El chico tiene once yeguas, dos de silla, esas dos blancas, y las otras nueve en el monte, una de ellas también blanca. Le encantan los animales pero estudia para chapista. Es el único futuro que ve para él. Se está sacando el carnet de conducir. También ayuda en casa con el restaurante. Habla con verdadero orgullo del negocio de su familia: Restaurante Enrique. Dice tener miedo a que ese fin de semana llueva, por si hace que la gente se quede en casa.
Ese fin de semana llovió.
Llegamos a Sopeña. El autobús para antes en mi pueblo, aunque esté más arriba que el suyo. En Ucieda para de regreso. Me despido y el chico me dice que tenga cuidado. A él todavía le queda mucha vuelta que dar. Me interno en la noche.
Al día siguiente me encuentro con sus yeguas en Rubra Reonda. Nueve, una de ellas blanca.
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