martes, 14 de mayo de 2019

La Comandancia de Marin_

Santander se reconstruyó tras el 41 como un monumento a los caídos. Todos esos pináculos que hay por doquier, por ejemplo rematando las bocas del Pasaje de Peña o muchas de las cornisas del centro, son elementos funerarios. Los portales de época parecen mausoleos. Sabéis a qué portales me refiero: con puerta de remate neoclásico, interior de mármol, unos pocos escalones flanqueados por pináculos, doble hoja interior con armazón metálico, como la exterior, el ascensor con rejilla y el pasamanos de la escalera alrededor de la caja del ascensor, etc. No sé si el estilo neoherreriano franquista nació así de oscuro (no tengo yo a Juan de Herrera como un arquitecto oscurantista, precisamente) o si es que se oscureció en Santander debido a la relativa proximidad de la guerra.

Así como el urbanismo higienista de genética ilustrada tiene su epicentro en la Plaza Pombo, el epicentro del urbanismo franquista, la cota cero de este estilo neoherreriano que es bandera del franquismo, se encuentra, y es solo mi opinión, en la Comandancia de Marina, incluso por delante de la Plaza Porticada, que es un burdo intento castellanista de colocar la plaza mayor que supuestamente faltaba en Santander.

El edificio de Comandancia de Marina lo tiene todo; también su jardincito, y utilizo el sufijo /-ito/ a posta, rodeado de pinos. Los mismos con los que se quiso repoblar (y al menos fue algo) las cumbres de la Cantabria agreste, que de todo tenía que haber en España (la intervención del nacimiento del Ebro responde a este mismo interés), también un rinconcito (de nuevo ese sufijo) de resonancia aria.

La foto que pongo a continuación refleja el triunfo de todo este ideario que entiendo que por entonces a los más sonara extraño pero que hoy, ochenta años después, hay a muchos a los que les parece natural.



Pero si miras la foto del revés parece que no están poniendo la Comandacia de Marina sino que la están quitando. Nada es irreversible.

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