en pie, del molino de mano lineal.

Este fin de semana en una pared de Selores:



Levanto la piedra:



Es solo que el pedazo de cáscara de nuez que encontré al levantar la piedra fue el que me hizo caer en la cuenta de lo que acabo de contar en la primera parte de esta entrada del blog.

domingo, 24 de junio de 2018

Extravagancias

En entrevista de hoy firmada por Balbona el galerista santanderino Juan Silió, cuyo segundo apellido es Cervera (que a los santanderinos nos suena de algo), responde en relación con el Archivo Lafuente: "[E]s de agradecer el gran esfuerzo y la paciencia que está teniendo [Lafuente] para que termine en Santander ante la desidia [sic] de algunos políticos o las extravagancias [sic] que tiene que leer en la prensa de parte de otros."

Y claro, viendo algunas de las obras que se pueden encontrar a la venta en su galería, como por ejemplo ésta de Vicky Civera, esposa de Juan Uslé (ante el que sí me quito el sombrero)...



..., pues temo que las extravagancias a las que se refiere, sin saber exactamente cuáles pudieran ser (a lo mejor las del Gobierno de Cantabria, que no ve claro gastarse diez millones de euros públicos en un proyecto privado, por mucho que ahora se venda como de vocación pública, extraño caso éste de conducción en sentido contrario), temo, decía, viniendo de este galerista, que sean estas extravagancias extraordinaria, insoportablemente extravagantes.

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