Estaba podando el seto de casa cuando me di cuenta que cogía las ramas cortadas como hacía mi madre al espuntar el maíz - dice mi madre.
Las panojas se echan al zoncho y las alubias al delantal, el maíz y las alubias crecen al tiempo, pero antes hay que espuntar el maíz - aclara.
Habíamos ido a pasear al parque de La Remonta, donde solemos: hay poca gente, está aireado y ambos lo tenemos cerca. Todavía no nos atrevemos a vernos en casa, ella todavía no está vacunada. Me trajo un bizcocho y a mí se me olvidó la miel de Terán que le tenía preparada. Las siemprevivas ya estaban secas. Tampoco había primaveras. Las gaviotas parecían desplomarse contra la poza. Las garcetas todavía no habían llegado. El cielo estaba cubierto pero no llovía.
Y fíjate que yo ni siquiera llegué a hacer la tierra. Si acaso me quedaba cuidando de mi hermana, que por entonces todavía andaba. Pronto dejaría de hacerlo - su hermana enferma. Y concluye: Luego ya bajamos a Cabezón.
Mi madre cogía las puntas así - y mi madre dobla el codo al tiempo que lo pega al cuerpo - y cuando ya eran muchas las ataba y posaba el manojo en el suelo.
Esas gavillas se llaman landes - pero ella no me oye bien, el viento viene a la contra, y responde que no, que gavillas no - No, no - digo: landes, creo que se les llama landes. Es cierto - responde -, ha sido decirlo tú y venirme a la cabeza.
Llegamos a la parte alta del parque, a la de tierra. Habían segado hacía poco para poder pasar. Quizá de ahí que hubiera tan pocas flores.
Me descubrí haciendo lo mismo que mi madre con las ramas que iba quitando del seto - mi madre, y añade: hay cosas que se te quedan grabadas sin saber por qué.
No hay comentarios:
Publicar un comentario