lunes, 18 de febrero de 2019

Primera



Nunca antes había puesto una foto así. Ni siquiera la había sacado.

Raquel y yo somos muy dados a fijarnos en las paredes, en lo que hay en ellas. Si el dibujo, el rayón o lo que sea está bajo, es de suponer que es obra de un niño; si alto, de adulto. Pero hay veces que esta proporción se pierde.

En la foto se advierten varias pintadas y trazos hechas desde el suelo y en el suelo los restos de la noche de un adulto sin techo.

Muchas veces me he preguntado qué se sentirá. No, no quiero saberlo. Son situaciones tan al límite que la reacción de cada afectado es de suponer responda a coordenadas tan íntimas que no creo que sea posible extrapolar patrón alguno, lo mismo que cuando fallece una persona querida. O si se quiere, el patrón es reaccionar sin patrón. Por eso no lo quiero saber, porque no hay forma de estar prevenido por si ocurriera. Prefiero no verme sometido a la prueba.

Pero si lo hubiera, si hubiera patrón, aunque fuera muy esquemático, sí convendría prestarle atención no tanto o no solo para estar prevenidos sino porque entiendo que de él se desprendería una batería de soluciones para aplicar desde dentro, endógenas, complementarias de cualquier otra solución proveniente del exterior (lo que en su día fue beneficencia hoy es asistencia y mañana puede que otra cosa; el depender de factores exógenos hace de quien dependa de ellos más de otros que los no dependientes), y tratar de superar la situación, insisto, también desde dentro, si es que desde dentro se pudiera hacer algo, si es que la víctima fuera capaz de superar esa parte del daño (la peor) que le hace creer que no puede superarlo.

La foto está tomada este viernes creo que fué en la C/ Luna de Madrid, en el centro.

La polarización de la capital es brutal. Es más que evidente. Habiendo vivido allí, puedo asegurar que el cambio se ha notado en los últimos años. Yo sí me creo que la crisis ha ayudado a que unos suban y otros, los más, bajen. Nos creímos que iba a servir para lo contrario, para empezar de cero, pero no ha sido así. Lo que no sé es si la crisis se ha provocado para ésto, para ahondar en la desigualdad, como muchos aseguran, o si ésto no es más que la consecuencia de una crisis sobrevenida aprovechada por los capadores, pero que no se podía haber evitado. Sea como fuere, no creo que el capitalismo dé mucho más de sí, quiero decir, no creo que el capitalismo sea capaz de evitar este tipo de crisis, es más, siendo condición connatural del capitalismo la desigualdad (otra cosa es que el capitalismo sea connatural al ser humano, que no creo), las crisis son no solo inevitables sino incluso necesarias porque las crisis consolidan el capitalismo, lo fundamentan, aunque yo quisiera creer que no todos los que se sienten cómodos dentro del capitalismo (realmente son muchos los que están incómodos pero quedan ya pocos que crean que se estaría mejor fuera) no creo que todos, decía, estén deseando que haya cada dos por tres una crisis para medrar a costa de sus congéneres, aunque todo pudiera ser.

En Madrid son conscientes de lo que está pasando y están tratando de poner remedio desde la ciudadanía, siendo la administración su prolongación práctica, o al menos eso parece. En Santander está pasando lo mismo pero aquí los ciudadanos nos apartamos y la administración culpabiliza, como cuando lo de la ley de vagos y maleantes, si es que no se aprovecha de los débiles: en tres, dos, uno..., veremos lo que pasa con los vecinos del Cabildo de Arriba o con los del Prado San Roque, por ejemplo. Urge poner remedio.

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