Los cuervos se suelen posar en las chimeneas. Se dice que es para escuchar. En las cocinas es donde se abordan todos los temas (en las antiguas, porque durante el desarrollismo las cocinas se diseñaron para que solo cupiera una persona: la mujer). En realidad es para desparasitarse con el humo.
Luego, el cuervo va donde el ojáncanu y se posa en su hombro para contarle lo que sabe, asegura la tradición.
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