Estábamos tomando un vermú en la única terraza del Sol que queda abierta ahora que cierran la calle al tráfico para los turistas, la única ahora que los turistas se han marchado, y estábamos sentados los del barrio: nosotros hemos vivido en esta calle.
Y en esto que se levantan unos a fumar y se empiezan a cabrear por unos poemas que han puesto en el suelo, tanto que me levanto y me pongo con ellos a ver qué pasa ahora que ya no hay turistas y un vecino encorvado busca colillas a pleno sol y otro que viene con la caña encogida y algo largo dentro de la bolsa sucia del súper y otro más calado con visera de publicidad que pasa pero no esa chica con perrito que no se atreve por miedo a los vecinos cabreados por unos poemas del suelo.
Los vecinos del Sol, extrañados.
1 comentario:
A estas alturas no se puede emprender una intervención del tipo de sea, poética como en este caso, por ejemplo, sin contar con los vecinos.
Hacer lo que sea sin contar con el supuesto destinatario es tomar a éste como excusa o como rehén. Normal que los destinatarios se rebelen.
Y aunque a mí me guste la intervención en Sol, me tengo que poner del lado de los vecinos extrañados porque tienen razón.
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