Los euskaldunes se definen por la lengua. Todo el que la emplea, es. El que no, pasa a ser erdera.
En Cabuérniga se emplea la palabra gajucu para designar a todo aquel que no posea sangre cabuérniga.
Tanto erdera como gajucu sirven para lo mismo, para segregar. Son formas equivalentes a los bárbaros, los otros.
Ahora bien, la noción vasca es más flexible que la cabuérniga. Todo el que hable vasco, está dentro. De ahí que estando el vasco constituido en más de un 70% por palabras latinas sea considerada una lengua no romance sino prerromana. Su clave es la asimilación, la integración. En cambio, la noción cabuérniga es dura, irrefutable, sin margen de maniobra. O eres o no eres, para siempre. O hasta la extinción.
De resultas, el vasco sobrevive mientras el montañés languidece.
En todo caso, cuidado, porque parece que estoy echando la culpa de su condición exclusivamente a las lenguas minorizadas, cuando si están minorizadas es porque hay un agente externo (que puede ser complejo o multifactorial) que las minoriza. Pero la actitud, la forma de encarar la vida (pensar que no es más que un encaminarse hacia la muerte, por ejemplo) es indudable que está ahí, se note más o menos.
Y ahora que sabemos que para sobrevivir hay que abrirse, creo que estamos en disposición de reconocer la necesidad de acometer una tarea doble: rescatar patrimonio lingüístico, sí, y además en todas sus dimensiones (no conformarnos con el campo semántico residual, sino trabajar para recuperar el significado cuanto más amplio, cuanto más multifacetado mejor, siempre que tengamos claro que lo que nos ha llegado es el resto de una riqueza perdida que procede recuperar y no que la riqueza sea precisamente la especificidad del significado, en cuyo caso no procede ampliar su campo semántico), no solo recuperar patrimonio, decía, sino también probar a integrar soluciones no heredadas (no quiero decir genéticamente ajenas porque realmente pocas lo son si tomamos al cántabro como una lengua romance viva) como por ejemplo cochi por coche, reonda por rotonda o semáforu por semáforo, por no salir de un mismo contexto.
Y si una y otra son importantes por separado, la relación entre ambas vertientes, el respeto mutuo, la colaboración entre hablantes patrimoniales y neohablantes, el trasvase de significados de una esfera a otra, etc., lo es todavía más.
viernes, 22 de noviembre de 2019
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1 comentario:
Por afinar un poco: euskera -el idioma vascuence- se opone a erdera -que debe ser en realidad cualquier otro idioma. Quien habla el primero es euskaldun, en oposición a erdaldun.A juicio de un vascoparlante, tanto el castellano como el francés son erdera.
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