martes, 9 de junio de 2020

Los tres recuerdos

Apenas recuerdo a mi padre. No soy capaz de verle la cara. Murió poco después de la guerra. No tendría yo más de seis años - Está a punto de cumplir 86.

O en los puertos o en el invernal. Fíjate que de la guerra vino con sarna y no nos la pegó - hace una pausa y añade: Mi madre se ponía un dedal en cada dedo, mojaba un paño en benzol y nos frotaba todo el cuerpo.

Recuerdo llevarme a campanillas que es a hombros y agacharse para que cogiera una piedra y se la tirara al Judas que estaba colgado del árbol de la bolera.

Recuerdo estar en la cocina y él a la luz que era de La Deseada, una estación que había por Ruente o Ucieda, la misma tulipa que ahora, la verde, haciendo tarugos con la luz por debajo de los ojos, el cordón era largo. Estaba con los de Llano. Mi madre y las mujeres desgranando las panojas y yo haciendo castillos con los garojos. Se reía así echándose para atrás, mi padre. Dicen que era muy divertido y que yo me río como él.

También le recuerdo durmiendo en el banco que llamábamos del patión, que yo ahora le digo el comedor.

Murió de una pulmonía.

Llamó para que subiera a la alcoba y despedirse - no lo dice pero temo ésto no lo recuerde o si lo recuerda no quiere -. La pulmonía da la vuelta en nueve días: o vives o mueres. Y él se murió.

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