Los lavaderos no eran necesariamente lugares bien vistos y no me refiero a que fueran dados a algún tipo de comportamiento penalizado, como parece sí lo eran los molinos, sino porque sus aguas se veían con recelo.
El domingo estuvimos en Viaña y bebimos del caño del lavadero, por donde salía agua aparentemente límpida. Hasta que un vecino nos advirtió que mejor no bebiéramos porque el agua procedía del bebedero que estaba un poco más arriba que a su vez tomaba el agua de la fuente, así que era preferible que bebiéramos directamente de la fuente.
Él había estado zaguatando en el bebedero contenedores de esos azules de plástico para las vacas. Normal que antaño las mujeres prefirieran lavar en el río.
Yo creo que cumple diferenciar entre los emplazamientos tradicionales del río, como El Sajuca de Sopeña de Cabuérniga, los lavaderos que se superponían a los tradicionales, como parece ser el de Valle de Cabuérniga, a orillas no sé si es del río Madriz u otro (El Rubial quizá), y los lavaderos diseñados por los ingenieros, estos últimos los que menos confianza despertaban.
En relación, aquí (punto 21) y aquí.
3 comentarios:
He incurrido en una falacia de no sé qué tipo pero falacia: el lavadero de Valle, una tejavana con piedras de lavar, no tiene por qué ser menos tradicional que un emplazamiento a orillas del río.
Primero porque la orilla del río donde habitualmente se lava también está intervenida, aunque no lo parezca a simple vista, o no nos lo parezca a nosotros, los modernos y/o urbanitas.
Segundo porque lo tradicional no excluye lo construido.
Aqunue si me apuráis el problema radica en saber qué es tradicional, si es que es algo. A mí me parece que la categoría tradicional más bien habla de nuestro presente que de aquello que pretende definir.
No cambio el texto de la entada para que el comentario no pierda sentido.
El Sajuca que por cierto está desaparecido.
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