viernes, 8 de febrero de 2013

Ex-futuros

Vivió a finales de los noventa en Berlín, un año estuvo, con una beca, y al terminar regresó, pero lo hizo siendo otro, el que volvió era berlinés, un berlinés finisecular pero aquí, en su ciudad natal antes de su estancia en Berlín y que hoy considera la de acogida: Santander.

Diez años aquí siendo de allí: cómo afecta a un berlinés que disfrutó la estela de la (re)unificación (ese re- no deja de tener un componente ideológico subterráneo) la crisis actual de España, cómo el hablar a gritos en los bares, a él, tan modoso, cómo la ausencia de clubes de música electrónica o de museos de arte contemporáneo (si el menos es más, aquí, en Cantabria, el MAS es menos) o el ser el único que se cree lo de ir al trabajo en bici (¿pero qué trabajo, si está en el paro?) o el único con plantas aromáticas en casa para cocinar.

Regresó hace poco a Berlín. Lo hizo de visita. Tardó en hacerlo porque en el paro cuesta ahorrar, lo sabemos. No quito que albergara cierta esperanza de quedarse.

Pero, ¿qué hace un berlinés de finales de los noventa en Berlín, en el Berlín de hoy? Todo ha ido cambiando distinto a él, que cuando se ha visto obligado a cambiar, aquí, no sin sufrimiento, lo ha hecho en otra dirección.

No es que este chico sea anacrónico. Es que viene de un futuro que no llegó a ser.

Sería genial saber retratar de algún modo esta distancia psíquica que encarnan antiguos erasmus, emigrantes y exiliados varios.

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