martes, 17 de junio de 2014

La Fuente de Arriba / La Juente d´Arriba (Lamiña, Cabuérniga)

En Lamiña hay una fuente que tiene todas las trazas de pertenecer al prerrománico asturiano. Es muy parecida a La Foncalada de Oviedo, aquí, aunque sin tejadito a dos aguas, como veremos en las fotos de más abajo (en la fuente de Lamiña hay dos muros laterales o esquinales que parecen cercenados, es decir, que tampoco es descabellado decir que pudo haber tenido, como la asturiana, cubierta a dos aguas). El contexto ayuda, pues a un par de kms. monte adentro hay una ermita que fue antiguamente monasterio (o que formó parte de un antiguo monasterio) vinculado, el monasterio, al Reino de Asturias (como todo el pueblo de Lamiña y el propio valle, por otra parte). El monasterio está documentado en el s. IX (está dentro de la ruta seguida por los foramontanos, lo que quiera que signifique eso, es decir, que es una ermita integrada en un antiguo camino que enlaza con la meseta por las cumbres, un camino de cronología desconocida pero que probablemente se empleó para movimientos poblacionales dirigidos, los denominemos Repoblación o no, y más tarde por la garaúja). Dentro de esta ermita hay un sarcófago que tiene tallada la cruz procesional del antiguo reino asturiano, además de otros muchos motivos decorativos de igual adscripción. No tengo fotos, todavía. Este sarcófago funciona como marcador cronológico. Hay otro igual de importante en Santillana del Mar. El monasterio de Lamiña tuvo que tener peso.

Se supone, porque así lo cuentan los vecinos, que el monasterio ardió y que con sus restos se levantó la ermita, la fuente y la iglesia del pueblo, que es del s. XVIII, o sea, que el incendio tuvo que suceder en el mil setecientos y pico, no más tarde.

Se supone, como decía, que la fuente se levantó con los restos del monasterio tras su incendio, que datamos en torno al año 1750, es decir, que los vecinos cogieron unas cuantas piedras de entre los restos y con ellas armaron la fuente. Pero no me cuadra que la fuente que levantaron de la nada responda al programa del antiguo Reino de Asturias, para entonces desaparecido hacía más de 800 años. ¿La levantaron tal cual estaba en el monasterio y la posaron donde está ahora, es decir, trasladaron la fuente del monasterio hasta el pueblo, piedra a piedra? Es la única posibilidad que se me ocurre, que la trasladaran intacta en el s. XVIII, pero me parece una opción demasiado complicada (de todas formas, de ser así, aunque la fuente haya cambiado de ubicación, continuaría siendo lo que es). Lo más lógico es pensar que esta fuente, en su ubicación actual, sea hermana del monasterio desaparecido. El propio pueblo, con sus hileras de viviendas levantadas de una sola vez o longhouses de primera generación, enclavado en lo alto, buscando los espacios ganaderos, no tan interesado por la agricultura como los pueblos más tardíos del fondo de valle, el propio pueblo de Lamiña, decía, muy probablemente sea también coetáneo del monasterio desaparecido, no solo la fuente (no sabemos cómo era la arquitectura civil de la época, salvo por lo que respecta al edificio ubicado en el monte Narancu de Oviedo, que no se sabe lo que es, La Foncalada y, quizá, los edificios representados en los murales de algunas de las iglesias prerrománicas asturianas; veremos que hay una casa en Lamiña, La Roza, que puede que también nos sirva de orientación al respecto). En definitiva, no hay nada que impida creer que fuente (la fuente en la ubicación que conocemos) y monasterio tengan la misma cronología, más bien lo contrario.

Pero miento, porque hay un detalle que hace saltar todo por los aires: en el lateral de la fuente hay un sarcófago traído de la antigua necrópolis del monasterio. Si en la fuente hay un elemento reutilizado del monasterio, malo, la fuente no puede ser coetánea del monasterio, tiene que ser obligadamente posterior.





El sarcófago es el bebedero de la última foto. En vivo se aprecia con total claridad el molde del muerto. ¡Qué chasco! Dando vueltas a este tema estábamos Raquel y yo este domingo cuando apareció un paisano al que preguntamos que qué era ésto:





¿Comida para los caracoles?

No, un manojo de hojas de roble utilizado para tapar el purtillu la juente y que así el agua no desagüe por ahí, como estaba previsto cuando se diseñó la fuente, sino por el otro extremo del bebedero, extremo que conecta con el segundo bebedero de la fuente, el bebedero lateral que es el antiguo sarcófago.

¡Caramba, qué información tan interesante!

Nos dijo también que la fuente antiguamente no tenía este segundo bebedero, el sarcófago, que éste se añadió para facilitar el acceso de las parejas (de las vacas duendas uncidas) a la fuente. Y es que en origen había dos accesos: uno complicado y otro más fácil. El complicado es el que desembocaba directamente en el frontal de la fuente. El fácil lo hacía por el lateral. El complicado puede que en origen no lo fuera tanto, pero a fuerza de correr, el agua lo acabó erosionando y eso que, según el vecino, todo el conjunto estaba encacháu, es decir, empedrado (hoy no). Era tan creciente la complicación de acceder directamente a la fuente por el camino (cada vez más) difícil, por el camino empinado, que los vecinos decidieron añadir el sarcófago al lateral para que las vacas uncidas no tuvieran tantos problemas para llegar y beber. La decisión fue un acierto. Tanto es así, que este acceso, el del camino fácil, el que se orienta al sarcófago, es el único que existe hoy. El otro ha desaparecido.

En definitiva, el manojo de hojas de roble ayuda a que el agua vaya al sarcófago. Es un ajuste posterior a la lógica original de la fuente. Por consiguiente, el sarcófago se puede interpretar como un elemento posterior al núcleo duro de la fuente.

Por último, el vecino nos dijo que los monjes del monasterio tenían una casa en el pueblo. Nos dijo cuál. Fuimos a verla.



Se trata de un bloque de dos. La más antigua es una casa llana rara. La más moderna, la pareada, es una casa montañesa del s. XVIII aprox., con su tronera incluida (que no presenta la antigua; no es un detalle menor pues la tronera marca la presencia masiva de maíz). No sabemos si la del s.XVIII se levanta sobre otra anterior, si esta anterior estaba integrada en una longhouse junto con la antigua que se conserva (una longhouse de dos) o si es de nuevo cuño. Topónimo: La Roza. Es un topónimo con mucha carga semántica, pero no me atrevo a aventurar nada al respecto. Quizá esta casa nos esté dando pistas sobre cómo eran las casas "nobles" hace más de quinientos años.

Para rematar, el vecino nos dijo que un poco más arriba de la ermita había una bolera que utilizaban los monjes, una bolera que no se ve si no te dicen dónde está. Sabido es lo que significan las boleras de componente mítico en La Montaña: antiguas torres defensivas bajomedievales, o por mejor decir, patios de armas de antiguas torres, como la de Santa Catalina, controlando el acceso a Liébana desde Peñarrubia, o la que había en Peña Mena, controlando la entrada del Nansa por la Collá de Carmona o de Valle, en ambos casos también boleras míticas ("de los moros" la que asoma a Liébana). Esta posible torre de Lamiña todavía no está documentada, es decir, que es ésta la primera vez que alguien da noticia de ella. Me alegro de ser nosotros, Raquel y yo, quienes lo hagamos gracias a este vecino de Lamiña: Pablo.

Y más: el manantial de esta fuente nace a escasos metros, a la altura de la pista que sube a la ermita. El agua se va filtrando hasta que la fuente la recoge en una tubería que hasta hace pocos años era un canal de madera, un cucinu de una sola pieza, madera de roble, tubería que conduce el agua (y antes conducía el cucinu) por la bóveda de la fuente, que está hueca, hasta el caño. Antes hasta el caño era de madera. Cuando había algún atasco o se estropeaba el canal de madera, se quitaba la tapa frontal de la fuente, se entraba en la bóveda y se solucionaba el problema. Antes había dos caños situados a distinta altura, por si el agua se desbordaba.



En la fuente se ven huellas de cántaros. Y no solo. Cuando se afila la hoja de un dalle, la piedra puede quedar desigual. Estas piedras de afilar también se afilan o, mejor dicho, se igualan para que sea fácil trabajar con ellas. Cuando se igualan dejan una huella que es la que también se puede apreciar en la fuente. Pongo foto. La huella dejada por la piedra de afilar se ve fresca; es antigua, pero alguien ha afilado en ella hace poco.


Más adelante escribiré un poco sobre la ermita tan mentada: la ermita de San Frutosu, impresionante.

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