viernes, 25 de julio de 2014

Mouro, águilas picadas, graffiti, bibliotecas señeras y nuevos centros urbanos

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Sabido es que la bahía de Santander está defendida por una isla rematada por un faro. A esta isla se la conoce como Isla de Mouro. Pongo foto hecha desde El Chiqui:


Este topónimo lo puso el cartógrafo portugués Pedro Teixeira en el s. XVII. Lo puso por equivocación. La isla se llama, todavía hoy, a este lado de la bahía Isla de Mogru / Isla de Mogro y en algunas partes del otro lado Isla de Jorganis / Isla de Jorganes. Mogru / Mogro es un topónimo que se repite en otras partes de la costa de Cantabria (hay un pueblo que se llama así, sin ir más lejos, un pueblo con una mole de piedra en medio). El portugués escuchó Mogru e interpretó Mouro, que en su lengua quiere decir "moro". La isla, entonces, convendremos tiene tres nombres: Mouro / Mogro / Jorganes en castellano o Mouro / Mogru / Jorganis en pejín.

Es curioso que el portugués se equivocara en la misma dirección que nuestros paisanos lo han hecho históricamente: los innumerables moros que andan por nuestra toponimia (cambera los moros, cueva los moros, etc.) no son más que adaptaciones de topónimos previos con la raíz prerromana MOR-, "mole de piedra", y de la que provienen palabras montañesas como moruguetu (montón de hierba) o moriazu (pequeño cúmulo desordenado de piedras). El topónimo Mogru tiene el mismo origen. No dio tiempo a que los paisanos lo convirtieran en *Moru, ya vino un portugués que lo hizo por ellos, en su lengua. Yo creo que sin perder Mouro deberíamos intentar no ya rescatar, porque no está perdido, pero sí revalorizar el topónimo Mogru / Mogro, que es como es. Aunque en esta tierra hay muchas cosas que son como son y precisamente por serlo (porque hay a quien molestan como son) están como están.

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En la C/ Lealtad de Santander había un portal que conducía a un local propiedad del Gobierno. El portal estaba presidido por un escudo con un águila. Una tarde vino un operario y lo picó. No hubo ningún cataclismo. Son esos gestos que cabría esperar en un país normal y que, de vez en cuando, cada vez menos, se dan entre nosotros. Pongo foto de esta misma mañana:


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Adivinad en qué ciudad está hecha esta foto. Una pista: la hice ayer y yo no me he ido de puente a ningún sitio. El buen rollo se masca en el ambiente. Está a la altura de un niño.


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No hay una sola biblioteca pública abierta en Cabuérniga, Los Tojos, Puentenansa, Tudanca, Lamasón... pero si pagas 15 euros a una empresa que nadie conoce te enseñan la de Barcenillas y la de Tudanca, que los vecinos no pueden utilizar pero que son señeras (dicen, la expresión no es mía sino de las directoras de las bibliotecas que se han prestado a ello) o que no las pueden utilizar precisamente por ser señeras, no vaya a ser que las ensucien. Cultura para todos... los que pertenezcan a una élite que la sepan apreciar (esto último va con retranca, obviamente) aunque el uso que haga esta élite de la cultura no vaya más allá de lo que dé de sí un vino español.

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Foto que deja a las claras cuál es el nuevo centro de la ciudad y a quién pertenece.


Fijáos qué lejos del edifico está colocado el cartel. Yo creo que lo próximo va a ser poner un cartel de bienvenida a la entrada de la ciudad firmado por el Banco Santander. "Oye, mira", dirá un halcón liberal, "si ponen dinero para el bien del pueblo, o sea, para la regata del alcalde, fenomenal, oye tú, habrá que pasar por el aro, tenemos que ir acostumbrándonos al patrocinio de las grandes entidades, no hay que ser estrechos de miras".

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