"Pero vamos a las castañas.
Que están guardadas en los orizos, burizos, urcinos - el erizo - caloco o caleco si vacío, y remellón o regañón sin fruto. Pero dentro de ese erizo, santo Dios, cuánta variedad de castañas: escalentías, las primeras y las mejores, cuyo erizo se abre por sí solo y, cuando hay viento, cae primero el contenido que el continente: miliceras, verdejas, vizcaínas, mendrugas, jerrinas o serrinas, verruquesas, galizanas, mayucas, mayuelas, berruecas... aparte de otros nombres similares con que en cada pueblo se distinguen.
Las hay que caen solas, como las escalentías al abrirse en erizo como se ha dicho, pero otras hay que tirarlas a derrengazu con derrengos, porretas o varas muy largas y derechas, porque a jorrique no caen.
Pero dentro del orizo, hay un tipo especial, las repetidas escalentías son las que ellas solas se desorizan, arremellan, regañan, escalocan, desborizan o ahornan. Dentro, repetimos, corrientemente hay tres castañas - aquenios - de las cuales, la del centro es la mayor y por ello se le llama reino o reina y estello, y las compañeras de viaje, si son excesivamente ruines, se las llama carrias y cagarritas; cuando solo tiene la envoltura concho.
Una vez el viento o a derrengazu limpio se varean los erizos, se guardan en un carrozal o urizal. Y a medida que se van necesitando, se desborizan o desorizan piando los erizos para escabucharlos o descachizarlos. Una vez retiradas del carrozal las que se vayan a consumir se las coloca en una zarza o varga para ensarear.
Para las magostas se escogen una a una para que no haya ni carrias ni podridas y, antes de meterlas al fuego, se les hace una hendidura con los dientes - se mozclan - con el fin de que no haya tiros o castañetazos."
De Anecdotario montañés (edición del autor, 1987) de Antonio Bartolomé Suárez, pp. 221-222.
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