miércoles, 27 de agosto de 2014

La historia como selección, si es que existe la historia, (ex) Jardines de Pereda, Librucos y palos pintos cabuérnigos

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El corte de pelo típicamente borroka procede según tengo entendido de unas fotos que se tomaron a principios de siglo a un pastor navarro que lo llevaba rapado por donde le cubría el sombrero (quizá boina) y largo por el resto para, intuyo, evitar que le diera el sol. Son unas fotos que se pueden ver en el Museo Vasco de Bilbao.

Curiosamente este corte de pelo es muy parecido al que llevaban las solteras pejinas en la transición del Medievo al Renacimiento. ¿Un mismo sustrato? ¿Influencia? ¿Casualidad?

El corte de pelo de un pastor navarro de principios de siglo (probablemente puntual, aunque daría igual que no lo fuera para lo que ahora nos interesa) documentado por una gavilla de fotos de principios de siglo, ha servido (empleo este verbo a posta) para fundamentar una tendencia estética (que se ha querido diferencial, de hecho el ínclito Longueras ha llegado a decir que es un corte que favorece a los vascos debido a la particular forma de su cráneo) que en País Vasco o es mayoritaria o poco le falta. Que algunos paisanos llevaran la uña del dedo meñique larga para quitar la ceniza del cigarro con un golpecito, por el contrario, no se recuerda, quizá porque fuera común a otras tierras o porque es considerado, según parámetros actuales, un detalle de poco gusto. ¿Qué podemos concluir? Algo tan sencillo como que la historia es selección. Y que esta selección es siempre intencional. Si no eres tú el interesado no es porque no haya intención detrás sino porque el interesado es otro: cuidado.

No sé si hay mucha distancia entre el hilo argumental y la conclusión a la que he llegado, pero bueno, da igual, las dos cosas creo que tienen interés.

(2)

Los (ex) Jardines de Pereda eran románticos. Teníamos ahí la llave que nos hubiera permitido incorporarnos a una red europea de jardines románticos, a la que pertenece, por ejemplo, uno precioso de Oporto, que es seguro nos habría dado muchas alegrías. Pero no.

El jardinero de Botín no lo ha sabido ver. Bueno, no hacía falta que lo viera, hubiera bastado con que se documentara un poco, cosa que, a la vista está, no ha hecho. Y eso que tenía el Centro de Estudios Montañeses bien cerca (qué poco partido sacamos los cántabros a esta institución). Y es que el jardinero de Botín ha decidido superponer al, en su opinión, caos de los Jardines la cuadrícula del primer ensanche santanderino, muy interesante en sí, pero que no tiene nada que ver con la lógica romántica que subyace en los Jardines originales.

Es lo mismo que hemos visto otras veces en relación con la trova, que si se la juzga según criterios librarios se queda en muy poquita cosa, pero que si se aborda desde la poética de tradición oral, desde presupuestos acordes con lo que es (en plano de igualdad con los bertsos, el trovo alpujarreño, etc.), es el no va más. Es como comparar un reloj de pulsera con uno de bolsillo. El de pulsera, de pulsera; y el de bolsillo, de bolsillo. No podemos quejarnos de que el reloj de bolsillo se ajusta mal a la muñeca porque sería absurdo. Pues lo mismo.

Es una idea pésima hacer desaparecer una red romántica (del XIX) bajo una cuadrícula racionalista (del XVIII o un poquito anterior). Puede que yo prefiera, a nivel conceptual, esta última, pero nunca a costa de la primera. Es absurdo tener que elegir entre una forma u otra, sobre todo cuando las dos han convivido durante siglos sin problemas... sin problemas hasta ahora, que una ha hecho desaparecer a la otra solo porque sí, o peor aún, porque el que ha cometido tal tropelía podía hacerlo, sin más.

(3)

Librucos, el proyecto editorial de Ramón villegas, al que tanto debemos todos, ha sacado este verano que ya acaba el libro La Onjana y el Sevillanu, fantástico. Es más que recomendable. Además, las ilustraciones son muy buenas. Mi enhorabuena a Ramón y una vez más, gracias.

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Atentos a los palos pintos que se pueden comprar en el Restaurante - Posada El Puente de Carmona. Pueden llegar a emocionar de lo impresionantes que son, de todas las puertas estéticas que abren, de todo el potencial que representan, y no exagero ni un res. Id y comprobadlo vosotros mismos.

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