Pues bien, dentro de la garauja ocupa el primer lugar la horca tornadera, bien de dos púas, propia para la hierba, o de cuatro más usada en la trilla; normalmente toda de madera de espina y de una sola pieza.
Para hacerla se corta de alguna espina frondosa una rama a propósito, luego se le quita la corteza, se aguzan los gajos y se termina tostándola en una lumbre que produzca una llama muy viva. Previamente se la unta toda ella con leche recental - el calostro que da la vaca según parie -.
Para manipular la hierba en los pajares, cuando se descarga el carro introduciéndola por el bocarón, única ventana de acceso exterior que tiene el pajar, se suele usar más el horcón de cuatro puntas de hierro; pero luego, para repartir adecuadamente la hierba por todo el pajar, formando las camadas, se hace con la horca de dos púas, mucho más ligera y manejable.
La horca de cuatro gajos, a veces tres, que también se denomina así a las púas, como hemos dicho, se emplea más en las faenas de la trilla para tender la parva al deshacer los haces de trigo, dejando todo el círculo de la era con una capa igualada, o para dar las primeras vueltas al parvón, nombre que va recibiendo la mezcla de trigo y paja a medida que se va moliendo con el paso de los trillos. Estos movimientos son precisos para ayudar a los rayos de sol, ya que el dicho popular nos recuerda que, en la trilla, muele más el sol que el trillo. [...]
Otro instrumento típico de la garauja es la garia. En Castilla se la suele llamar bielga o bielda. Se usa para dar vuelta a la parva cuando ya va muy molida, para contornearla cuando ya va muy avanzada la faena, para recoger la parva al final y poder barrer la era, para cargar la paja en los carros, para meterla en el pajar y para esparcirla por encima de la hierba. [...]
Luego viene el bieldo, que es parecido a la garia pero más sencillo. [...] Sirve para aventar la parva, una vez que se ha amontonado, y así separar el trigo de la paja, claro, suponiendo que sople el viento; más de una vez había que dejarlo para el día siguiente.
Otras piezas que entran en esta denominación son los rastrillos, usado para atropar la hierba segada y seca en los prados, también para mover la parva y para todo lo que se tercie. [...]
También dentro de la garauja se suele considerar la cestería y algún otro instrumento de madera de uso manual, aunque estos ya se hacían por encargo. Normalmente la mayoría de estos instrumentos se vendían para Castilla y representaban el trabajo de todo el invierno, pues en Campoo su venta era muy limitada, ya que pocos eran los que no los sabían construir.
Las piezas favoritas de la garauja eran los astiles de los dalles [...]. Eran un listón de madera de metro y medio de longitud por cuatro centímetros de ancho y grueso, sumamente ligero, pero, al mismo tiempo, fuerte; por eso se prefieren los de madera de fresno cuarteado, o sea, abierto por la mitad para que la fibra no se rompa, pues si se sierra pierde por completo esta característica. [...]
Siempre los astiles están muy adornados con figuras geométricas talladas, muescas y demás detalles que se le ocurran al dueño, con un fin no solo decorativo, sino también para que pierda peso, pero no resistencia.
Las escobas, con mango supletorio; los escobones, dejando que sus largas ramas hagan de mango, hechos todos de berezo, para barrer la era una vez sacada la parva, la cuadra, el corral o lo que se tercie, no tienen el concepto de garauja, ya que un paisano, en cualquier rincón, encuentra materia prima para fabricarlas.
La madera de las garias, bieldos y rastrillo siempre era de haya y la de los mangos de avellano."
De Recuerdos de mi tierra campurriana (Cantabria Tradicional, 2000) de Nicanor Gutiérrez Lozano, pp. 57-61.
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