Es un restaurante familiar donde la mejor mesa es la que suelen utilizar sus hijos para todo, para estudiar, para jugar, por eso que a la hora de comer la despejen como puedan y te la ofrezcan con una sonrisa, las bicicletas apoyadas contra la pared, los patines en el suelo y boca arriba para no rodar, el balón que rueda inevitablemente, lo mismo que los rotuladores.
Ponen el mantel blanco de papel como quien pone la sábana al hacer la cama.
Raquel y yo cuando doblamos la ropa de cama y juntamos las esquinas nos damos un beso mientras se tocan nuestros dedos.
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