Llegamos tarde a Eureka
justo cuando estaban terminando de hablar los interlocutores de Alega con la Policía Local de Santander
que, sorpresa
se habían personado para meter presión contra aquella fiesta multitudinaria contra el odio sin odio:
"Primero las amenazas y los insultos
y luego las multas", decía un amigo.
Llegamos tarde pero justo a tiempo
para sumarnos al aplauso colectivo y espontáneo
que le dedicó la gente a la Policía Local de Santander
no cuando se mostró a favor o dispuesta a tender la mano
que, sorpresa, no lo hizo
sino cuando se metió en el coche patrulla
y se marchó.
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