Entré a comprar el pan y lo pedí tostado porque es cierto que en Santander nos gusta blanco, que es como por defecto te lo dan, y se lo pregunté a la dependienta, que por qué: porque hay mucho cliente sin dientes, contestó. Así, lo que empezó siendo una necesidad, si me apuráis una faena, hemos acabado asumiéndolo como una cuestión de gusto.
Es como asumir que un obrero tenga que vivir apurado.
Aunque también cabría preguntarse que vivir apurado respecto a qué.
Es éste un hilo (del que tirar) infinito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario