"Animales luminosos" (Mondadori, 2022) de Jeremías Gamboa, fragmento

"Mi amigo, Nate, el chico de la biblioteca, tiene una frase para nombrar eso, ¿sabes? Le llama "la diferencia". Y tiene razón. No somos iguales. Es una mentira, el más ominoso de los engaños, haber dicho que los hombres somos iguales. Es mentira que nosotros seamos hombres. No lo somos. Nunca se nos trata igual. Nunca se lee igual lo que hacemos. Venimos con algo que no nos podemos quitar de encima y que es como un sello indeleble que nos lastra para siempre, hagamos lo que hagamos, nos portemos como nos portemos, observemos todas y cada una de las putas reglas que los otros han puesto para nosotros. Otros tienen el derecho ganado a portarse como les dé la gana y para ellos todo será interpretado como una marca específica de la familia de la que proceden, la excentricidad que acompaña a ciertos apellidos, la oscuridad inherente a cierto abolengo, pero para nosotros no. Nosotros no tenemos individualidad por más que la busquemos desesperadamente. Hagamos lo que hagamos, nos conduzcamos tan bien como nos conduzcamos, brillemos como brillemos por el valor de nuestros méritos, basta que realicemos una sola cosa que sea ambigua o se preste a la interpretación o resulte simplemente compleja para que la explicación y la culpa recaiga en el origen. Es un estigma que revela nuestra inherente condición inferior: la pobreza congénita, la merma racial heredada, nuestra mancha común. Un cholo. Eso es. Uno como todos, porque todos somos una sola cosa. Indistinta y sin matices. Y los cholos somos el atraso, lo que no vale, lo que está enfermo y porta la enfermedad y transmite el daño y pudre al resto. Y eso es irreversible."

De la novela Animales luminosos (Mondadori, 2022) de Jeremías Gamboa, p. 186.