miércoles, 25 de febrero de 2015

Quemas

Los incendios controlados se llaman entre nosotros quemas. Las quemas tienen su encaje en un sistema tradicional de gestión del territorio perfectamente sostenible que acumula mil años de experiencia (el actual modelo territorial del occidente cántabro se consolida en torno al año 1000). La mejor prueba de su sostenibilidad son los montes que nos ha dejado como legado. Las quemas no las practican "los cavernícolas de los pueblos" sino los vecinos, y vecinos que están perfectamente integrados en su entorno.

Nuestras autoridades autistas no entienden la lógica de las quemas. Es por eso que las persiguen de forma activa. Los paisanos las siguen practicando, pero ahora sin control por miedo a ser detenidos y multados. El resultado es un desastre, para todos. El año pasado los vecinos del Ayto. de Los Tojos, por ejemplo, fueron castigados a no echar el ganado al monte durante varios años por practicar quemas (descontroladas por miedo). Esta medida abiertamente represora ha significado, ojalá me equivoque, el puntillazo a la ganadería extensiva en el alto Saja (+ otoño de 2014).

La administración tenía primero que haber estudiado la realidad y luego no digo ya adaptarse a ella, que sería lo deseable, sino buscar un punto de encuentro con ella. Hubiera bastado solo con eso para evitar el conflicto. Lejos de hacerlo así, con cabeza, lo que han hecho ha sido tomar una determinación (tomada en un despacho de Madrid) y obligar a aplicarla, valiéndose para ello incluso de la violencia (ejercida por las autoridades competentes).

Hoy publica la prensa nacional un artículo sobre la última reforma de la Ley de Montes (con fecha de 9 de febrero). Lo podéis leer aquí. Resulta que ahora no es necesario esperar 30 años para recalificar un terreno quemado y construir en él. Nuestros montes ahora sí que sí se van a convertir en hogueras. ¿La culpa? De los cavernícolas, por supuesto, de quién si no. Pero de los cavernícolas de los despachos.

12 comentarios:

DeMevius dijo...

No estoy de acuerdo en lo que dices de la actualidad. Y veo bien que se persigan este metodo incontrolado. Ya hay suficientes pastos en el monte para el ganado que hay hoy en día, y los praos que se pierden no es porque no se quemen, es porque no hay animales.

Mejor seria dejar regenerar el monte, que lo que es hoy un escajal acabará siendo un bosque con el paso del tiempo.

Dudo mucho que la disminución de la ganaderia sea debida a la prohibición de quemas. (de todas formas tampoco tengo datos)



Por cierto, he descubierto el blog hace poco y me parece muy interesante tu blog. Enhorabuena y a seguir con ello.

Un Saludo

Serrón dijo...

El monte antes estaba organizado desde dentro. Ahora no. Las quemas antes eran una herramienta útil. Ahora no. ¿Por qué no? Porque el Estado no las entendió tal y como eran en su momento y ahora han degenerado debido primero al desprestigio que han sufrido (como todo lo rural) y segundo por la persecución a la que se han visto sometidas. Han acabado siendo algo que no eran, y digo más, han acabado siendo lo que nunca hubieran sido por sí mismas si las hubieran dejado.

Podemos estar de acuerdo en que las quemas actuales no tienen sentido. Pero defiendo que nada impedía, nada endógeno, la evolución, la actualización, la puesta al día de las quemas tal y como eran entendidas antes de la injerencia del Estado. De haberlas dejado en paz las quemas serían hoy (o su evolución) perfectamente útiles (y legales).

Yo no tengo ni idea del tema. Lo único que reclamo es respeto por parte de la administración. Respeto para poder ser (iba a poner "para poder ser nosotros" pero siempre que se es se es nosotros, a no ser que aparezca el Estado con sus "desconexiones territoriales" y se acabe siendo nada, apenas una abstracción manipulable, líquida que se dice ahora).

En cualquier caso, con esta entrada lo que pretendía era contraponer la realidad de los campesinos, de los ganaderos, de los paisanos a fin de cuentas, machacados por el Estado (la putada de Los Tojos no tiene nombre), con la realidad de la reciente reforma de la Ley de Montes, que abre la puerta a la especulación urbanística vía incendio más que controlado, intencionado.

Anónimo dijo...

La nueva ley, efectivamente, está al servicio de la especulación inmobiliaria.

En cuanto a las prohibiciones de las quemas(la palabra se usa en toda España), temporales o permanentes, estacionales o según circunstancias, he oído de todo, a favor y en contra, y siempre hay polémica entre los técnicos agrónomos y los habitantes de los pueblos por el asunto. Aunque la separación no es estricta: hay (o había, que hace mucho que no trato gentes de por ahí) partidarios y detractores en los dos grupos.

En todo caso, yo tampoco creo que se deba a la prohibición el declive de la ganadería. Hay, en mi opinión, un contexto económico mucho más complejo, del que también forman parte los incendios, controlados y sin control pero por otros motivos.

Anónimo dijo...

Me sorprende positivamente tanto el planteamiento como el comentario de Serrón.

Es más que evidente que el problema viene de la persecución.
Cuando el Estado irrumpe y trata de "poner orden" desplazando los usos y costumbre que han funcionado durante siglos, suceden estas cosas.

Convierten una herramienta útil y otrora empleada de forma racional y efectiva en algo clandestino, perseguido, etc.

La gente sabe que la quema es necesaria, bien hecha, por supuesto.

El ser perseguida tiene dos inconvenientes principales:

- Hace que se acumule la maleza alcanzando una altura muy superior a la adecuada. Resultado, las temperaturas alcanzadas dañan la capa superficial de la tierra.

- El hacerse de forma clandestina conduce al descontrol. Antes se podía vigilar para evitar que saltara más allá de lo debido. Resultado, se producen daños en arbolado que antes no se daban, o lo hacían en menor medida.

El Estado, de la que las CC.AA son una ramificación, debería devolver esa soberanía, sin ir más allá de la Labor supervisora. Recuperar las quemas controladas en las que perfectamente podrían colaborar los ganaderos locales, los primeros interesados en que se haga bien.

Soy consciente del escándalo que produce esto entre los "sensibilizados ecologistas" pero es la pura verdad. De hecho, estas prácticas organizadas y combinadas con pastoreos rotacionales permitirían la recuperación de suelos cada vez más dañados.

Lo que no va a ayudar es hacerse eco cada vez más de la imagen negativa que ciertos sectores ecologistas dan del ganadero, al que se acorrala por todos lados y prácticamente no se le deja alternativas.


Unu de los Tuatha de Nansam.

Serrón dijo...

Manuel Llano tiene unos textos impresionantes sobre este tema. Son sobre todo artículos de prensa (qué lástima que sean tan difíciles de consultar). Aunque se alinea con el Estado intenta hacerlo desde el respeto. Del resultado de este acercamiento respetuoso entre administración y realidad administrada se hubieran obtenido grandes cosas.

"Quema" se dice en más sitios de España, sí. Pero en un contexto netamente montañés me permitiréis que considere la palabra "quema" como montañesa. Lo mismo que "mesa" o "vaca". De todas formas, no todo es léxico. Recordad la distinción de calidad que introduce el género en objetos: a una "mesa" cutre la puedo llamar "mesu", por ejemplo.

El declive de la ganadería, efectivamente, no solo se debe a la prohibición de las "quemas". Pero si a eso sumamos "los vacíos", el precio de la leche, el despoblamiento, la desactivación de los concejos (o la prohibición de decidir lo que te afecta directamente), el latrocinio político, etc. pues ya no quedan muchos clavos ardiendo a los que agarrarte.

Un detalle: De lo anterior los paisanos no dicen ni pío porque les han tapado la boca con las ayudas a la tudanca. El proceso consiste primero en acabar con el contexto, un contexto que ha demostrado su valía durante mil años, en segundo lugar señalar a la tudanca como tótem de algo que ya no existe porque te lo has cargado y para terminar hacer que ese tótem dependa de ti vía subvención. Los paisanos están comprados (yo también lo estaría en su lugar). Quiero creer que algo de buena voluntad en la subvención a la tudanca, por parte de la administración, hay. De hecho, la tudanca puede ser el rompehielos que permita adentrarnos en el futuro sin perderlo todo por el camino. Pero aun así, aun reconociendo que algo bueno habrá, el depender de los políticos vía subvención de la tudanca está haciendo que acallemos muchos de los problemas que tiene nuestro mundo rural. Problemas durísimos provocados por una administración autista e irrespetuosa. Por eso cuando se presenta en ADIC un documental que no dudo sea precioso sobre la vaca tudanca, imagino que subvencionado, pues si puedo no voy. No me fío. Detrás de ese tipo de productos hay mucho. Preferiría que en lugar de frases publicitarias pensadas para atraparme como consumidor me explicaran las coordenadas del producto para saber de antemano si me interesa o no. Que no somos niños. Ni el documental es tan inocente como un chupete.

Respecto al comentario del nansu, solo decirle gracias. Y también que hace años me presenté a las elecciones por Los Verdes en un municipio de Madrid (cuando vivía allí). Los ecologistas que conozco (yo no lo soy) son gente estupenda capaces de jugársela por defender lo que es de todos. Sí es cierto que a veces pesa esa noción que tienen del ser humano como elemento de distorsión en la naturaleza (de todas formas, recuerdo que la expulsión de los vecinos de Picos de Europa, por ejemplo, se produjo desde las élites hace décadas, no tuvieron nada que ver ahí los ecologistas entre otras cosas porque todavía no existían como tales). Pero yo creo que en los últimos tiempos están corrigiendo y empezando a incluir al ser humano en la naturaleza (al vecino, al de la puerta de al lado, no necesariamente al ciudadano del mundo que vive en casas de pacas). Son buenos aliados.

Anónimo dijo...

Bueno, uno se pregunta si el estado debería devolver la soberanía a los que, según tú, ha comprado con subvenciones. Ya sé que el comentario es algo irónico, y pido disculpas por ello, pero es que no acabo de entender qué propones para solucionar el problema. Entiendo que la gestión del medio debe estar en manos de los políticos, es decir, de los elegidos para ello. Pero lo del ámbito es otra cosa. Por ejemplo, hay quien sostiene que la corrupción urbanística en España (y lo de las quemas está relacionado, claro) es muy difícil de atajar porque el control de las recalificaciones está en manos municipales y/o regionales. Pero, por otra parte, centralizarlo chocaría con la idea del Estado Autonómico. En cuanto a si las quemas se hacen bien o mal o si es bueno o no hacerlas por razones técnicas, sinceramente, no sé a quién aplicar el principio de confianza, si a la tradición o a la ciencia; o sea, a los ganaderos o a los técnicos.

Serrón dijo...

El sistema se ha venido abajo. Hay que reconstruirlo. En mi opinión, hay que hacerlo utilizando lo que consigamos rescatar de nuestra herencia, que no tiene por qué ser incompatible con la ciencia. Decía Manuel Llano que todo lo bueno es moderno.

Una de los temas calientes del s. XXI es la soberanía. Cantabria en esto como en casi todo lo demás no está al margen, estamos en punta de lanza, aunque nos hagan creer lo contrario (porque haciéndonos sentir marginales nos desactivan). Soberanía entendida en sentido amplio.

Anónimo dijo...

Esto nos lleva a consideraciones más generales :-)
Aunque deseemos lo contrario, una buena parte de la herencia está obsoleta. No sólo porque la ciencia la ha superado en conocimientos, sino también porque la parte no errónea de la ciencia ha sido asimilada en la comprensión del medio. Por supuesto que la ciencia puede equivocarse; pero ese es el problema de la tradición: que no puede equivocarse. Cuando lo bueno de la herencia, explicado científicamente, entra en la modernidad, sólo los movimientos mecánicos quedan como parte de la herencia; y enseguida desaparecen, porque la tecnología también sirve para hacer lo mismo de mejores maneras. Lo que ocurre es que la tradición es política,la construcción de un imaginario, y la ciencia es sólo ciencia: la política científica debe(ría) fijar los interesesa los que se aplique o no la ciencia. Perdón por el rollo.

Serrón dijo...

No te preocupes, genial, después de mi rollo sobre el burka todo parece ligero.

Muy buena aportación, gracias.

Anónimo dijo...

A ti por un blog tan variado y sesudo :-)

Anónimo dijo...

El monstruo científico que todo lo sabe y puede, ¿verdad?, y por supuesto mejor preparado que la tradición.
Serrón ha explicado cómo modelos tradicionales han subsistido durante siglos.
En cambio, las "tecnicadas" están produciendo desequilibrios muy superiores a los que pretenden corregir por, curiosamente, la desaparición de los usos tradicionales.

¿O cómo debemos calificar las normativas europeas para erradicar la carroña, que acaba obligando a los buitres a volar distancias increíbles o incluso a atacar en partos difíciles en el monte?¿Cómo hemos de calificar el combustible más perfecto que está ocasionando el no permitir u organizar las quemas controladas?

Pero si es que hasta hay literatura técnica que corrobora en sus publicaciones la "bondad" de las prácticas tradicionales? ¿De dónde sacáis que la técnica o la ciencia las contradice?

Los que decía eso, ¿os habéis parado a echar un vistazo a las ordenanzas concejiles y sus estrictos reglamentos de rotación y fechas?

En fin...

El mesmu de los Tuatha de Nanmanasa.

Anónimo dijo...

En cuanto a la tudanca como icono contra el que se está empezando a arremeter cada vez más fuerte (ojo, el Lobby maderístico está haciendo propaganda en esta línea, por otras razones pero con parecido trasfondo) pues he decir que no tiene nada que ver con la raza sino con el sistema.

Simplemente, hay zonas donde las subvenciones de montaña van a ganado de otras razas.

Todos sabemos, mejor que nadie los dueños, que las vacas ya no son de ellos sino del Estado (yo le llamo Estado a las administraciones europea, nacional y regional, según los casos también a la municipal). Se las llevan además de esa manera, con ese aire de propiedad.

Creo que algo así no se había visto en todos los siglos que nuestros sistemas tradicionales de montaña están en vigencia. El Estado se ha convertido en un gran señor, peor tirano que cualquier cacique del pasado.

Fdo: El de anantes, esi de los Tuatha De Namanasa.

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