lunes, 7 de septiembre de 2020

Una postura de otro tiempo que no puede ser el nuestro

Hace poco un alto cargo de la BBC dijo que sus periodistas no pueden tener cuentas en redes sociales donde verter opiniones personales, que o trabajan para la BBC o trabajan para ellos mismos. Es una postura razonable.

Pero aquí somos distintos.

Raúl Gómez Samperio es el funcionario responsable del gabinete de prensa de una consejería de mucho peso. Compatibiliza su labor pública con numerosos medios privados, de forma destacada El Diario Montañés. Es legal, siempre que sea compatible. No sé quién es responsable de decidir si es compatible o no y qué criterios aplican para decidirlo. Pero estoy seguro que Raúl tiene permiso. Por ejemplo, supongo que cuando se discutía en alguno de los programas de radio en los que participa si debía darse dinero público al Racing, él, alto funcionario relacionado con una de las consejerías que finalmente puso dinero, se inhibiera. Es difícil lidiar con situaciones así. Pero se puede.

En una de sus últimas columnas privadas arremete contra los perfiles en redes sociales anónimos. Llama a sus autores cobardes. Sorprende la desconexión de Raúl. Arremeter contra las cuentas anónimas en redes sociales es lo mismo que hacerlo contra las propias redes sociales. Es una falta de visión preocupante en un responsable de comunicación del Gobierno de Cantabria. Entiendo que a El Diario Montañés le molesten los comentarios negativos, que son muchos, los más duros los de sus propios lectores, que a veces destilan un odio que asusta, pero no que un funcionario defienda públicamente una visión tan reducionista e interesada.

Yo no tengo redes sociales, aparte de ésta. Pero, como todos, puedo acceder a los mensajes que emiten las instituciones a través de diferentes canales, incluidas distintas cuentas en redes sociales. Y me encanta poder leer los comentarios de los ciudadanos, algunos a favor y otros en contra, la mayor parte anónimos. Que me encante poder leerlos no significa que lo haga, que no suelo. Pero sin ser asiduo, sé que no hay razones para tachar de cobardes los comentarios anónimos en redes, o las cuentas anónimas (sean individuales o colectivas). Porque de hacerlo, de llamárselo, el siguiente paso sería llamar desafectos a los que opinen en contrario. No sé si me explico.

Con esto no me quiero meter ni con Raúl, que generalmente me encanta lo que escribe y como lo escribe, ni con El Diario Montañés, que persigue sus propios intereses de empresa, ni con el Gobierno de Cantabria. Pero hay que evitar que opiniones extremas, promovidas por unos y asumidas consciente o inconscientemente por otros, se acaben convirtiendo en lugares comunes. Sobre todo si estos lugares comunes se construyen entre unos y otros de espaldas al interés general.

Para terminar, fijaos si está fuera de lugar la postura de Raúl, que el único comentario que ha recibido su columna, por cierto a favor, no está firmado. Supongo que para Raúl el autor no sea un cobarde, aunque solo sea porque está a su favor.

2 comentarios:

Serrón dijo...

La columna de Raúl coincidió en el tiempo con "Los siete de Liérganes", aquí:
https://elrobledaldetodos.blogspot.com/2020/09/los-siete-de-lierganes.html

Serrón dijo...

Me ha parecido que en su última columna, la siguiente a ésta que comento, Raúl se muestra a favor de la prostitución. No sé si lo he leído bien. De todas formas, por si acaso, retiro lo de que generalmente me gusta lo que escribe.

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