"El doctor en biología Javier Castroviejo (...) vivió la época en la que el urogallo se cazaba de forma desaforada y ahora vive la de su desaparición, tras un declive al que nadie quiso prestar atención. Los cazadores aprovechaban la época de celo en la que no oyen para abatirlos. Se mataban muchísimo incluso antes de que pudieran cubrir a la hembra, yo les decía horrorizado que pararan, pero no lo hacían, rememora. Su caza se prohibió en 1979, pero ya había provocado un desgarro difícil de solucionar."
En El País de hoy.
La autora del reportaje, Esther Sánchez, también apunta como factores de extinción de esta especie en el Cantábrico "la caza de otras especies, la apertura de pistas forestales o la celebración de carreras de montaña", aquí.
Lo mejor es dejar que lo solucionen los cazadores, como piden hacer con el lobo y pronto también con el oso.
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