martes, 2 de junio de 2015

Iasu

Estaba contento porque había conseguido que el gato me despertara a la hora de levantarme para el trabajo. Qué atento.

Pero la tierra gira y los días cambian, la luz se estira o achica como chicle.

Ahora amanece muy pronto. Y es entonces cuando el gato maúlla. Una hora o más antes de levantarme yo.

Me tiene frito.

Yo creía que estaba atento a mí pero, como en la canción, no eran más que ilusiones (me encanta ese plural, las ilusiones, tan inocente). El gato siempre se ha regido por el sol, he de desengañarme de una vez. Únicamente cuando coincide mi horario con el del sol es que me parece a mí que me hace caso.

En cuanto se le acaben las croquetas de buey se las pienso comprar de pescado, a él que es de interior y seguro que no le gustan los productos del mar.

¿Ves lo que consigues, Iasu, impidiéndome dormir? Que acabo llamando al pescado producto del mar.

Mejor seguimos con el buey.

Que además todos sabemos que bueyes no quedan y que es mentira, que las latas de buey no lo son.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Has probado a obsequiarle con medio kilo de bocartes del cántábrico bien frescos, ahora que es temporada?
A lo mejor hay que empezar por ahí y dejarse de croquetas de plástico.

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