lunes, 27 de agosto de 2018

Anjanas con vida en Lamiña

Hace mucho tiempo tuve la fortuna de que me contaran la última leyenda que existe sobre ojáncanos, quiero decir leyenda emanada de la tradición oral, no leída o reinterpretada a partir de lo leído. La considero última porque la recogió Jesús García Preciado de la misma persona y así la presentó, publicándola en uno de sus libros de Tantín, con lo cual me quedo tranquilo, aunque creo recordar que en la versión del libro la leyenda se corta antes de terminar por problemas de edición.

Se lo comentaba el otro día a un amigo, Dani, lo que dio pie a que me informara que a él le contaron de crío, igual que a mí, de boca a oreja, la leyenda de la Juáncana de Castillo, pueblo de la costa oriental de donde era su familia paterna, que visitamos aquí.

Hace unos meses Raquel y yo conocimos a una anciana de Lamiña. Fue mucho lo que aprendimos de ella. Entre otras cosas, sobre anjanas. Resulta que robaban la torta por debajo de la puerta rota de una casa, concretamente de la que está enfrente de la suya, que tiene, en efecto, la puerta carcomida por abajo. La vecina, harta de que le robaran la torta, puso una piedra redonda y plana a la lumbre y sustituyó la torta por la piedra caliente. La anjana esa noche, como las anteriores, volvió a meter las manos para robar la torta, quemándoselas. Gritaba, huyendo: "mala muyer, mala muyer" (atentos a esa realización, de nuevo, a la asturiana). En una versión paralela publicada por Manuel Llano la anjana gritaba "peldá, peldá", palabra que no se ha sabido interpretar (y yo tampoco soy capaz de hacerlo). Las anjanas se cobraron venganza robando a los críos de las miñegas cuando éstas los llevaban a las tierras. No recuerdo cómo termina, si es que termina, porque a lo mejor es una leyenda sin final que ha sido reconstruida para nosotros, para Raquel y para mí, a partir de fogonazos que no sabemos si son restos o si estos fogonazos son, como creo, todo lo que hay, todo lo que hay desde el principio. Pero si termina seguro que lo hace bien. El caso es que ésta es una leyenda inédita en la versión que nos contó la señora, y viva. Seguramente si volviéramos a trabar conversación con la señora nos la contaría diferente, precisamente porque se trata de una leyenda viva. Los libros necesitan versiones canónicas, estándares; pero la tradición oral no. Quizá tampoco finales ni hilo argumental, como decíamos antes.

La diferencia fundamental entre esta leyenda de las anjanas de Lamiña y las otras dos, la del ojáncano y la de la juáncana, es que la miñega que nos la contó creía en la existencia de las anjanas: no sólo se trata, pues, de una leyenda emanada de la tradición oral, de ahí su variabilidad y quizá también su aparente deslabazón, sino también de una leyenda cuyo personaje es considerado por la informante como un personaje real. Única vez en nuestra vida, por no decir última.

Las anjanas nos aseguró la señora que vivían, si es que no lo hacen todavía, en unas peñas que están por la parte de allá (y levantaba un brazo y lo movía como haciendo comba, queriendo saltar al otro lado del río), peñas que creemos son éstas:



La foto está tomada desde la mies de Lamiña. He abierto el ángulo al máximo para que quepan todas las referencias posibles. Para localizar las peñas fijaos en los plásticos negros: están justo encima. Insisto que no estamos seguros de que ésta sea la ubicación correcta, pero sí que es en esta ladera y que son unas peñas, así que si no es aquí será cerca. Por dar pistas.

Y ya que estamos dando pistas, cerca del pueblo de Pesquera, a un paso de Reinosa, hay una cueva que se llama "de los vasares". Estoy seguro que si un arqueólogo se diera una vuelta alguna cerámica encontraría.

11 comentarios:

Santiago dijo...

¿La grabasteis con una cámara de fotos o con el móvil o con algo? Cada vez se recogen menos testimonios orales de mitología e historia, y menos de semejante calidad. Esa señora merece una grabación. Jamás entenderé cómo es posible que en Cantabria no haya un Archivo de la Tradición Oral en condiciones (en Asturias podemos presumir de uno, y del trabajo de investigadores como Ambás), corríjame si en Cantabria ya existe algo parecido.

Sugerencia: en Asturias, en algunos relatos de la tradición oral referidos a seres mitológicos, éstos también utilizan expresiones como "marre". Tal vez retazos de lenguas prelatinas...

Serrón dijo...

En Cantabria no existe nada parecido. Conozco el asturiano. Incluso tengo un manual de recogida de material, azulito él, muy bueno editado por el Muséu del Pueblu d´Asturies. Y otro catalán, d ela universidad (no recuerdo cuál). Y otro aragonés para recogida de topónimos... Cantabria es una excepción, para mal.

No la grabamos. Estuvimos unas buenas horas y la verdad es que nos dejó con la boca abierta. No creo que ya tenga salud para nada, si es que sigue viva, que espero que sí.

Otro vecino nos contó otro día de monjes, de antiguas boleras de moros..., pero nada de anjanas, y eso que le preguntamos, y eso que son vecinos.

"Peldá" lo han querido relacionar con "piedad", pero no sé, me parece un poco forzado. Respecto a "mala muyer", creo que remite a formas arcaicas desaparecidas, pero no de la memoria, que la ha encapsulado en una leyenda y gracias a ello ha llegado a nosotros, aunque no como palabra viva, sino como reminiscencia (la memoria sirve para rememorar de muchas formas, no todas conscientes o no todas simpáticas -formas con las que se ha perdido el contacto directo).

Palabras prerromanas tenemos muchas, incluso de uso cotidiano. Pero en boca de personajes mitológicos ciertamente no.

Saludos.

Serrón dijo...

Pero ojo, Raquel y yo no vamos por ahí preguntando por nada en particular. Simplemente vamos a dar un paseo a un pueblo y si surge la ocasión trabamos conversación con los vecinos. Hablamos de lo que sea, y si tenemos alguna duda que creemos que nos pueden ayudar a solventar, les preguntamos, pero nada más.

Santiago dijo...

Desde luego, Cantabria es un diamante en bruto en cuestiones etnográficas... Gracias por la aclaración, soy seguidor suyo desde hace tiempo pero nunca me había atrevido a comentar nada. Pero hoy al leer este testimonio, me llamó la atención que afortunadamente aún existen muchas cosas que recoger, por eso lo de grabarlo. En Asturias aún es posible encontrar gente mayor que describe cuentos y cree realmente en ellos, acerca de "xanes", "xanas" y demás. Pero la preocupación va por recoger el testimonio directo de boca del informante, y mismamente, "mitos" como las populares "xanas" han sido convertidos, quizás de forma romántica y literaria, en bellas ninfas del agua, mientras que los paisan@s se refieren a ellas como seres maléficos y dañinos.

Un saludo, nosotros también somos amantes de esta tierra incógnita...

Cántabru dijo...

Aquí pasa un poco con las anJanas. También las convirtieron en cosas como hadas buenas cuando es algo bastante más complejo habiéndolo que roban desde críos a cosas en general, las que ahogan a gente, gastan bromas pesadas, y también figuras dadivosas. Supongo que se utiliza una misma raíz lingüística para referir a veces a distintos seres o tipologías de fenómenos

Anónimo dijo...

En realidad lo que contaba esta mujer es que pedían comida extendiendo las manos por debajo de la puerta y, hartos ya los habitantes de la casa, un día les dieron ladrillos candentes y desde entonces nunca más volvieron. Lo mejor del relato era cómo la informante juntaba las manos en actitud de rezar diciendo : _"Ay Dios mío..¡Con la de pan que mos sobra hoy!"_
Recuerdo que tenía en el pasillo de casa dos litografías que representaban la muerte del justo y la muerte del pecador; el uno agonizaba en su cama rodeado de la corte celestial y el otro de malos vicios y demonios con rabo y cuernos, y nos contaba que habían pasado todas las generaciones de niños de Lamiña por aquella casa para saber cómo eran "los pecáos".

Apa.

Serrón dijo...

Hola Apa:

Perdóname si me equivoco, pero creo que con esta señora estuvimos dos veces, una Raquel y yo y la siguiente contigo.

Recuerdo que estuvimos contigo en su casa, lo de las estampitas, que nos contó que en el dintel de su casa había una cruz igual que la de la ermita de San Frutosu (ésto no sé si lo dijo estando tú), que nos llevó a la iglesia, que nos contó del santo del retablo al que ponían velas antes de subir a los puertos...

La primera vez fue en la que nos dijo que las anjanas metían las manos por debajo de la puerta y que robaban la torta, no que pedían. Raquel me hizo ver ayer mismo que entra dentro de lo razonable que los paisanos así lo creyeran dado que los hogares en origen no estaban muy lejos de las puertas. Cuando la anjana se quemó con una piedra, creo recordar que no era un ladrillo, gritaba "¡mala muyer, mala muyer!" Si esto no lo recuerdas se confirmaría que Raquel y yo hemos estado dos veces con esta señora.

También ayer le pregunté a Raquel si recordaba cómo terminaba la historia: así, termina con la anjana quemada huyendo. Pero la señora enlazó esta historia con otra que es la de las anjanas robando (que no sustituyendo, aquí metí la pata; lo voy a corregir en la entrada del blog) los niños en las tierras. He de aclarar que no los robaban cuando las mujeres los dejaban en casa mientras ellas estaban en las tierras, sino cuando las mujeres los llevaban a las tierras y los perdían de vista. Mi propia madre recuerda cómo la dejaba mi abuela cerca de un jisu de la mies. Esta segunda tradición, la del robo de niños por las anjanas, la señora miñega nos la contó como consecuencia de la anterior, pero Raquel y yo creemos que es un enlace forzado. Esta segunda leyenda podría ser autónoma.

Es más fácil de entender la segunda que la primera, a nuestros ojos capitalinos: la segunda está diciendo "ten cuidado con los críos cuando vayas a las tierras". La primera no sé cuál es el mensaje que quiere transmitir.

A los pocos días de estar en Lamiña llamé a Jesús García Preciado y me dijo que él tenía una historia muy parecida también recogida en Lamiña, pero a otra persona, no sé si de la familia de Jaime el de Lamiña o el mismo Jaime, ya fallecido. Jesús conocía a la señora con la que nosotros entablamos conversación, pero con ella nunca habló de anjanas. La leyenda que él tiene recogida de anjanas de Lamiña no procede de esta señora.

Por suerte escribí en su día todo lo que nos contó la señora, pero no tengo el documento en este ordenador. Trataré de buscarlo en los otros y poner aquí lo que escribí entonces, en absoluto definitivo.

Serrón dijo...

La primera vez que estuvimos con esta señora fue cuando devolvimos las llaves de la ermita de San Frutosu, ahora me acuerdo.

Serrón dijo...

Hay un vecino miñego que nos habló un día de "la bolera de los moros", otro día que estaba su mujer delante de "la bolera de los monjes" (que parece más recatado) y la señora de las anjanas de "la bolera de los curas".

Es la variabilidad de la tradición oral que comentaba en la entrada. La necesidad de un canon o versión estándar es una necesidad libraria, no oral.

Que Apa y yo y aún Raquel no estemos de acuerdo en la versión que nos ha contado en dos tiempos una misma señora es buena prueba de ello.

Obviamente las anjanas no existieron, es todo una recreación que se adapta al contexto, la memoria, etc. El día que estuvo Apa fuimos a la iglesia y en consonancia las anjanas pedían humildemente, se me ocurre. A lo mejor el primer día nos dijo que las anjanas robaban por debajo de la puerta porque nos acababa de conocer a Raquel y a mí y de alguna manera la desconfianza que provocamos hizo que la anjana robara..., a saber.

Si yo me hubiera puesto del lado científico, de acuerdo, tendría que haber grabado, analizado, etc. Pero como no es mi pretensión, traslado la leyenda como me la contaron..., como la recuerdo..., como la persona que tengo más cerca de mí me hace recordar..., en fin, como un eslabón más, que creo es lo más honesto. Lo que no quita para que efectivamente en la segunda tanda la anjana pidiera, aunque yo no lo recuerde, la piedra fuera un ladrillo, las anjanas no acabaran robando niños en las tierras, etc.

Anónimo dijo...

Si, a la frase de otro cuento me remito: "yo no te digo ni que si ni que no". Solo que ese día contó eso, y lo recuerdo porque a mi me llegó vía familiar la otra versión de robar las boronas aún cociéndose y ésta me pareció una variante curiosa, que pedían por debajo de la puerta rota (ella hacía el gesto con las manos en forma de cuenco) y que se cansaron de darles comida y las quemaron. El lar no está en "la pisá" de la puerta, por cerca que esté no se llega a él, aunque al ser cuento quién sabe. Por supuesto que otro día contaría otra cosa, no es cosa de extrañar.

Apa.

Serrón dijo...

El objetivo de la entrada era señalar dónde están las peñas de las anjanas, más bien plantear la posibilidad de dónde pudieran estar, no tanto contar la leyenda, que simplemente apunté cono contexto, por eso tiré de lo que recordaba en el momento.

Y lo que recordaba era lo que nos contó la señora el primer día, cuando contactamos con ella para pedir primero y devolver después la llave de la ermita, donde estuvimos Raquel y yo solos.

La versión que he hecho mía es la de ese primer día. Por la ilusión, supongo. Te lo comentamos a ti y también llamé a Jesús, tal fue nuestra sorpresa. La señora la segunda vez, cuando nos acompañaste, a lo que se ve introdujo cambios. Si te soy sincero, cuando escribí la entrada no tenía presente ni que habíamos estado posteriormente contigo ni que había llamado a Jesús. Como digo, lo importante no era la leyenda, sino la posible ubicación de las peñas, a las que fotografié hace hoy exactamente siete días, solo. Puse la foto, escribí el texto y publiqué.

Decir que la segunda versión de la señora es la real es como decir que lo es la primera. Las dos lo son. De hecho, lo que a mí se me hace más interesante es el modo como puede variar la historia en boca de una misma persona en función del contexto. Y no solo varía la historia desde el punto de vista del emisor (la señora) sino también desde el punto de vista del receptor (en este caso yo). Que yo no recuerde detalles de la segunda versión, la del día que estuvimos contigo, es buena prueba de ello. Me acuerdo de lo que me acuerdo por lo que me acuerdo, lo mismo que la señora cuenta lo que cuenta por lo mismo, por lo que lo cuenta, que es lo verdaderamente interesante, para mí.

Sigo sin encontrar el texto que escribí en su día, supongo que después de haber escuchado la primera versión (el haberlo escrito imagino que haya hecho que sea ésta la versión que a mí se me ha quedado fijada). En cuanto lo encuentre lo pongo.

El otro día estuvimos viendo una antigua cocina en Silió: efectivamente, no se alcanza a ella desde la puerta, pero entra dentro del mismo ámbito: estaba enfrente, a escasos metros, mediando únicamente una ventana. No es raro que la gente, puestos a imaginarse que un numen de las aguas y el bosque les roba la torta, pueda imaginar que lo haga por debajo de la puerta, máxime si la cocina no está en la otra punta de la casa. Lo mismo en una casa de Lamiña hoy puesta a la venta previo vaciamiento u otra de Coo donde estuvimos Raquel y yo hace un par de fines de semana.

Un abrazo.

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