sábado, 17 de enero de 2015

Vándalos en Lamarga, premoniciones, diferencia entre cultura del y en el franquismo, huevos y semillas y el ombligo de los Jardines de Pereda

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¿Vándalos en Lamarga?



No, el alcalde. Es que ahora resulta que este parque le parece "sombrío".

- Será "frondoso".
- No, no, dice que "sombrío".

(2)



Solo falta otra P. Y puerta.

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Está de moda ahora el libro El cura y los mandarines de Gregorio Morán.

Publica hoy Babelia una crítica sobre no recuerdo muy bien qué que hace distingos entre la cultura del franquismo y la cultura en el franquismo. El autor de la crítica arremete contra Gregorio Morán por meter a todos en el mismo saco, cuando no es justo hacerlo, en opinión del crítico.

Tengo que decir que he leído recientemente Muerte por fusilamiento y Tachado por la censura, ambas novelas publicadas en 1962, y que para mi sorpresa son hipercríticas con el franquismo. Cierto es que las dos se emplazan en países ficticios, uno sudamericano y otro europeo, pero a poco que se lean entre líneas, asustan. ¿Cómo coño lograron publicar algo así?

Para aderezar comentario tan insulso, pongo dos fotos, éstas:





La primera es de un complejo de época franquista, a la vista está, levantado en la machina de Santander. Es de estilo neoherreriano puro y duro. No falta ni el puto bosquete de pinos. Os recuerdo que el estilo neoherreriano es marca de la Nueva España de Franco. Está inspirado en El Escorial de nuestro paisano, enterrado en Maliaño, Juan de Herrera (qué culpa tendrá él). Todo el centro de Santander, levantado tras el incendio, responde a este estilo. Y no solo. Si vais a Tetuán (yo doy fe) o a cualquier otra ciudad colonial española de época os parecerá estar en Santander. Son edificios afectados todos por aluminosis.

La segunda foto es de una maravilla creo que del arquitecto Ricardo Lorenzo. También está en el puerto de Santander, a pocos pasos de donde hice la anterior foto, y también se levantó durante el franquismo.

La arquitectura del franquismo y la arquitectura en (o bajo) el franquismo.

(4)



Me he encontrado en los Jardines de Pereda, bajo un árbol (hay que decirlo, porque ya no quedan tantos, y al lado de una alcantarilla, que no sorprende a nadie tanto) lo que no sé si es un resto de cascarita de huevo o de una semilla.

Lo mismo da.

Lo mismo, a mí.

(5)



Es aquí donde confluyen todas las líneas de los Jardines de Pereda tras las obras de remodelación emprendidas por Botín.

Es como un ombligo mal anudado.

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