Artículo muy interesante de Innerarity, aquí. Este hombre tiene un libro, La democracia del conocimiento, absolutamente recomendable. En esta misma colección Las empresas sociales, tamién muy recomendable.
viernes, 28 de febrero de 2014
jueves, 27 de febrero de 2014
¿Y si la realidad fuera acumulación y no sucesión?, 2
"La arqueología, memorística o de objetos, no es un lugar al que mirar con nostalgia, para recordar cómo eran las cosas: más bien lo contrario. Es un lugar que viene al presente, que es donde se reactualiza para construir la complejidad de tu presente. Una mandíbula de un neandertal vienen al presente, mezclándose con Google Maps, para construir nuestro presente, no para ver cómo eran ellos. El tiempo no es una línea recta, es una especie de bucle donde está viniendo todo y se está actualizando a cada instante por antiguo que sea. Para mi tiene que ver con la idea más general de que la memoria no es un archivo, es una construcción siempre hecha desde el presente." Agustín Fernández Mallo, aquí.
Quita y pon
Laredu, Hazas en Cestu, Zarcéa, Gustiriguáu, Hinojéu, Gusparras, Tretu, Vegalusvaus, Torlavega, Guriezu, Jerrerías, Cófreces, Santutís... es lo que queda en el mapa cuando quitas Santander.
Los Castros, La Gándara, Rampla Sotileza, Calleja Arna, La Machina, Las Llamas, La Ribera, L´Alta, Callalta, Cuesta´l Gas, Cuesta las Viudas... cuando pones Sanander.
Los Castros, La Gándara, Rampla Sotileza, Calleja Arna, La Machina, Las Llamas, La Ribera, L´Alta, Callalta, Cuesta´l Gas, Cuesta las Viudas... cuando pones Sanander.
miércoles, 26 de febrero de 2014
Ormaechea y las casas de piedra
Ormaechea es un apellido vasco que se podría traducir por algo así como "la casa con muros de piedra". Que las casas de piedra se significaran de este modo indica que las de su alrededor, la mayoría, no eran de piedra, sino de madera. En País Vasco el proceso de sustitución de la madera por la piedra en las viviendas también se dió en torno al s. XV. A ver si me acuerdo de poner por aquí alguna referencia que he ido encontrando al respecto durante estos días.
De copas con el Centro Botín
Si consiguen integrar el Centro Botín en el espacio aéreo de las copas de los árboles de los Jardines de Pereda, quizá todavía salven la situación. Es la única perspectiva positiva a nivel estético que se me ocurre.
lunes, 24 de febrero de 2014
Muñecos de madera montañeses y escultura de vanguardia finlandesa
Hace unos meses estuve en el museo abierto en el pueblo de Valle, en Cabuérniga. En la última planta hay una muestra de objetos muy potentes que están, lamentablemente, descontextualizados. Es un problema común a muchos museos: no sabes lo que estás viendo.
Recuerdo que un conocido galerista santanderino me dijo que él no estaba para enseñar a nadie, que se viene aprendido de casa, que él está para vender. Bueno, él sabrá. En todo caso, ahora estamos hablando de un museo, que se supone tiene un compromiso con el aprendizaje. Debería, al menos.
En esta muestra un tanto caótica de objetos destaca un muñeco hecho de un tronco de árbol. Es un muñeco basto, hecho con un hacha o similar, pero con sutileza, no con detalle pero sí con cuidado. Se muestra desnudo, aunque, al parecer, estos muñecos hechos de un solo taco de madera se solían vestir, no sé muy bien cómo ni con qué.
Recuerdo que un conocido galerista santanderino me dijo que él no estaba para enseñar a nadie, que se viene aprendido de casa, que él está para vender. Bueno, él sabrá. En todo caso, ahora estamos hablando de un museo, que se supone tiene un compromiso con el aprendizaje. Debería, al menos.
En esta muestra un tanto caótica de objetos destaca un muñeco hecho de un tronco de árbol. Es un muñeco basto, hecho con un hacha o similar, pero con sutileza, no con detalle pero sí con cuidado. Se muestra desnudo, aunque, al parecer, estos muñecos hechos de un solo taco de madera se solían vestir, no sé muy bien cómo ni con qué.
No tengo foto, lo siento. Es realmente impresionante. El museo merece una visita aunque solo sea por verlo.
Cabe decir que este muñeco es tradicional, o sea, que no se debe a un artista local que le dió por ahí (aunque tampoco hubiera estado mal, pero en ese caso estaríamos hablando de otra cosa).
Leo aquí breve crítica a obra de artista finlandesa, Mia Amari, que dice lo siguiente:
"Armada con un cuchillo de acero con empuñadura de cuero, Mia Hamari (1976, Simo, Finlandia) trabaja incansable con una rama de la que caen de manera incesante unas virutas que se esparcen como copos por el suelo. Frágil de aspecto, la escultora sacude de vez cuando su larga melena para controlar que la madera caiga dentro de un círculo sobre el que se levanta una escultura que ha denominado Satu. Es una extraña criatura con tronco de mujer que se sostiene sobre una única pata aparentemente de caballo. En lugar de cabeza, solo se ve una larga melena que arranca del cuello y cubre parcialmente el pecho y los hombros. La escena ocurre en Forum Box, una de las 13 galerías procedentes de Finlandia, el país invitado este año en Arco."
"Entre otra media docena de figuras igual de inquietantes, Mia Hamari, que vive y trabaja en la Laponia finlandesa, explica que las suyas son esculturas que hablan de la infancia, de la fantasía y de la magia de sus primeros años. Orgullosa de trabajar la escultura de madera con el mismo entusiasmo que lo hacían sus antepasados, Hamari incorpora a sus piezas trocitos de bronce, huesos y pieles que a veces colorea. Intenta que el público participe de las imágenes que su imaginación ha recreado como si fueran parte de su pasado."
Foto:
Cabe decir que este muñeco es tradicional, o sea, que no se debe a un artista local que le dió por ahí (aunque tampoco hubiera estado mal, pero en ese caso estaríamos hablando de otra cosa).
Leo aquí breve crítica a obra de artista finlandesa, Mia Amari, que dice lo siguiente:
"Armada con un cuchillo de acero con empuñadura de cuero, Mia Hamari (1976, Simo, Finlandia) trabaja incansable con una rama de la que caen de manera incesante unas virutas que se esparcen como copos por el suelo. Frágil de aspecto, la escultora sacude de vez cuando su larga melena para controlar que la madera caiga dentro de un círculo sobre el que se levanta una escultura que ha denominado Satu. Es una extraña criatura con tronco de mujer que se sostiene sobre una única pata aparentemente de caballo. En lugar de cabeza, solo se ve una larga melena que arranca del cuello y cubre parcialmente el pecho y los hombros. La escena ocurre en Forum Box, una de las 13 galerías procedentes de Finlandia, el país invitado este año en Arco."
"Entre otra media docena de figuras igual de inquietantes, Mia Hamari, que vive y trabaja en la Laponia finlandesa, explica que las suyas son esculturas que hablan de la infancia, de la fantasía y de la magia de sus primeros años. Orgullosa de trabajar la escultura de madera con el mismo entusiasmo que lo hacían sus antepasados, Hamari incorpora a sus piezas trocitos de bronce, huesos y pieles que a veces colorea. Intenta que el público participe de las imágenes que su imaginación ha recreado como si fueran parte de su pasado."
Foto:
Sintaxis sin lenguaje
En mi época de estudiante repasaba dibujando en un papel un esquema sin palabras, un esquema compuesto por rayas, círculos, cajetines, flechas, puntos, etc. Cuando estaba bien metido en faena, me imaginaba la información en bloques que se iban moviendo, enlazándose unos con otros, desprendiéndose, transformándose en otros bloques, mientras dibujaba mis esquemas.
Gracias a este artículo puedo intuir que lo que estaba haciendo era activar regiones del cerebro asociadas a la sintaxis, pero no al lenguaje, ya que la sintaxis no está necesariamente ligada al lenguaje.
Se me ocurre que el hombre prehistórico, que no conocía el lenguaje escrito, podría estar haciendo uso de estas regiones cuando dibujaba en las paredes de las cuevas esos esquemas que hoy nos resultan inextricables (polígonos con rayas dentro, sucesiones de ondas, etc.), esquemas muy parecidos a los míos (los repertorios de iconos disponibles, lógicamente, son distintos). Lo que se representa es sintaxis, pero sin lenguaje, de ahí nuestro desconcierto.
Gracias a este artículo puedo intuir que lo que estaba haciendo era activar regiones del cerebro asociadas a la sintaxis, pero no al lenguaje, ya que la sintaxis no está necesariamente ligada al lenguaje.
Se me ocurre que el hombre prehistórico, que no conocía el lenguaje escrito, podría estar haciendo uso de estas regiones cuando dibujaba en las paredes de las cuevas esos esquemas que hoy nos resultan inextricables (polígonos con rayas dentro, sucesiones de ondas, etc.), esquemas muy parecidos a los míos (los repertorios de iconos disponibles, lógicamente, son distintos). Lo que se representa es sintaxis, pero sin lenguaje, de ahí nuestro desconcierto.
Queserías asturianas
Artículo interesante sobre querías artesanas en Asturias aquí.
Recuerdo que cuando crío, durante los veranos, íbamos a comprar queso a casa de una vecina de Sopeña. Era, para nosotros, queso, sin más. No esa familia a la que nosotros comprábamos, sino otra, también vecina, se lanzó a comercializar su queso. En pocos años ha ganado no sé ya cuántos premios internacionales, entre ellos el máximo galardón del World Cheese Awards, que son como los Óscar de los quesos. Me refiero a la quesería Gomber.
Tenemos un potencial enorme. Solo nos lo tenemos que creer. Cuántos quesos estarán esperando que alguien los recupere... y con éxito.
En mi opinión los antiguos quesos de ricilla (los de ganado menor) cabuérnigos tienen un gran recorrido. Y ésto solo hasta donde yo llego. Imaginad todo lo que puede aportar cualquier anciano de esos que están sentados en un taju en su socarrena, haciendo como que no tienen nada que hacer. Finjen. En ellos está nuestra salvación.
Recuerdo que cuando crío, durante los veranos, íbamos a comprar queso a casa de una vecina de Sopeña. Era, para nosotros, queso, sin más. No esa familia a la que nosotros comprábamos, sino otra, también vecina, se lanzó a comercializar su queso. En pocos años ha ganado no sé ya cuántos premios internacionales, entre ellos el máximo galardón del World Cheese Awards, que son como los Óscar de los quesos. Me refiero a la quesería Gomber.
Tenemos un potencial enorme. Solo nos lo tenemos que creer. Cuántos quesos estarán esperando que alguien los recupere... y con éxito.
En mi opinión los antiguos quesos de ricilla (los de ganado menor) cabuérnigos tienen un gran recorrido. Y ésto solo hasta donde yo llego. Imaginad todo lo que puede aportar cualquier anciano de esos que están sentados en un taju en su socarrena, haciendo como que no tienen nada que hacer. Finjen. En ellos está nuestra salvación.
domingo, 23 de febrero de 2014
Modelo de negocio: mercado de productos locales en Bilbao
En el casco viejo de Bilbao han abierto recientemente un mercado de productos locales que bien merece un viaje para conocerlo. Se llama Geuria. Estuve en fin de semana y estaba hasta la bandera. Un muy buen modelo de negocio. No he encontrado su web, pero breve referencia aquí.
Anjana y Arnía
En Cantabria paez qu´está de moda poner nombris "cántabros" a los críos. Pero por cántabros paez que nu entendemos los qu´eran corrutos anantis la estandarización franquista (en Sopeña recuerdu´n Zoilo, pinto´l casu), sino los que se supón son prerromanos, tipu Laro y asina (tampocu sé por qué tindrían que ser más cántabros los anterioris a Franco). Es cuspíu a lo que pasó décadas atrás n´el País Vascu, onde abundan los Aitor, Urtzi y purí lanti. Abora paez qu´espienzan a espardesi topónimos. Es guapu que l´abanicu se abra y haya más onde iligir aunque teno de reconocer que a mí se me jaz raru. Es por eso que he jechu la fotu que pongu a continuación.
¿Cómu se pon la boina en Sanander?
¿Cómu se lleva la boina en Sanander? Es algo que nunca me bía priguntáu. He vistu dos viejos que la llevan cumu el de la fotu, muertu trespuestos los noventa años. Cudu es güena muestra.
Cabeceru de cama
El Muséu d´Etnografía y Folklore de Cantabria, con sée en Muriedas, ha entarajilaú una desposición temporal enas casas L´Áila y La Parra de Santillana sobre "uficios del pasáu". Es un horrabis. Encontó, daque pieza puéi justificá-la visita: a mí me llama l´atención, por cima´l restu piezas, el dibuju que presenta un cabeceru cama, ena fotu. Pol tamañu, cudo sea el cabeceru cama d´un críu, y el dibuju el dibuju d´un críu, pero, asina y tóo, me gusta. Es un dibuju con muchu aquél.
San Francisco, pelegrinu
Diz la lienda que San Francisco, el santu los animales, trespuso Santillana cara Santiago de Compostela. De caminu durmió ena torri de Viveda, que tuvía está, pero falla. Una torri bien guapa, aunque acorcollá por urbanizacionis que, paez, nu tinían otru sitiu mejor onde espardese.
Tamién pasó el santu por Sanander, onde jundó el conventu qu´estaba por trás del autual aluntamientu, n´el solar que hui acupa el Mercáu la Esperanza.
El mercáu, combláu de carnicirías, es la peor alcordanza que los santanderinos juimos pa jacer del santu que parlaba conos animalis.
Tamién pasó el santu por Sanander, onde jundó el conventu qu´estaba por trás del autual aluntamientu, n´el solar que hui acupa el Mercáu la Esperanza.
El mercáu, combláu de carnicirías, es la peor alcordanza que los santanderinos juimos pa jacer del santu que parlaba conos animalis.
Gorru montañés
N´un peliódricu santanderinu de los años ochenta del siglu decinuevi, El Buzón de la botica, apaez una ilustración d´un montañés con montera: El montañés litigante, titúlase. Puéi veesi aquí. N´un grabáu n´una casa baja del pueblu de Valle, en Cabuérniga, apaez un señor con sombreru de copa (un galeru). Las boinas se me jaz que se jacieron corrutas conas guerras carlistas, no antes.
N´el claustru románicu de Santillana, del siglu XIII, el guía disque´l centáuru del capitel de la fotu lleva puestu un "gorru montañés".
Abarcas de Cuetu (Sanander)
Fotos d´unas abarcas n´un bar centenariu de Cuetu, en Sanander. Mos han dichu que son del mismu Cuetu. Pol tamañu paecin de críu.
martes, 18 de febrero de 2014
Genealogía del Museo de Bellas Artes
Y es que nuestro museo de bellas artes ha querido ser lo mismo que el IVAM, cuando el IVAM tiene una genealogía diferente a nuestro museo.
El IVAM nace de la compra de la colección de un escultor afín a Picasso. La España de la Transición necesitaba encajar la pieza de las vanguardias históricas, con las que el Franquismo había roto relaciones, en el relato de la modernidad que empezaba a retomarse, y el IVAM era su cabeza de playa. El IVAM sirvió para recuperar el tiempo perdido, básicamente. En esta tarea le siguió el Reina Sofía, que se inauguró un poco después.
Nuestro museo quiso seguir los pasos del IVAM, por lo existoso, pero se equivocó. Lo que teníamos que haber hecho es seguir los del Museo de Bellas Artes de Bilbao: un museo decimonónico que lejos de sentirse apartado de las corrientes artísticas actuales intenta integrarse en ellas, abriendo nuevos frentes (la inclusión de un nuevo elemento en un sistema supone la redefinición del sistema al completo, es decir, el que se tiene que adaptar no es solo el nuevo elemento, sino el sistema al completo, que se redefine), como el de la identidad o el de la tradición, tan contemporáneos o más que muchos de los que ponen encima de la mesa las vanguardias históricas.
Resultado: El IVAM es un cañón y el Museo de Bellas Artes de Bilbao otro, cada uno a su manera; el nuestro, poca cosa. De hecho, en nuestro museo la Escuela Montañesa, que es de lo mejor que podemos aportar a la historia del arte moderno, apenas está representada. Tened presente que esta Escuela es una traducción local del Romanticismo, una traducción un tanto tardía, cierto es, pero que, por eso mismo, presenta una serie de matices muy evidentes, tanto como contemporáneos, que nos alcanzan directamente, tales como la tensión entre individuo y sociedad, por ejemplo, o la construcción del individuo en lo que le rodea. Estos cabos que nos tiende la Escuela Montañesa nadie los ha hecho suyos. Es solo un ejemplo.
A mí me gustaría que se abordaran los temas candentes de hoy, los globales, desde lo que cada uno es, no desde lo que son otros o, peor aún, desde el artificio que unos pocos, por interés personal, han dicho que somos todos. Seguro que con la Escuela Montañesa en la mano no solo podríamos abrir todas las puertas, cubrir todos los temas "de moda", sino que incluso podríamos condicionar la decisión de qué es interesante abordar, modificar el mapa de intereses comunes, la lista de éxitos (siguiendo la lógica del cambio que se produce en el sistema cuando se incorpora un nuevo elemento, tal y como comentaba antes).
No es que a nuestro museo le haya salido el tiro alto y nos hayamos convertido en una mala copia del Reina Sofía, como se suele decir, es que nuestro museo está infravalorado. Nos hemos equivocado de camino. Si hubiéramos hecho lo correcto (qué facil es hablar a toro pasado) hubiéramos llegado muy lejos, más que a la zaga del Reina Sofía o del IVAM. Si hubiéramos apostado por nosotros mismos, si hubiéramos sido realmente ambiciosos desde lo que somos, hubiéramos podido llegar a ser otros tan importantes como los otros que queremos ser, infructuosamente. Incluso podríamos haber participado en la definición de qué es importante y qué no.
Que tenga que venir Burtinsky con una foto de varios miles de euros a decirnos que el paisaje es una de las claves de la contemporaneidad, teniendo además a Riancho, por ejemplo, metido en un almacén va ya para un siglo, manda narices (y eso que este fotógrafo me encanta).
El IVAM nace de la compra de la colección de un escultor afín a Picasso. La España de la Transición necesitaba encajar la pieza de las vanguardias históricas, con las que el Franquismo había roto relaciones, en el relato de la modernidad que empezaba a retomarse, y el IVAM era su cabeza de playa. El IVAM sirvió para recuperar el tiempo perdido, básicamente. En esta tarea le siguió el Reina Sofía, que se inauguró un poco después.
Nuestro museo quiso seguir los pasos del IVAM, por lo existoso, pero se equivocó. Lo que teníamos que haber hecho es seguir los del Museo de Bellas Artes de Bilbao: un museo decimonónico que lejos de sentirse apartado de las corrientes artísticas actuales intenta integrarse en ellas, abriendo nuevos frentes (la inclusión de un nuevo elemento en un sistema supone la redefinición del sistema al completo, es decir, el que se tiene que adaptar no es solo el nuevo elemento, sino el sistema al completo, que se redefine), como el de la identidad o el de la tradición, tan contemporáneos o más que muchos de los que ponen encima de la mesa las vanguardias históricas.
Resultado: El IVAM es un cañón y el Museo de Bellas Artes de Bilbao otro, cada uno a su manera; el nuestro, poca cosa. De hecho, en nuestro museo la Escuela Montañesa, que es de lo mejor que podemos aportar a la historia del arte moderno, apenas está representada. Tened presente que esta Escuela es una traducción local del Romanticismo, una traducción un tanto tardía, cierto es, pero que, por eso mismo, presenta una serie de matices muy evidentes, tanto como contemporáneos, que nos alcanzan directamente, tales como la tensión entre individuo y sociedad, por ejemplo, o la construcción del individuo en lo que le rodea. Estos cabos que nos tiende la Escuela Montañesa nadie los ha hecho suyos. Es solo un ejemplo.
A mí me gustaría que se abordaran los temas candentes de hoy, los globales, desde lo que cada uno es, no desde lo que son otros o, peor aún, desde el artificio que unos pocos, por interés personal, han dicho que somos todos. Seguro que con la Escuela Montañesa en la mano no solo podríamos abrir todas las puertas, cubrir todos los temas "de moda", sino que incluso podríamos condicionar la decisión de qué es interesante abordar, modificar el mapa de intereses comunes, la lista de éxitos (siguiendo la lógica del cambio que se produce en el sistema cuando se incorpora un nuevo elemento, tal y como comentaba antes).
No es que a nuestro museo le haya salido el tiro alto y nos hayamos convertido en una mala copia del Reina Sofía, como se suele decir, es que nuestro museo está infravalorado. Nos hemos equivocado de camino. Si hubiéramos hecho lo correcto (qué facil es hablar a toro pasado) hubiéramos llegado muy lejos, más que a la zaga del Reina Sofía o del IVAM. Si hubiéramos apostado por nosotros mismos, si hubiéramos sido realmente ambiciosos desde lo que somos, hubiéramos podido llegar a ser otros tan importantes como los otros que queremos ser, infructuosamente. Incluso podríamos haber participado en la definición de qué es importante y qué no.
Que tenga que venir Burtinsky con una foto de varios miles de euros a decirnos que el paisaje es una de las claves de la contemporaneidad, teniendo además a Riancho, por ejemplo, metido en un almacén va ya para un siglo, manda narices (y eso que este fotógrafo me encanta).
Refugio antiaéreo (si ya no hay literatura de trinchera, metámonos en los búnkers)
*Refugio antiaéreo*
El espacio escénico lo comprende el halo de luz de una bombilla. Dos hombres (A y C) y una mujer joven (B) de pie, alineados frente al público. Detrás de ellos se adivinan maniquíes haciendo fila, una detrás de cada personaje. Los tres tienen las caras pintadas de blanco de forma exagerada. Suenan sirenas. Estallidos de bombas esporádicos.
A. Oiga señora, que aquí no se puede comer (irritado).
B. Será por el ruido que hago, que le molesta (ni se digna en mirarle).
A mira para otro lado.
C. ¿No las remoja?
B. ¿Las chufas?
C. Sí, que si no las remoja.
B. No.
C. A mí solo me gustan blandas.
A vuelve la mirada a B, que está en el centro.
A. Oiga, que aquí tampoco se pueden meter líquidos.
B. Que son chufas. Las llevo en un cucurucho. Están secas.
C. Y duras (fingiendo cara de asco).
B. Se las quería llevar a mi marido, pero con los nervios me las estoy comiendo yo. No puedo parar.
C. Bien se vé.
B. No crea, está esto muy oscuro (sonrisa). ¿Quiere?
C. No, gracias.
A. Que está prohibido comer, repito.
B. Oiga, que a usted no le he ofrecido (irritada).
C. Voy a encender esta otra luz.
B. Tenga cuidado. Si está apagada por algo será.
C. Tranquila, que no está apagada. Es que tiene el casquillo flojo. ¿Ve? Ya está.
Dos bombillas. El espacio se amplía. A mira hacia atrás y se dirige a C.
A. No me extraña que éstos ni píen, mírelos, muertitos de miedo.
B se vuelve.
B. Parecen de cera, sí. ¿Chufas? (a todos).
Se apaga la luz. A oscuras.
C. Vaya, ahora que teníamos buena luz.
B. Más parecían maniquíes.
A. Ni se les ocurra hacer lumbre, ni prender una cerilla ni encender un mechero. Está prohibido.
C. No, reses.
A. ¿Cómo?
C. Que más parecemos reses.
Silencio prolongado. Continúa la oscuridad.
A. Esa ha caído cerca.
C. Y tanto. Esto parece un terremoto.
B. Mi marido.
Se enciende un foco extradiegético. Se ilumina un espacio en el escenario paralelo al del refugio. Está amueblado muy pobremente: una mesa, dos sillas, poco más.
D. He visto mirlos en el parque.
B. ¿Mirlos?
D. Miruellos.
B. Ah.
D. En el parque. No los había visto antes. No los había visto aquí, quiero decir, en Santander.
B. Los habrá traído la guerra, como a las cigüeñas. Dónde andarán.
D. ¿Las cigüeñas? Huyendo, que es como llegaron aquí. Ya se han marchado. Es lo que tú y yo teníamos que haber hecho.
B. Y a dónde íbamos a ir tú y yo. El futuro es nuestro, decías. Pero el futuro nunca llega. Si no, no sería futuro.
D. Si llegara, también nos lo quitarían.
Pausa.
B. Hay que traer carbón.
D. Muy bien, voy yo a San Simón.
B. Te traigo yo unas chufas a cambio. Tengo que salir. El primero que llegue que espere al otro. No enciendas el brasero sin mí. Ya sabes que me gusta verte calentar la casa.
D. ¡Chufas!
Se apaga el foco. Oscuridad. Silencio. Se encienden las dos bombillas. A, dirigiéndose a la negrura, leyendo con atención.
A. ¿Ven? Aquí bien claro lo pone: “Guarden silencio. No se puede encender fuego. No está permitido comer ni beber. Solo los ancianos podrán llevar sillas.” Es un bando municipal. Es la ley (ademán).
Silencio prolongado.
A. Me enseñó a leer un señor que iba delante de los tranvías, abriendo paso. A lo mejor os acordáis de él. Bueno, tú no, que eres una chiquilla. Iba a todo correr delante, con un banderín en la mano. ¿Sí? Ya veo que no. Entre carrera y carrera solía descansar un poco en la taberna de mi padre. Precisamente iba ahora a su casa a leerle la prensa. El Diario Montañés. Mi padre, el pobre, cómo estará.
B. ¿Es el de hoy?
C dirigiéndose a B.
C. Lo mismo da que sea el de ayer o el de qué sé yo cuándo (con aspavientos). El Diario Montañés es siempre igual. Nunca cambia de noticias, por si acaso.
C dirigiéndose a A.
C. Oiga, ¿y no le apetece leer un poco?
A. Vamos, que me calle (dolido).
B a C, ajenos a A.
B. ¿Una chufa?
C. Pues no le voy a decir que no.
Silencio prolongado. B y C comen. A lee entre dientes.
B. Oiga, ¿no puede leer en silencio?
A. Lo hago.
B. Quiero decir sin mascuñar.
C. Es que éste está acostumbrado a hablar entre dientes.
B. No será usted un chivato.
A. No, yo solo leo.
B. Ya, El Diario Montañés.
C. Conteste a lo que le ha preguntado la señorita: ¿no será usted un chivato?
A. Déjenme en paz. Yo solo leo.
C. Y dale, como si nada.
B. Éste es un chivato, que te lo digo yo.
Se apagan las luces. C enciende una cerilla. La apaga antes de que le queme sin que nadie diga ni haga nada. C enciende otra cerilla. La apaga antes de que le queme sin que nadie diga ni haga nada. Se encienden las dos bombillas. A no está.
C. ¿Le quedan chufas?
B. No.
Estallidos cercanos. Se apagan las luces.
El espacio escénico lo comprende el halo de luz de una bombilla. Dos hombres (A y C) y una mujer joven (B) de pie, alineados frente al público. Detrás de ellos se adivinan maniquíes haciendo fila, una detrás de cada personaje. Los tres tienen las caras pintadas de blanco de forma exagerada. Suenan sirenas. Estallidos de bombas esporádicos.
A. Oiga señora, que aquí no se puede comer (irritado).
B. Será por el ruido que hago, que le molesta (ni se digna en mirarle).
A mira para otro lado.
C. ¿No las remoja?
B. ¿Las chufas?
C. Sí, que si no las remoja.
B. No.
C. A mí solo me gustan blandas.
A vuelve la mirada a B, que está en el centro.
A. Oiga, que aquí tampoco se pueden meter líquidos.
B. Que son chufas. Las llevo en un cucurucho. Están secas.
C. Y duras (fingiendo cara de asco).
B. Se las quería llevar a mi marido, pero con los nervios me las estoy comiendo yo. No puedo parar.
C. Bien se vé.
B. No crea, está esto muy oscuro (sonrisa). ¿Quiere?
C. No, gracias.
A. Que está prohibido comer, repito.
B. Oiga, que a usted no le he ofrecido (irritada).
C. Voy a encender esta otra luz.
B. Tenga cuidado. Si está apagada por algo será.
C. Tranquila, que no está apagada. Es que tiene el casquillo flojo. ¿Ve? Ya está.
Dos bombillas. El espacio se amplía. A mira hacia atrás y se dirige a C.
A. No me extraña que éstos ni píen, mírelos, muertitos de miedo.
B se vuelve.
B. Parecen de cera, sí. ¿Chufas? (a todos).
Se apaga la luz. A oscuras.
C. Vaya, ahora que teníamos buena luz.
B. Más parecían maniquíes.
A. Ni se les ocurra hacer lumbre, ni prender una cerilla ni encender un mechero. Está prohibido.
C. No, reses.
A. ¿Cómo?
C. Que más parecemos reses.
Silencio prolongado. Continúa la oscuridad.
A. Esa ha caído cerca.
C. Y tanto. Esto parece un terremoto.
B. Mi marido.
Se enciende un foco extradiegético. Se ilumina un espacio en el escenario paralelo al del refugio. Está amueblado muy pobremente: una mesa, dos sillas, poco más.
D. He visto mirlos en el parque.
B. ¿Mirlos?
D. Miruellos.
B. Ah.
D. En el parque. No los había visto antes. No los había visto aquí, quiero decir, en Santander.
B. Los habrá traído la guerra, como a las cigüeñas. Dónde andarán.
D. ¿Las cigüeñas? Huyendo, que es como llegaron aquí. Ya se han marchado. Es lo que tú y yo teníamos que haber hecho.
B. Y a dónde íbamos a ir tú y yo. El futuro es nuestro, decías. Pero el futuro nunca llega. Si no, no sería futuro.
D. Si llegara, también nos lo quitarían.
Pausa.
B. Hay que traer carbón.
D. Muy bien, voy yo a San Simón.
B. Te traigo yo unas chufas a cambio. Tengo que salir. El primero que llegue que espere al otro. No enciendas el brasero sin mí. Ya sabes que me gusta verte calentar la casa.
D. ¡Chufas!
Se apaga el foco. Oscuridad. Silencio. Se encienden las dos bombillas. A, dirigiéndose a la negrura, leyendo con atención.
A. ¿Ven? Aquí bien claro lo pone: “Guarden silencio. No se puede encender fuego. No está permitido comer ni beber. Solo los ancianos podrán llevar sillas.” Es un bando municipal. Es la ley (ademán).
Silencio prolongado.
A. Me enseñó a leer un señor que iba delante de los tranvías, abriendo paso. A lo mejor os acordáis de él. Bueno, tú no, que eres una chiquilla. Iba a todo correr delante, con un banderín en la mano. ¿Sí? Ya veo que no. Entre carrera y carrera solía descansar un poco en la taberna de mi padre. Precisamente iba ahora a su casa a leerle la prensa. El Diario Montañés. Mi padre, el pobre, cómo estará.
B. ¿Es el de hoy?
C dirigiéndose a B.
C. Lo mismo da que sea el de ayer o el de qué sé yo cuándo (con aspavientos). El Diario Montañés es siempre igual. Nunca cambia de noticias, por si acaso.
C dirigiéndose a A.
C. Oiga, ¿y no le apetece leer un poco?
A. Vamos, que me calle (dolido).
B a C, ajenos a A.
B. ¿Una chufa?
C. Pues no le voy a decir que no.
Silencio prolongado. B y C comen. A lee entre dientes.
B. Oiga, ¿no puede leer en silencio?
A. Lo hago.
B. Quiero decir sin mascuñar.
C. Es que éste está acostumbrado a hablar entre dientes.
B. No será usted un chivato.
A. No, yo solo leo.
B. Ya, El Diario Montañés.
C. Conteste a lo que le ha preguntado la señorita: ¿no será usted un chivato?
A. Déjenme en paz. Yo solo leo.
C. Y dale, como si nada.
B. Éste es un chivato, que te lo digo yo.
Se apagan las luces. C enciende una cerilla. La apaga antes de que le queme sin que nadie diga ni haga nada. C enciende otra cerilla. La apaga antes de que le queme sin que nadie diga ni haga nada. Se encienden las dos bombillas. A no está.
C. ¿Le quedan chufas?
B. No.
Estallidos cercanos. Se apagan las luces.
Jack Ketchum, Manuel Llano, cebollas y brañas
Hace años cogí un libruco de esos de promoción, gratuito, en una librería de Madrid. Ya no me acuerdo del título. Sí sé que el autor tenía nombre de ketchup. El libro era una mezcla de Tarantino y película de terror. Me dejó fascinado. Era literatura pulp en estado puro. Lo perdí en alguna de mis muchas mudanzas.
Ayer en una librería me encuentro entre las rebajas Al otro lado del río, de Jack Ketchum, en edición de El Andén, que creo es la editorial que está detrás de los tenderetes de libros que ponen en las estaciones de tren (en la de Bilbao o en Atocha, entre otras). Era él.
Leo: "Le seguimos el rastro durante toda la mañana hasta la tarde. Fuimos más allá de la floreciente yuca y de los arbustos, de los nopales y de los altos cactus saguaro; atravesamos los montes tupidos y ralos, por sobre la hierba y los tréboles rojos. Vimos un par de liebres apareándose y halcones volando por encima de nosotros en busca de las corrientes térmicas. En el terreno polvoriento y seco, sus huellas eran visibles".
No puedo dejar de acordarme de cuando subimos Raquel y yo con los de La Libre a Tudanca, guiados por un catedrático de geografía. Nos explicó que el territorio de los vaqueros comenzaba cuando los acebos adquirían forma de llama, la de una vela o cerilla, por el roce del ganado. Es cierto que hay una línea invisible a partir de la cual los acebos cambian de forma: al otro lado, las brañas.
Me viene ahora a la memoria la increíble descripción que hace Manuel Llano del territorio en "Cuando marchan las aves", capítulo de Monteazor que fue publicado como novela breve independiente por Celia Valbuena en los años setenta. La protagonista es una viejuca en busca de una cigüeña herida que se halla en una braña. No pasa nada más que eso: una viejuca caminando. Mientras, atraviesa todas las capas de la cebolla territorial de Cabuérniga: el pueblo, la mies, las praerias, los invernales, etc. Es como si hubiera dado un tajo a una tarta y nos la enseñara por dentro, con todas sus capas de azúcar a la vista. No hay texto más útil que éste para conocer la organización territorial del occidente cántabro: la viejuca recorriendo el territorio tras una cigüeña herida, la mejor guía.
Ayer en una librería me encuentro entre las rebajas Al otro lado del río, de Jack Ketchum, en edición de El Andén, que creo es la editorial que está detrás de los tenderetes de libros que ponen en las estaciones de tren (en la de Bilbao o en Atocha, entre otras). Era él.
Leo: "Le seguimos el rastro durante toda la mañana hasta la tarde. Fuimos más allá de la floreciente yuca y de los arbustos, de los nopales y de los altos cactus saguaro; atravesamos los montes tupidos y ralos, por sobre la hierba y los tréboles rojos. Vimos un par de liebres apareándose y halcones volando por encima de nosotros en busca de las corrientes térmicas. En el terreno polvoriento y seco, sus huellas eran visibles".
No puedo dejar de acordarme de cuando subimos Raquel y yo con los de La Libre a Tudanca, guiados por un catedrático de geografía. Nos explicó que el territorio de los vaqueros comenzaba cuando los acebos adquirían forma de llama, la de una vela o cerilla, por el roce del ganado. Es cierto que hay una línea invisible a partir de la cual los acebos cambian de forma: al otro lado, las brañas.
Me viene ahora a la memoria la increíble descripción que hace Manuel Llano del territorio en "Cuando marchan las aves", capítulo de Monteazor que fue publicado como novela breve independiente por Celia Valbuena en los años setenta. La protagonista es una viejuca en busca de una cigüeña herida que se halla en una braña. No pasa nada más que eso: una viejuca caminando. Mientras, atraviesa todas las capas de la cebolla territorial de Cabuérniga: el pueblo, la mies, las praerias, los invernales, etc. Es como si hubiera dado un tajo a una tarta y nos la enseñara por dentro, con todas sus capas de azúcar a la vista. No hay texto más útil que éste para conocer la organización territorial del occidente cántabro: la viejuca recorriendo el territorio tras una cigüeña herida, la mejor guía.
lunes, 17 de febrero de 2014
viernes, 14 de febrero de 2014
Palmeras alineadas en los Jardines de Pereda
Aquí puse una foto de una palmera que estaban moviendo en los Jardines de Pereda. ¿Para qué?, me preguntaba. Ahora ya lo sé: para recolocarlas. Lo están haciendo alineándolas. Me he fijado esta mañana desde el bus. Tratándose de un jardín romántico, de los pocos que hay en Europa (en Oporto hay uno precioso al lado de la famosa librería con la escalera de caracol, que ahora no recuerdo cómo se llama, ni el jardín ni la librería), y siendo el día que es hoy, no podía dejar de decirlo.
He abierto la ventana y...
El butri trespusiendo las rientes d´airi fríu que vien de tocá-la nievi de los virdios más altos.
Formol 2.0
Me gustaría modelizar la vargareta de zarzu (según los paisanos dura cuatro años) que puse unas entradas más atrás, la que se parece a un hórreo, e imprimirla en 3-D en un material imperedecero como, por ejemplo, plástico.
jueves, 13 de febrero de 2014
Carta de un montañés de 1734
Carta de un montañés a un título de Zaragoza sobre el manifiesto del emperador, de 1734. Sobre la Guerra de Sucesión. En la biblioteca digital de la Universitat Pompeu Fabra.
Meridianos
En España tenemos la suerte de haber vivido una Dictadura (o varias en los últimos siglos) porque gracias a ella lo estamos viendo con más claridad que otros países que sufren lo mismo pero que todavía se están preguntando qué es lo que está pasando. Desde nuestro país se tendrían que estar adelantando soluciones porque lo hemos visto sin visillos, a la cara, sin prurito alguno. Nos lo sabemos de antiguo. Que las élites lo tienen todo montado para seguir siéndolo.
Aquí otro país que también lo tiene claro.
Aquí otro país que también lo tiene claro.
miércoles, 12 de febrero de 2014
En el pasillo (mejor que en la calle)
Estoy esperando en un pasillo. Solo unos minutos. Un niño llora en una consulta a brazo partido, nunca mejor dicho, un señor camina junto a un anciano, presumiblemente su padre, al que peina con todo el cariño del mundo los cuatro pelos que le quedan, una pareja pasa en dirección a una consulta, precedidos por una enfermera; él lleva una cazadora de pana ancha, vaquero y unos zapatones como los míos, todo el pelo repeinado, ella no lo sé, no presto anteción. Cara de susto, olor a cuchu los dos, muy cohibidos. Espero en el pasillo porque con la que tengo que hablar está aplicando cirugía menor a un chico. Parece que le ha mordido un perro en la cara. Me dice que pase, pero no lo hago, no puedo hacerlo, me moriría. Como estés un poco embajonado este trabajo es horrible.
Flautas de hueso de buitre
En un disco que sacó hace años RNE con grabaciones de Jesús García Preciado recuerdo que había un corte dedicado a una flauta de hueso de buitre. La canción que se tocaba era "Al pasar el ríu madre". El que la tocaba era cabuérnigo.
Ayer estuve viendo La cueva de los sueños olvidados, de Herzog, sobre la cueva de Chauvet, en Francia. Si no os apetece verla completa, por favor, iros hasta el minuto 48. En esta cueva están tratando de reconstruir el sonido de una flauta de hueso de buitre del Paleolítico.
Hay muchos artículos al respecto. Es un tema verdaderamente candente entre los científicos. Más información, aquí.
Me pregunto si los científicos han preguntado a los que viven en los mismos sitios en los que vivían los que tocaban las flautas de hueso de buitre prehistóricas cómo se tocan y cuál es el repertorio de las flautas de hueso de buitre actuales. A lo mejor hay conexiones, me digo. Se llama Etnoarqueología (recuerdo que en la carrera un profesor nos contó entusiasmado que gracias a no sé qué tribu de no sé dónde se había descubierto que durante la Prehistoria se calentaban los líquidos en recipientes de madera metiendo piedras candentes dentro, cuando ésto nuestros pastores lo siguen haciendo hoy).
En un pueblo de La Montaña me dicen que la flauta de hueso de buitre ya no hay nadie que la haga ni que la toque, aunque no dejará de haber quien recuerde repertorio, digitación, afinación, cómo se hacía, etc. El nombre que recibe entre nosotros es chifla (de etimología desconocida). Animo a quien sepa algo de música y tenga algo de tiempo a que profundice en este tema tan jugoso y con tanta proyección.
Ayer estuve viendo La cueva de los sueños olvidados, de Herzog, sobre la cueva de Chauvet, en Francia. Si no os apetece verla completa, por favor, iros hasta el minuto 48. En esta cueva están tratando de reconstruir el sonido de una flauta de hueso de buitre del Paleolítico.
Hay muchos artículos al respecto. Es un tema verdaderamente candente entre los científicos. Más información, aquí.
Me pregunto si los científicos han preguntado a los que viven en los mismos sitios en los que vivían los que tocaban las flautas de hueso de buitre prehistóricas cómo se tocan y cuál es el repertorio de las flautas de hueso de buitre actuales. A lo mejor hay conexiones, me digo. Se llama Etnoarqueología (recuerdo que en la carrera un profesor nos contó entusiasmado que gracias a no sé qué tribu de no sé dónde se había descubierto que durante la Prehistoria se calentaban los líquidos en recipientes de madera metiendo piedras candentes dentro, cuando ésto nuestros pastores lo siguen haciendo hoy).
En un pueblo de La Montaña me dicen que la flauta de hueso de buitre ya no hay nadie que la haga ni que la toque, aunque no dejará de haber quien recuerde repertorio, digitación, afinación, cómo se hacía, etc. El nombre que recibe entre nosotros es chifla (de etimología desconocida). Animo a quien sepa algo de música y tenga algo de tiempo a que profundice en este tema tan jugoso y con tanta proyección.
martes, 11 de febrero de 2014
¿Y si la realidad fuera acumulación y no sucesión?, 1
(1)
Voy en el autobús. Estamos en el túnel de la C/ Burgos. A punto de salir, ya la parada de la Plaza de las Cervezas a la vista, un coche viene por el carril contrario con las luces encendidas. Al entrar al túnel, las apaga.
(2)
Estoy con mi amigo Nando en casa. Le ofrezco una loncha de cabeza de jabalí, que me encanta. Siempre suelo tener en el frigorífico. Me dice que no le gusta nada. "Fuiste tú el que me lo dió a probar la primera vez, Nando", le respondo. "¿Dónde?". "En tu casa de Madrid". "No me acuerdo. Pero no me gusta nada". A mí me encanta desde entonces. ¿O no es desde entonces?
(3)
Estaba en Artesantander con no sé quién. Nos paramos en un stand. Todas las paredes con óleos de orquídeas. "No me gusta nada", digo. Un señor que tenía al lado me mira con odio. ¿El autor?
(4)
Compré Un ser de lejanías de Umbral en La Casa del Libro de Gran Vía. Tiempo después daba una conferencia en el mismo sitio el autor. Fui a que me lo dedicara. Yo vivía en Madrid. De camino algo me surgió y acabé haciendo otra cosa. No recuerdo qué.
(5)
No me pude comprar Wyoming. No tenía dinero. Lo ví años después en una feria de libro viejo. Lo compré. No lo he leído.
Voy en el autobús. Estamos en el túnel de la C/ Burgos. A punto de salir, ya la parada de la Plaza de las Cervezas a la vista, un coche viene por el carril contrario con las luces encendidas. Al entrar al túnel, las apaga.
(2)
Estoy con mi amigo Nando en casa. Le ofrezco una loncha de cabeza de jabalí, que me encanta. Siempre suelo tener en el frigorífico. Me dice que no le gusta nada. "Fuiste tú el que me lo dió a probar la primera vez, Nando", le respondo. "¿Dónde?". "En tu casa de Madrid". "No me acuerdo. Pero no me gusta nada". A mí me encanta desde entonces. ¿O no es desde entonces?
(3)
Estaba en Artesantander con no sé quién. Nos paramos en un stand. Todas las paredes con óleos de orquídeas. "No me gusta nada", digo. Un señor que tenía al lado me mira con odio. ¿El autor?
(4)
Compré Un ser de lejanías de Umbral en La Casa del Libro de Gran Vía. Tiempo después daba una conferencia en el mismo sitio el autor. Fui a que me lo dedicara. Yo vivía en Madrid. De camino algo me surgió y acabé haciendo otra cosa. No recuerdo qué.
(5)
No me pude comprar Wyoming. No tenía dinero. Lo ví años después en una feria de libro viejo. Lo compré. No lo he leído.
H. sapiens Vs. Neanderthales
El cuento de los tres ojáncanos que me contó hace años el Carteru de Correpocu, recogido también por G. Preciado, el último de ojáncanos conservado en la tradición oral (todos los demás nos han llegado por tradición libraria), es testimonio literaturizado del enfrentamiento entre Homo sapiens y Neanderthales. La fábula de Caín y Abel, testimonio de su trágico final.
Es un decir.
Es un decir.
lunes, 10 de febrero de 2014
El origen de la literatura
Raquel y yo encontramos este texto en uno de los estupendos libros de Jesús García Preciado, la cuarta entrega, creo recordar, de su colección de cuentos de la tradición oral de Cantabria. Es el titulado "El pastor y la Juáncana", que dice así:
Un pastor, un día que llovía muchísimo, se refugió aquí en la cueva, donde la Juáncana guardaba las ovejas.
Y resulta que la Juáncana se puso a la puerta, tocaba la oveja que salía, y decía...
- ¿Es lana? ¡Lana es!
Entonces la dejaba pasar. La Juáncana, como solo tenía un ojo, no veía bien; así que, iba tocando, y volvía a decir:
- ¿Es lana? ¡Lana es!
Y dejaba pasar otra oveja.
Entonces, ¡como la Juáncana no le dejaba escapar!, el pastor, para poder salir, se metió debajo de una oveja grande. Tocó la Juáncana, y dijo:
- ¿Es lana? ¡Lana es!
Y la dejó pasar. Y así es como pudo salir el pastor. Él descubrió esa forma de escapar, sujetándose a una oveja grande.
Es un cuento recogido en el pueblo de Castillo, Ayto. de Arnuero, a un paso de Santander.
No se os habrá escapado que es muy parecido al mito de Polifemo recogido en el Ulises de Homero. ¿Influencia? Me cuesta creerlo. Quizá más acertado sería hablar de un sustrato paneuropeo, muy antiguo, que en Grecia dio lugar a la primera muestra de la literatura universal y en Cantabria no, pero, para compensar, aquí es un mito todavía vivo.
Qué os voy a decir, faltó tiempo para que Raquel y yo fuéramos a buscar la cueva del origen de la literatura. Lo hicimos en pleno verano, coincidiendo con la feria del libro viejo que en 2013 se celebró por primera vez en la plaza del ayuntamiento de Santander. Le pedimos a Paco Roales, librero y fotógrafo, que nos hiciera una foto con el móvil (con las que están hechas todas las fotos de la presente entrada). Paco puso el dedo en el objetivo y no salimos ni Raquel ni yo.
Éste es el monte:
Nos perdimos. No era por ninguno de estos caminos:
Al final nos sentamos a comer junto a una ermita que parecía ser escudo frente al monte:
Y con las pilas cargadas, nos aventuramos monte a través, hacia arriba:
En la cumbre, la cueva solo podía estar bajo nuestros pies:
La encontramos. Parecía estar esperándonos:
Dentro te sentías en una calavera:
En el suelo, cagarrutas de oveja. Suficiente. No esperábamos encontrar rastro de Ulises. Escapó hace miles de años.
La cueva se estrechaba y entraba en la tierra, mucho. Escribimos "¿Es lana? ¡Lana es!" (eslanalanaes) en una pelota de pin-pon que traíamos de casa y la lanzamos al interior. Oímos eco, la pelota rebotando. De pronto, un chasquido.
Un pastor, un día que llovía muchísimo, se refugió aquí en la cueva, donde la Juáncana guardaba las ovejas.
Y resulta que la Juáncana se puso a la puerta, tocaba la oveja que salía, y decía...
- ¿Es lana? ¡Lana es!
Entonces la dejaba pasar. La Juáncana, como solo tenía un ojo, no veía bien; así que, iba tocando, y volvía a decir:
- ¿Es lana? ¡Lana es!
Y dejaba pasar otra oveja.
Entonces, ¡como la Juáncana no le dejaba escapar!, el pastor, para poder salir, se metió debajo de una oveja grande. Tocó la Juáncana, y dijo:
- ¿Es lana? ¡Lana es!
Y la dejó pasar. Y así es como pudo salir el pastor. Él descubrió esa forma de escapar, sujetándose a una oveja grande.
Es un cuento recogido en el pueblo de Castillo, Ayto. de Arnuero, a un paso de Santander.
No se os habrá escapado que es muy parecido al mito de Polifemo recogido en el Ulises de Homero. ¿Influencia? Me cuesta creerlo. Quizá más acertado sería hablar de un sustrato paneuropeo, muy antiguo, que en Grecia dio lugar a la primera muestra de la literatura universal y en Cantabria no, pero, para compensar, aquí es un mito todavía vivo.
Qué os voy a decir, faltó tiempo para que Raquel y yo fuéramos a buscar la cueva del origen de la literatura. Lo hicimos en pleno verano, coincidiendo con la feria del libro viejo que en 2013 se celebró por primera vez en la plaza del ayuntamiento de Santander. Le pedimos a Paco Roales, librero y fotógrafo, que nos hiciera una foto con el móvil (con las que están hechas todas las fotos de la presente entrada). Paco puso el dedo en el objetivo y no salimos ni Raquel ni yo.
Éste es el monte:
Nos perdimos. No era por ninguno de estos caminos:
Al final nos sentamos a comer junto a una ermita que parecía ser escudo frente al monte:
Y con las pilas cargadas, nos aventuramos monte a través, hacia arriba:
En la cumbre, la cueva solo podía estar bajo nuestros pies:
La encontramos. Parecía estar esperándonos:
Dentro te sentías en una calavera:
En el suelo, cagarrutas de oveja. Suficiente. No esperábamos encontrar rastro de Ulises. Escapó hace miles de años.
La cueva se estrechaba y entraba en la tierra, mucho. Escribimos "¿Es lana? ¡Lana es!" (eslanalanaes) en una pelota de pin-pon que traíamos de casa y la lanzamos al interior. Oímos eco, la pelota rebotando. De pronto, un chasquido.
Liébana y cántabru en 1897
Liébana y cántabru en el año 1897, aquí. Fijaros en la ficha del libro. El catálogo de la librería de Alastair Carmichael es muy rico en sorpresas. También lo es el de la librería Carmen Alonso.
domingo, 9 de febrero de 2014
Altamira
Adivinidad, viendo una foto y otra, la primera tomada cuando comenzaron las visitas y la segunda en el transcurso del Patronato que aprobó su reapertura, quiénes son los que van a entrar en Altamira. Sí, yo también me lo temo.
Caseta de Bombas
Leí hace unos días que en la Caseta de Bombas del Dique de Gamazo, uno de los pocos edificios modernistas de la ciudad, van a montar un centro de interpretación que va a consistir en lo siguiente: tirarlo todo menos las paredes, poner un restaurante dentro y colgar unos paneles informativos en las paredes que queden libres. Toma ya. Buen centro de interpretación, sí señor. ¿De qué va a ser? ¿De la especulación urbanística, de la soberbia de los gobernantes, que hacen y deshacen a su antojo, de la ignorancia en general?
Pongo a continuación una foto de lo que han hecho en Bilbao con uno de sus diques:
Sí, justo, lo han convertido en un espacio expositivo asociado al museo marítimo. Aquí, en Santander, teníamos todos los mimbres para hacer algo parecido, pero no. Nos cargamos los talleres de los carpinteros de ribera y preferimos hacer de la Caseta de Bombas un restaurante (que más será un bar de tapas para los pijos de las regatas, bar que acabará regentado, veréis, alguno de los amigos de Piñeiro a los que ya pusieron a su disposición el Mercado del Este, con vigilancia privada pagada por el Ayuntamiento incluida), a lo que se sumará el Dique de Gamazo como antesala de la Duna de Zaera, que todavía nadie sabe muy bien qué es o para qué va a servir (además de para que los adolescentes vayan allí de botellón). De nuestro museo marítimo, hipertrofiado (después del último lavado de cara parece uno de estos edificios que lo único que tienen es tamaño pero que con la lluvia han achicado y ahora ni eso), mejor ni hablar (por cierto, el museo marítimo está al lado de un edificio que seguramente sea de Ricardo Lorenzo, estupendo, que muy probablemente también tiren).
A todo esto se suma que el arquitecto responsable de este centro de interpretación es Luis Castillo, el mismo que nos encalomó las obras de Valdecilla, con sus dos plantas de más sin presupuestar, la nula conexión entre edificios, etc.
Pongo aquí el enlace a un artículo de Anatxu Zabalbeascoa, de El País, que creo puede ayudar a rematar la faena.
Pongo a continuación una foto de lo que han hecho en Bilbao con uno de sus diques:
Sí, justo, lo han convertido en un espacio expositivo asociado al museo marítimo. Aquí, en Santander, teníamos todos los mimbres para hacer algo parecido, pero no. Nos cargamos los talleres de los carpinteros de ribera y preferimos hacer de la Caseta de Bombas un restaurante (que más será un bar de tapas para los pijos de las regatas, bar que acabará regentado, veréis, alguno de los amigos de Piñeiro a los que ya pusieron a su disposición el Mercado del Este, con vigilancia privada pagada por el Ayuntamiento incluida), a lo que se sumará el Dique de Gamazo como antesala de la Duna de Zaera, que todavía nadie sabe muy bien qué es o para qué va a servir (además de para que los adolescentes vayan allí de botellón). De nuestro museo marítimo, hipertrofiado (después del último lavado de cara parece uno de estos edificios que lo único que tienen es tamaño pero que con la lluvia han achicado y ahora ni eso), mejor ni hablar (por cierto, el museo marítimo está al lado de un edificio que seguramente sea de Ricardo Lorenzo, estupendo, que muy probablemente también tiren).
A todo esto se suma que el arquitecto responsable de este centro de interpretación es Luis Castillo, el mismo que nos encalomó las obras de Valdecilla, con sus dos plantas de más sin presupuestar, la nula conexión entre edificios, etc.
Pongo aquí el enlace a un artículo de Anatxu Zabalbeascoa, de El País, que creo puede ayudar a rematar la faena.
Un concejal del PSOE de Santander, uno más
Sale hoy en El Diario Montañés edición en papel una entrevista a un concejal del PSOE que lo es desde el año 1991. Dice que seguirá en la oposición hasta que los ciudadanos le acaben votando. Cómo se puede ser tan tonto. ¡Desde el año 1991! Y todavía no se da por enterado: con semejantes personajes en el partido, ¿quién les va a votar? Si mis abuelos no le votaron, ni mis padres, ¿por qué iba a votarle yo? Son ya tres generaciones dándole la espalda y el tío sigue ahí, aferrado a "su" escaño. Y todavía dice que no pierde la esperanza. ¿No hay nadie que quite a ese tío de ahí? La verdad es que ofende.
Todavía más cuando dice que el mundial de vela y el centro botín van a ser positivos para la ciudad, que hay que reconocérselo al alcalde, que ambos proyectos van a traer a muchos turistas.
¿Turistas?
¿A cambio de desembolsar todos los santanderinos no sé si ya vamos por 14 millones de euros a una caterba de pijos para que vengan a navegar a la bahía? ¿A cambio de modificar las leyes al dictado de un banquero para que nos plante su negocio en mitad de las narices?
¿Pero este tío de qué va? ¿Qué hace ahí?
Todavía más cuando dice que el mundial de vela y el centro botín van a ser positivos para la ciudad, que hay que reconocérselo al alcalde, que ambos proyectos van a traer a muchos turistas.
¿Turistas?
¿A cambio de desembolsar todos los santanderinos no sé si ya vamos por 14 millones de euros a una caterba de pijos para que vengan a navegar a la bahía? ¿A cambio de modificar las leyes al dictado de un banquero para que nos plante su negocio en mitad de las narices?
¿Pero este tío de qué va? ¿Qué hace ahí?
Manuel Llano y Van Gogh
Dicen que en Carmona, pueblo natal de Manuel Llano, tenían a este escritor por una persona un tanto incosistente, preguntando por cuentos para niños, descolocado, un poco ido. No le hacían mucho caso.
No es el único al que le pasaba. También a Van Gogh.
El artista es responsable solo de una parte de sí mismo.
No es el único al que le pasaba. También a Van Gogh.
El artista es responsable solo de una parte de sí mismo.
viernes, 7 de febrero de 2014
Carpinteros de ribera en Santander
En San Martín de Bajamar, Santander, había varios talleres de carpinteros de ribera a orillas de la bahía, es decir, talleres donde se hacían y reparaban embarcaciones de madera. Este tipo de embarcaciones empezaron a ser sustituidas por embarcaciones de materiales sintéticos hace aprox. 25 años. Estos talleres de San Martín fueron perdiendo clientela. Finalmente, la mayoría cerraron o, cuando no, se convirtieron en otra cosa. Pero, las vueltas que da la vida, en los últimos años se ha puesto de moda tener una barca de madera "molona" para salir a la bahía. Se pueden ver varias en Puerto Chico. Tan es así, que empieza a haber una demanda seria de carpiteros de ribera. Toda la clientela acaba yendo a un taller vizcaíno, el único que debe quedar en pie en todo el Cantábrico, no recuerdo el nombre, que se debe estar haciendo de oro. En Santander, cero. Es más, han tirado recientemente todos los antiguos talleres y en su lugar han puesto una rampla de hormigón para la regata de 2014. Increíble. Lo teníamos todo para recuperar un oficio con proyección, y lo echamos abajo.
Hoy en el periódico económico Expansión hacen un repaso a las profesiones con más futuro. Ésta es la foto que han puesto para ilustrar el estudio:
Sí, exacto, es un taller de carpintero de ribera. Mira qué bien, así ya sabemos cómo son, porque aquí, en Santander, ya no queda ninguno.
Al menos nos quedan los carpiteros de ribera que lo fueron y que todavía recuerdan el oficio. ¿Dejaremos que se mueran sin que transmitan sus conocimientos? Ya vemos que no es por romanticismo, ni por identidad, o al menos no solo, sino por superviviencia, por economía. Ahora resulta que ser carpintero de ribera es una oportunidad de futuro y aquí, a verlas venir, porque decidimos quemar todas las naves antes de lanzarnos ciegos a la conquista de una modernidad mal entendida (o mal explicada, a posta) que no es más que un negocio turbio para unos pocos (los que se ocuparon de explicarla mal) y una quimera para el resto (los que, a pesar de todo, por ingenuidad, por interés o por opresión, nos la creímos). ¿Estaremos a tiempo de corregir? ¿Corregiremos?
Hoy en el periódico económico Expansión hacen un repaso a las profesiones con más futuro. Ésta es la foto que han puesto para ilustrar el estudio:
Sí, exacto, es un taller de carpintero de ribera. Mira qué bien, así ya sabemos cómo son, porque aquí, en Santander, ya no queda ninguno.
Al menos nos quedan los carpiteros de ribera que lo fueron y que todavía recuerdan el oficio. ¿Dejaremos que se mueran sin que transmitan sus conocimientos? Ya vemos que no es por romanticismo, ni por identidad, o al menos no solo, sino por superviviencia, por economía. Ahora resulta que ser carpintero de ribera es una oportunidad de futuro y aquí, a verlas venir, porque decidimos quemar todas las naves antes de lanzarnos ciegos a la conquista de una modernidad mal entendida (o mal explicada, a posta) que no es más que un negocio turbio para unos pocos (los que se ocuparon de explicarla mal) y una quimera para el resto (los que, a pesar de todo, por ingenuidad, por interés o por opresión, nos la creímos). ¿Estaremos a tiempo de corregir? ¿Corregiremos?
jueves, 6 de febrero de 2014
Influencias carolingias en Cantabria
En el estupendo La invención del pasado, el historiador Miguel-Anxel Murado explica que el prerrománico asturiano (del que hay ejemplos en Lamiña, Cabuérniga, sin ir más lejos) no es más que una vertiente del arte carolingio vendido como propio por intereses nacionalistas.
Leo en la noticia sobre la muerte de la bandurriera (rabelista) purriega Adela Gómez que Chema Puente identifica los romances que de ella aprendió como romances de origen carolingio, como todos los de Polaciones, añade el rabelista santanderino.
Es solo una conexión que me parecía interesante.
Leo en la noticia sobre la muerte de la bandurriera (rabelista) purriega Adela Gómez que Chema Puente identifica los romances que de ella aprendió como romances de origen carolingio, como todos los de Polaciones, añade el rabelista santanderino.
Es solo una conexión que me parecía interesante.
Corral, corraliega y antozañu
El espacio que queda delante de las casas se denomina corral. El corral se considera espacio público, pero su cuidado (y aprovechamiento) corresponde al vecino de la casa próxima.
Cuando el corral se cierra se convierte en corralá. La corralá puede tener puerta vistosa de entrada: si es de sillería se llama portalá y si no lo es portaliega.
La corraliega es la suma de corrales, suma de la que resulta una forma por lo común alveolar, lo que no quita para que las casas cuyos corrales componen la corraliega puedan estar alineadas. Las corraliegas se extienden desde las fachadas de las casas implicadas (generalmente alineadas) hasta que topan con un muro, que puede ser de otra casa (generalmente la parte trasera) o de un huerto. Esta delimitación tan "líquida" de las corraliegas es lo que explica su forma orgánica y no lineal.
Las corraliegas no se caracterizan por ser un espacio de paso, o no al menos en lo sustantivo. Su carácter se lo confiere el antozañu, o compost, que son los restos de todo tipo (principalmente orgánico) que se van acumulando en la corraliega hasta que el agua de lluvia lo arrastra. ¿Y hacia dónde arrastra el agua de lluvia el antozañu acumulado a posta en las corraliegas? Pues a los huertos que delimitan con las corraliegas. Se abren las portillas y se deja que entre el antozañu arrastrado por el agua. Son, así, las corraliegas espacios inmersos plenamente en la lógica productiva, no solo, como decía, espacios de paso.
Pongo foto de antozañu identificado como tal por un paisano en un pueblo montañés:
Cuando el corral se cierra se convierte en corralá. La corralá puede tener puerta vistosa de entrada: si es de sillería se llama portalá y si no lo es portaliega.
La corraliega es la suma de corrales, suma de la que resulta una forma por lo común alveolar, lo que no quita para que las casas cuyos corrales componen la corraliega puedan estar alineadas. Las corraliegas se extienden desde las fachadas de las casas implicadas (generalmente alineadas) hasta que topan con un muro, que puede ser de otra casa (generalmente la parte trasera) o de un huerto. Esta delimitación tan "líquida" de las corraliegas es lo que explica su forma orgánica y no lineal.
Las corraliegas no se caracterizan por ser un espacio de paso, o no al menos en lo sustantivo. Su carácter se lo confiere el antozañu, o compost, que son los restos de todo tipo (principalmente orgánico) que se van acumulando en la corraliega hasta que el agua de lluvia lo arrastra. ¿Y hacia dónde arrastra el agua de lluvia el antozañu acumulado a posta en las corraliegas? Pues a los huertos que delimitan con las corraliegas. Se abren las portillas y se deja que entre el antozañu arrastrado por el agua. Son, así, las corraliegas espacios inmersos plenamente en la lógica productiva, no solo, como decía, espacios de paso.
Pongo foto de antozañu identificado como tal por un paisano en un pueblo montañés:
Eso
- Hoy los pájaros parece que se han tomado Pharmaton Complex, por el viento.
- Eso si van a favor.
- Eso, si van a favor.
- Eso si van a favor.
- Eso, si van a favor.
miércoles, 5 de febrero de 2014
Linderones
Yo, si me tumbara en el suelo, sería para dar que hablar. Si no levantara seguro que alguien acabaría llamando a una ambulancia.
"¿Te enseño a caminar? ¿No sabes?", me diría una niña que pasara por allí con el pan.
Pienso que para tumbarme tranquilo tendría que hacerlo en un pueblo. Me imagino tumbado en un prado o en un linderón y me imagino a gusto.
¿Pero esto es así? ¿Es el pueblo lo que piensan los de la ciudad de él?
Aprovecho para explicar lo que es un linderón, algo que he aprendido este mismo fin de semana, y así sacar algún partido a esta entrada:
Los linderones son el espacio que media entre las tierras que se escalonan en el monte, como terrazas de un arrozal. Estas tierras antes no estaban ocupadas por prados, como ahora, sino por cultivos (no sé cuáles, pero imagino que maíz, alubias y por ahí en adelante). La anchura de estas tierras viene determinada por la del arado: la suficiente para que pueda ir y volver. De hecho, las terrazas resultan del paso y repaso de los arados (de la tierra que se va acumulando en los bordes). El caso es que los intersticios se denominan linderones. En estos linderones había antes hierba, la que no había en las tierras, y en ellos pastaban las vacas. Hoy no hacen falta. Los linderones ahora suelen ser muros. Pero, en un claro proceso de adaptación al cambio, se les sigue lamando linderones (el cambio no obliga a la extinción). Así que cuando veáis terrazas en la falda de un monte, ya sabéis cómo se llama el espacio que hay entre ellas (comúnmente, muros): linderones.
Es increíble, de todas formas, esa capacidad que tenemos para dar sentido al envés de las cosas, a lo que sobra de algo, es como si no viéramos el vacío, o como si no lo aceptáramos, como si lo viéramos como una oportunidad para otra cosa, llámese vargareta (el espacio vacío que resulta del encaje de un cuarto cúbico en el portal angular) o linderón (los espacios vacíos entre tierras).
Coda: He escrito este texto en el recuadro de texto de mi correo electrónico. Lo he copiado y he cerrado el correo. He abierto el blog y he pegado el texto. Ha habido unos cuantos segundos (bastantes) en los que el texto de más arriba no estaba, a pesar de estar escrito ¿pero dónde? Quizá haya cosas que no están pero que existen y quizá también espacios que ocupan estas cosas que existen pero que no están, espacios que los ignorantes como yo consideramos vacíos (o quizá sí que están vacíos, pero a mi manera, la propia de un "ciudadano", no a la manera de un "poblador", haciendo mía esta distinción que acuñó Julio Llamazares para referirse a los que están y a los que venimos, a los autóctonos y a los recién llegados, aunque muchos de los recién llegados, como yo, no es que lleguemos, es que volvemos porque también somos de aquí, como los "pobladores", pero de otra manera). ¿Vacíos? ¿Para quién?
"¿Te enseño a caminar? ¿No sabes?", me diría una niña que pasara por allí con el pan.
Pienso que para tumbarme tranquilo tendría que hacerlo en un pueblo. Me imagino tumbado en un prado o en un linderón y me imagino a gusto.
¿Pero esto es así? ¿Es el pueblo lo que piensan los de la ciudad de él?
Aprovecho para explicar lo que es un linderón, algo que he aprendido este mismo fin de semana, y así sacar algún partido a esta entrada:
Los linderones son el espacio que media entre las tierras que se escalonan en el monte, como terrazas de un arrozal. Estas tierras antes no estaban ocupadas por prados, como ahora, sino por cultivos (no sé cuáles, pero imagino que maíz, alubias y por ahí en adelante). La anchura de estas tierras viene determinada por la del arado: la suficiente para que pueda ir y volver. De hecho, las terrazas resultan del paso y repaso de los arados (de la tierra que se va acumulando en los bordes). El caso es que los intersticios se denominan linderones. En estos linderones había antes hierba, la que no había en las tierras, y en ellos pastaban las vacas. Hoy no hacen falta. Los linderones ahora suelen ser muros. Pero, en un claro proceso de adaptación al cambio, se les sigue lamando linderones (el cambio no obliga a la extinción). Así que cuando veáis terrazas en la falda de un monte, ya sabéis cómo se llama el espacio que hay entre ellas (comúnmente, muros): linderones.
Es increíble, de todas formas, esa capacidad que tenemos para dar sentido al envés de las cosas, a lo que sobra de algo, es como si no viéramos el vacío, o como si no lo aceptáramos, como si lo viéramos como una oportunidad para otra cosa, llámese vargareta (el espacio vacío que resulta del encaje de un cuarto cúbico en el portal angular) o linderón (los espacios vacíos entre tierras).
Coda: He escrito este texto en el recuadro de texto de mi correo electrónico. Lo he copiado y he cerrado el correo. He abierto el blog y he pegado el texto. Ha habido unos cuantos segundos (bastantes) en los que el texto de más arriba no estaba, a pesar de estar escrito ¿pero dónde? Quizá haya cosas que no están pero que existen y quizá también espacios que ocupan estas cosas que existen pero que no están, espacios que los ignorantes como yo consideramos vacíos (o quizá sí que están vacíos, pero a mi manera, la propia de un "ciudadano", no a la manera de un "poblador", haciendo mía esta distinción que acuñó Julio Llamazares para referirse a los que están y a los que venimos, a los autóctonos y a los recién llegados, aunque muchos de los recién llegados, como yo, no es que lleguemos, es que volvemos porque también somos de aquí, como los "pobladores", pero de otra manera). ¿Vacíos? ¿Para quién?
Vargareta en Tudanca (¿y quién quiere hórreos?)
En Tudanca hay una casa en ruinas. Primero se cayó la pared y desaparecieron gran parte de las piedras que acabaron, presumiblemente, formando parte de otras construcciones del pueblo. Como era previsible, cayó la pared pero no el armazón de madera interior. Este armazón se ha ido pudriendo y viniendo abajo con los años. Solo queda en pie la vargareta, que, recuerdo, es cualquier colgadizo donde poner cosas, pero que, por extensión, en el Nansa (en el Saja se denomina pajareta) también da nombre al espacio vacío que queda entre el tejado plano del cuartu del portal (que encaja como un cubo en el portal, es decir, en la extensión del alero) y el tejado de la casa (que baja en ángulo y cuya prolongación da lugar al portal en el que encaja el cuartu del portal como un cubo). En este caso ignoro si bajo la vargareta había un cuartu del portal o no, cuartu que, en todo caso, desapareció. Lo único cierto es que vargareta todavía hay. Se trata de una vargareta cerrada con setu o zarzu (entramado de avellano) y con puerta independiente desde el camino. ¿Quién quiere un hórreo teniendo vargaretas así? Pongo fotos.
Las seis primeras van hacia la derecha. Las dos siguientes hacia la izquierda y las últimas están hechas desde dentro. Es claro que esta vargareta no se ha caído, como el resto de la casa, porque el propietario le ha sabido dar uso. En concreto, queda a la vista un panal de abejas y restos de panojas.
Las seis primeras van hacia la derecha. Las dos siguientes hacia la izquierda y las últimas están hechas desde dentro. Es claro que esta vargareta no se ha caído, como el resto de la casa, porque el propietario le ha sabido dar uso. En concreto, queda a la vista un panal de abejas y restos de panojas.
martes, 4 de febrero de 2014
Escalera de patín en Tudanca
Aquí puse fotos de una escalera de patín de una casa bastiana (San Sebastián de Garabandal).
Este fin de semana me he topado con otra escalera de patín en una casa tudanca, ésta también preciosa, pero lo que más me llama la atención es que sigue el mismo patrón que la escalera de patín de la casa bastiana.
¿Un modelo montañés?
Por favor, si hay algún arquitecto en paro que lea este blog o si alguno de vosotros conoce a alguno (que lo habrá), animadle a que las estudie. Es una oportunidad de oro.
Pocas escaleras más de patín habrán aguantado en La Montaña. Las de San Sebastián de Garabandal y Tudanca son dos joyas.
Pongo a continuación una ristra de fotos (gracias, Nando). Es probable que pasados algunos inviernos más ya no quede nada de esta escalera de patín tan impresionante:
Este fin de semana me he topado con otra escalera de patín en una casa tudanca, ésta también preciosa, pero lo que más me llama la atención es que sigue el mismo patrón que la escalera de patín de la casa bastiana.
¿Un modelo montañés?
Por favor, si hay algún arquitecto en paro que lea este blog o si alguno de vosotros conoce a alguno (que lo habrá), animadle a que las estudie. Es una oportunidad de oro.
Pocas escaleras más de patín habrán aguantado en La Montaña. Las de San Sebastián de Garabandal y Tudanca son dos joyas.
Pongo a continuación una ristra de fotos (gracias, Nando). Es probable que pasados algunos inviernos más ya no quede nada de esta escalera de patín tan impresionante:
Dinteles lebaniegos
Estos dos dinteles o sobrepuertas son de Laméu, en Liébana. El primero es de 1710 y el segundo (tercera foto) de 1699. Cabe destacar que en la iglesia parroquial, sobre el altar, está inscrito el año 1789.
Estos dinteles dan mucho juego. Podrían interpretarse como elementos incardinados en una época de transición: si la piedra llegó en el s. XVI de la mano de una nueva generación de poderosos (¿florecimiento urbano, América?), a los que gustaba que se supiera que lo eran (las tallas en dinteles, las portaladas, las propias casas de piedra, etc. eran estrategias de márketing), los paisanos, que vivían inmersos en una arquitectura de madera secular, los imitaron. Ya lo decía Marx en La ideología alemana, que la clase obrera tiende a imitar a la burguesía, de ahí que fuera necesario crear (porque todavía no existía, y esta época es fascinante) conciencia de clase obrera (Marx tenía claro que no se debe trabajar desde dentro del sistema, sino que al sistema hay que sustituirlo, de forma violenta si hiciera falta, pero antes, claro, es necesario crear la alternativa). Volviendo a nuestro tema, el resultado de este influjo de la nobleza sobre el campesinado (imitación a bajo coste, como los primeros tanteos de la economía china, ¿os acordáis?), el resultado, decía, son estos dinteles de madera que remedan la lógica que los nobles aplicaban a la piedra. Viejos soportes para nuevos usos.
Otra interpretación posible es que la madera antes del mil quinientos cubriera todos los registros: el cotidiano y el noble. Las tallas en piedra a partir del s. XVI serían fruto de un mero cambio de soporte motivado por causas complejas. Si aceptamos este supuesto, estos dos dinteles serían ejemplos tardíos, epigonales de lo que sería corriente y moliente antes del mil quinientos.
lunes, 3 de febrero de 2014
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