- En este caso - dijo el Otro -, lo mejor de todo es la bandera y el abanderado. Ese laurel en el tejado.
Pero el laurel se secaría como se marchitan todas las banderas. Las ráfagas del viento de Tras do Ceo fueron llevándose hoja a hoja, rama a rama. Y quedó el tronco, el palo, el triste mástil.
Ya que yo lo había puesto, yo debería retirarlo. Y lo hice procurando que nadie me viese.
Pensé en la pena del abanderado. El día en que se iza una bandera, el día en que se arría."
De Detrás del cielo (Alfaguara, 2024) de Manuel Rivas, p. 96.
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