Fíjate si no se pasaría hambre que a mi madre le traían siendo cría un higo seco de Reyes, en Ampuero.
Nada a mi tía cabuérniga, respondo yo, le decían que por la nieve. La última vez me lo contó llorando. Ahora no creo que sea capaz.
¿De llorar?
No, de llorar sí: de acordarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario