- ¿Tú ibas a Oviedo descalzo?
- Yo era muy niño y no salía de casa, pero tenía una tía que iba dos veces a la semana a Oviedo con una carga de leña a la cabeza. Y caminaba descalza, igual en invierno que en verano. Para aquella gente no existía el frío."
p. 15
"- Aquellos familiares también venían cuando se moría alguno en casa.
- ¿Alguno?
- Algún hermano mío. Mis padres tuvieron veinte hijos. De los veinte solamente llegaron a la mayoría, cinco. Los otros morían cuando tenían poco años; de mil enfermedades que en aquel tiempo no se curaban. Cada vez que uno de ellos moría llegaban los vecinos y los parientes de las aldeas. Nosotros estábamos muy contentos con la muerte del hermanito.
- ¡Contentos!
- Sí. A los mayores, a los que teníamos cinco o diez años, nos mandaban al prado con chocolate que traían para nosotros los parientes. Tomar chocolate era un lujo. Solo cuando moría un hermano o estábamos enfermos, teníamos chocolate. Por eso estábamos contentos y cuando alguno de los muchos hermanos se ponía enfermo, saltábamos de gozo, nos preguntábamos cuándo se moriría y algunos llegaban a saber el día fijo de la muerte...
- Eso es una barbaridad, padre.
- Había mucha miseria. No es como ahora que podemos comer de todo."
p. 32
De la novela dentro del río (Plaza & Janés Editores, 1963) de Victor Alperi, centrada en Mieres. En España al realismo sucio de Bukowski lo llamamos tremendismo en los años cuarenta y cincuenta. Esta novela es un ejemplo epigonal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario