miércoles, 7 de julio de 2010

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Si todo en nuestro cuerpo responde a necesidades evolutivas, si todo en mí se explica por algo externo a mi cuerpo (por ejemplo, el dedo gordo "abatible" nació para poder coger ramitas que introducir en los hormigueros y comer las que quedaran prendidas), me pregunto: ¿por qué tengo diez dedos? ¿qué era tan importante en número de diez como para que todos tengamos ese mismo número de dedos? Hoy lo sé: tantos.

Con diez tantos de lo que sea es suficiente.

Diez y a casa, para de contar.

Luego ya salió el listo de la manada humana y empezó a contar con los de los pies y después, para rematar, vino otro que inventó el cero.

Y con el cero se pudieron contar las ausencias y así quedamos: chupándonos el dedo, cuando no comiéndonos los mocos.

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