miércoles, 18 de marzo de 2020

De peleas y actitudes (no sé si tradicionales o mejor decir acientíficas) frente a la enfermedad que nos aproximan a los ingleses

El fenómeno hooligan inglés a mí me parece que hunde sus raíces en la tradición y que ésta empalma con la nuestra, la de las batallas campales que a veces se producían en días festivos. Es un fenómeno a estudiar entre nosotros. No solo era por cuestión de mujeres, como a veces se ha explicado. En la novela En busca de la vida de José Rogerio Sánchez, del primer cuarto del s. XX, se describe el ambiente previo a un encontronazo entre los mozos de un pueblo de la costa central cántabra y los mineros, por ejemplo. En El sabor de la tierruca de Pereda se describe una pelea o engarra.

El palu pintu es su símbolo.

Pongo a continuación texto que describe la pelea que se produjo en la bolera de Valle cuando los vecinos de Sopeña que venían de celebrar la inauguración de la nueva fuente de Jongaya coincidieron con los de Valle que estaban celebrando la romería de San Juan en la citada bolera.

"Era imponente. En conjunto se veía un pelotón de veinte o treinta personas, un grupo compacto apiñado, que oscilaba sin cesar e iba de un extremo a otro de la bolera. Escuchábanse gritos, ayes, interjecciones, el ruido de los golpes, el que producían las rasgaduras de vestidos (...)

Duraba la lucha unos cuantos minutos y era cada vez más encarnizada, cuando a un chiquillo se le ocurrió ir en busca de la guardia civil.

Y entonces fue cuestión de instantes acabarse la pelea. Asoman cuatro hombres por una de las callejas que desembocan en la bolera, llegan a ésta, desenvainan los sables que brillan un momento en el aire como exhalación en noche de tempestad, y una lluvia de golpes descarga sobre los combatientes. Quédanse estos, al principio, suspensos, vocea uno, y repiten los demás ¡los ceviles!, y la bolera queda un segundo después sin un alma, como por arte de encantamiento".

Es un fragmento tomado del capítulo "Una fiesta y una engarra" del libro Pos vereis (1899) del escritor cabuérnigo Delfín Fernández y González, padrino de Manuel Llano.

Es algo que nos une a los ingleses, esta violencia colectiva. No es lo único que nos une a ellos:

Estando mis dos tías de mayor edad con sarampión mi abuela aprovechó para meter a la tercera en la cama con ellas, para que también lo cogiera. Pero no lo cogió, salió limpia, como ella misma cuenta. Esta actitud ante la enfermedad me recuerda a la primera respuesta dada por el gobierno inglés para afrontar la pandemima: que todos se infecten cuanto antes para..., no sé para qué, la verdad, no creo siquiera que haya razón que explique tal decisión, pero aquí dejo el apunte simplemente porque creo que forma parte de una base cultural que parecemos compartir aunque nosotros por fortuna la hayamos superado.

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