viernes, 16 de febrero de 2024

El cruce de caminos

Cuando salimos de paseo solemos ir hasta el santucu de Terán. Ahí paramos. Si hace sol no da el sol. Mi tía se come un plátano, que le encantan, además de que los puede comer bien sin dientes, y luego si tenemos silla de ruedas vamos a la castañera o al cementerio si nos apetece y si no volvemos directamente desde el santucu

El santucu está en un cruce de la mies, cuyos caminos principales han asfaltado, tiene una huerta pegada, es de las pocas, también un poste de la luz y suele estar rodeado de flores. Es un sitio muy concurrido. En estas pasa una vecina con un ramillete en la mano de una planta menuda y carnosa de esas que nacen en las tapias, apenas le asoman unas pequeñas flores amarillas por entre los dedos, y le pregunto que qué son, a lo que responde que no sabe pero que están los nietos con sus hijos en casa, estamos en fiestas, y que esas florinas, así las llama, hacen cantar a los pájaros.

Se llama Onga. Mi tía y ella fueron amigas de crías y mi tía no la reconoce pero ríen juntas.

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