Esta vista desde el campo de fútbol de San Román me hace pensar en que quizá el éxito de las palmeras en los jardines, rompiendo la línea de horizonte, coincidió con el éxito de los fuegos artificiales rompiendo en el cielo.
"Entonces Nate le dice algo que no esperaba. Le dice que le gusta no usar anteojos y ser miope en parte porque cuando camina en noches como esta ve más grandes, y hasta distorsionadas, las luces de los focos en las calles y las luces de los autos que pasan volando por su vista. Es como ver explosiones de luz, manchas de colores que parecen flores de fuego. Son como estallidos. O petardos. Y ese es un espectáculo de brillo que le gusta, dice, es encontrar algo hermoso en las cosas comunes, tener una nueva forma de mirar."
De la novela Animales luminosos (Mondadori, 2022) de Jeremías Gamboa, p. 127.

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