lunes, 1 de septiembre de 2014

Tolibes y mosaicos romanos, playas, vacíos cartográficos, la necesaria resituación del paisaje y desplazamientos de topónimos santanderinos

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Siendo un crío el instituto nos llevó de excursión al alcornocal lebaniego de Tolibes, el mayor, si no el único, de Cantabria. Encontré una piedra de forma extraña. Se la enseñé a un profesor de ciencias y me dijo que era antrópico; se la enseñé a un historiador y me dijo que era natural. La guardé. Ya no sé dónde está.

El otro día, navegando por internet, encontré la siguiente foto:


Es un fragmento de mosaico romano hallado en Murcia. Mi piedra era igual, pero sin las piececitas de colores de dentro. Es probable que en Tolibes o inmediaciones haya una antigua villae por descubrir, si es que a alguien le interesa, que imagino que no.

(2)

Ayer oí decir a una chica joven playuqui, derivado de playuca, en lugar de playita. En cualquier caso, las playas, entre pejinos, fueron tradicionalmente caladeros próximos a la costa. Las actuales playas eran denominadas arenales o sables, término este último emparentado con el francés, que no derivado de él, por mucho que tengamos entre nosotros galicismos como galipó, en Santoña, "alquitrán", lo que en Santander es pichi (tomado del inglés) y en la costa occidental chapapote (del nahua, como tajurón).

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Tasra en turco significa cualquier lugar de Turquía que no sea Estambul.

Hace tiempo se me ocurrió hacer un mapa donde solo apareciera representado el municipio de Santander, la sombra recortada, y que llevara la leyenda en montañés "Cantabria sacáu Liébana, Cabuérniga, Pas, Tresmiera..."

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"No es el lugar el que cambia la recepción de una historia, sino al contrario; el mundo interior del personaje principal, sus emociones y confesiones, alteran la percepción del lugar en el que se encuentra". Firat Yücel, escritor y periodista turco, sobre la obra cinematográfica de Nuri Bilgen Ceylan, en particular sobre su última perlícula Winter sleep.

Hemos cortado el cordón umbilical que nos unía a nuestro paisaje. Ya no está el monte lleno de gente haciendo cosas en él (aperos, carbón, queso, etc.) La extinción de la toponimia es prueba de ello. El paisaje se ha vaciado. Es más, si consideramos que el paisaje es resultado del encuentro entre naturaleza y cultura, no es que el paisaje se haya vaciado, es que ha desaparecido.

Creo fundamental generar artefactos literarios (ensayo, teatro, narrativa, etc.) que ayuden a reactivar nuestro paisaje. Si nos lo quitamos de la cabeza, como si se tratara de un sombrero apolillado, desaparecerá definitivamente. Es hora de resituarlo. ¿Literatura instrumental? Sí, y descarada además, literatura al servicio de la creación de contextos que recuperen para la cultura el espacio, haciendo paisaje. También cine y música y toda la batería de herramientas intelectuales que tengamos a mano.

No es el paisaje el que hace al personaje, sino al revés, el personaje el que hace al paisaje, nos dice Firat Yücel. Pues bien, hagámosle.

(5)

El otro día una santanderina se refirió a la medianera con plátanos que hay entre el Paseo Pereda y el muelle como El Boulevard.

El Boulevard era como se conocía al Paseo antes de que se le pusiera el nombre del escritor.

Vemos aquí un desplazamiento claro: Paseo Pereda ha empujado a Boulevard a la bahía.

¿Pasará algo parecido con el Centro Botín y los Jardines de Pereda? Todo apunta a que sí.

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