lunes, 26 de noviembre de 2012
Las raíces del mar
Los árboles señalan las corrientes de agua, marcan su curso, el lugar donde yacen los depósitos subterráneos, son su eje de ordenadas. Cuando las obras del Centro de Arte Botín obliguen a talar los árboles más altos de los Jardines de Pereda, qué de la bahía.
sábado, 24 de noviembre de 2012
La sombra de Sotileza (Crónica, 1934)
"Puerto Chico. Auténticas estampas marineras. No ese mar convencional , brillante y frívolo del estío, de las playas y de las regatas. No el mar de los maillots y de la música de jazz en los casinos, junto a la costa. Sino el otro mar, el verdadero, el sin careta y sin mentira. El de la galerna, y el rencor y la muerte.
Puerto Chico. La ciudad marinera, la ciudad pescadora. Santander, en realidad, acaba en Puerto Chico (el Sardinero es como un apéndice). Allí se extingue el muelle -cauce de modistas de once a diez, en las noches tranquilas de verano-. Es una ciudad minúscula y nueva esa que sube desde Puerto Chico hacia la Almotacenía: calles y casas de los marineros, de los hombres que arrancan al mar sus tesoros vivos, de los hombres que blasfeman y que luego, bajo la furia enloquecida del temporal, rezan a la Virgen del Carmen.
Sobre los muelles de Puerto Chico las redes pardas se secan al sol. Hora de espera y de pereza. La charla, la taberna, el cigarro. El recuerdo y el propósito. Humo de pipa marinera en la tabernilla repleta de voces. Pero para esta hora tranquila, llega la de hacerse a la mar y, al cabo de unas horas, sobre aquellos muelles de Puerto Chico, está, palpitante, coleante, la carga arrancada al Cantábrico. Trámites de administración, de peso, de reparto, y, poco después, el pescado, sobre los carpanchos de las vendedoras, destila por las calles de la ciudad.
Descalzas, fuertes, curtidas por el mar cercano, las pescaderas son una robusta encarnación de ese trabajo que no imagina el hombre de tierra adentro. Llevan ágilmente sobre la cabeza el repleto carpancho. Tensa su garganta por el ímpetu de los pregones. El paso firme y seguro. Cariátides del trabajo humilde y rudo, ponen en las calles ciudadanas -escaparates, artificio- un eco de la vida brava y libre del mar. Escuchar sus pregones es recoger algo de la emoción marinera: de la alegría y del drama de las aguas, más allá de la tierra.
Son fuertes, enérgicas, ásperas muchas veces. Hembras del mar, nacidas bajo su aliento, miran siempre con cierto desdén subconsciente a la ciudad. Porque la ciudad no comprende en ocasiones lo que hay de esfuerzo, de sacrificio y de dolor en esa mercancía que ellas traen sobre la cabeza. La lucha con las olas, bajo la galerna, significó a veces la muerte. ... "Y aun dicen que el pescado es caro"..., piensan y hablan ellas como escribió el novelista del otro mar, del Mediterráneo. Pero la ciudad, egoísta, no comprende ésto...
Brava y desgarrada, recia y popular, la pescadera lanza a todos los vientos de la ciudad el pregón inconfundible de su mercancía. (Se ha hablado de los pregones andaluces, de los pregones de Madrid, y se ha olvidado, en cambio, ese acento rotundo de los pregones del Norte). Voz del mar, ese pregón habla de muchas inquietudes que la ciudad, enfundada en su vida cómoda y tranquila, desconoce. Ese pregón -tres, cuatro palabras nada más, pero cargadas de sugestiones- habla de cómo la espera se puede hacer desesperanza al aguardar inútilmente al hombre que no regresa del mar. Y de cómo la mercancía pregonada fue lograda con peligro y desdén de la vida. Y de cómo el vivir marinero es áspero y doloroso, con ese dolor y esa aspereza de los trabajos humildes y oscuros.
No se parecen estas hembras de hoy a Sotileza, y sin embargo el recuerdo de Sotileza es inevitable. El mar es su caricia continua, como era, hace cincuenta años, sobre la fina piel de la muchacha callealtera. Y hace cincuenta años, como hoy estas mujeres, Sotileza cosía al sol las redes pardas en que había de llegar el pan de cada día o que habían, acaso, de llevar a la muerte." José Montero Alonso.
Compré por internet una ilustración de los años treinta de Rivero Gil que aparentaba ser preciosa, con dos pescadoras cumu cariátides con sendos carpanchos a la cabeza. Llegó el paquete, que no era más que el cartón de un rollu de papel de cucina, y al sacar la ilustración de dentro, alcuentro una hoja de rivista de papel de muy mala calidá, tostáu y a puntu de rompese por dellos sitios. Costó cincu euros, no tindría de ber esperáu más. Pero cumu compañu de la ilustración, una perla: un artículu sobre las pescadoras de Puertu Chicu de José Montero Alonso. A Rivero Gil continuaré siguiéndoli la pista.
Puerto Chico. La ciudad marinera, la ciudad pescadora. Santander, en realidad, acaba en Puerto Chico (el Sardinero es como un apéndice). Allí se extingue el muelle -cauce de modistas de once a diez, en las noches tranquilas de verano-. Es una ciudad minúscula y nueva esa que sube desde Puerto Chico hacia la Almotacenía: calles y casas de los marineros, de los hombres que arrancan al mar sus tesoros vivos, de los hombres que blasfeman y que luego, bajo la furia enloquecida del temporal, rezan a la Virgen del Carmen.
Sobre los muelles de Puerto Chico las redes pardas se secan al sol. Hora de espera y de pereza. La charla, la taberna, el cigarro. El recuerdo y el propósito. Humo de pipa marinera en la tabernilla repleta de voces. Pero para esta hora tranquila, llega la de hacerse a la mar y, al cabo de unas horas, sobre aquellos muelles de Puerto Chico, está, palpitante, coleante, la carga arrancada al Cantábrico. Trámites de administración, de peso, de reparto, y, poco después, el pescado, sobre los carpanchos de las vendedoras, destila por las calles de la ciudad.
Descalzas, fuertes, curtidas por el mar cercano, las pescaderas son una robusta encarnación de ese trabajo que no imagina el hombre de tierra adentro. Llevan ágilmente sobre la cabeza el repleto carpancho. Tensa su garganta por el ímpetu de los pregones. El paso firme y seguro. Cariátides del trabajo humilde y rudo, ponen en las calles ciudadanas -escaparates, artificio- un eco de la vida brava y libre del mar. Escuchar sus pregones es recoger algo de la emoción marinera: de la alegría y del drama de las aguas, más allá de la tierra.
Son fuertes, enérgicas, ásperas muchas veces. Hembras del mar, nacidas bajo su aliento, miran siempre con cierto desdén subconsciente a la ciudad. Porque la ciudad no comprende en ocasiones lo que hay de esfuerzo, de sacrificio y de dolor en esa mercancía que ellas traen sobre la cabeza. La lucha con las olas, bajo la galerna, significó a veces la muerte. ... "Y aun dicen que el pescado es caro"..., piensan y hablan ellas como escribió el novelista del otro mar, del Mediterráneo. Pero la ciudad, egoísta, no comprende ésto...
Brava y desgarrada, recia y popular, la pescadera lanza a todos los vientos de la ciudad el pregón inconfundible de su mercancía. (Se ha hablado de los pregones andaluces, de los pregones de Madrid, y se ha olvidado, en cambio, ese acento rotundo de los pregones del Norte). Voz del mar, ese pregón habla de muchas inquietudes que la ciudad, enfundada en su vida cómoda y tranquila, desconoce. Ese pregón -tres, cuatro palabras nada más, pero cargadas de sugestiones- habla de cómo la espera se puede hacer desesperanza al aguardar inútilmente al hombre que no regresa del mar. Y de cómo la mercancía pregonada fue lograda con peligro y desdén de la vida. Y de cómo el vivir marinero es áspero y doloroso, con ese dolor y esa aspereza de los trabajos humildes y oscuros.
No se parecen estas hembras de hoy a Sotileza, y sin embargo el recuerdo de Sotileza es inevitable. El mar es su caricia continua, como era, hace cincuenta años, sobre la fina piel de la muchacha callealtera. Y hace cincuenta años, como hoy estas mujeres, Sotileza cosía al sol las redes pardas en que había de llegar el pan de cada día o que habían, acaso, de llevar a la muerte." José Montero Alonso.
Compré por internet una ilustración de los años treinta de Rivero Gil que aparentaba ser preciosa, con dos pescadoras cumu cariátides con sendos carpanchos a la cabeza. Llegó el paquete, que no era más que el cartón de un rollu de papel de cucina, y al sacar la ilustración de dentro, alcuentro una hoja de rivista de papel de muy mala calidá, tostáu y a puntu de rompese por dellos sitios. Costó cincu euros, no tindría de ber esperáu más. Pero cumu compañu de la ilustración, una perla: un artículu sobre las pescadoras de Puertu Chicu de José Montero Alonso. A Rivero Gil continuaré siguiéndoli la pista.
lunes, 19 de noviembre de 2012
Adaptase o murir
De la qu´espienzan a caer las primeras gotas, aquí, tolos bares espurrin los sus toldos, toldos con muchu cuerpu, de tela reciu, que no son pal sol, sino pa que asubien los clientes.
Infiltraciones
Maikaa (de my car, coche particular); machina (de machine, máquina); hotto doggu (de hot dog, perrito caliente); güinchi (de winch, cabrestante); nekutai (de neck tie, corbata); galipó (de galipot, alquitrán).
El cuerpu es la casa del alma
¿El cuerpu reflejáu en el espeju tien alma? ¿No estará en un cuerpu que no está, el alma, más a flor de piel?
La mi casa es chica
Ena mí casa tóo tien patas: la mesa del comeor, las sillas, el galán de nochi, la cama, la ringlera de jurmigas que tientan l´acena, yo mismu... de pie, sentáu, de pie, sentáu, de pie, tumbáu y a durmir.
Plaza monda
Han regado la plaza. Se está secando. Empiezan a emerger los chicles pegados en el suelo. Las manchas que deja el agua antes de desaparecer parecen sombras de árboles, copas frondosas, como si la plaza fuera un vergel. Pero no.
domingo, 18 de noviembre de 2012
Que caen judías
Una pintada en mi barrio, El Sol: "Si miras al cielo te quedas con la boca abierta".
La foto es de un sistema solar que vendían metido en una jaula en una feria de artesanía.
El Sr. Conductor no se ríe
En la sala de exposiciones del Centro de Documentación de la Imagen de Santander (CDIS) hay una foto del primer cuarto del siglo pasado en la que se aprecia el nombre de una barquía (que a día de hoy preferimos llamar txalupa o al menos eso parece, porque es lo que hacemos: de los frutos, el árbol). El nombre de esta barquía de hace un siglo es "Esquila". Luego en bares "comprometidos" como "El Machi" o "La Pirula" ofrecen "quisquillas". Y lo peor no es éso, lo peor es que cuando les pides que valoren poner también (remarco el también) el nombre patrimonial, "esquilas", te responden que el baño es solo para clientes o algo de igual calado.
La foto está tomada en Laredu. Los jóvenes de ahora ya no tienen embarcaciones a las que poner el nombre de sus enamoradas. Pero tienen motos.
Lo más terrible que he leído nunca
"El suelo del carrejo es parche de tabla donde los niños redoblan sus puros placeres. Aprenden a andar en él, entre paredes, en una extensión limitada por muros blancos, ahumados o vestidos de papel, como si ya, al principio de la vida, la naturaleza se complaciera en advertir al hombre que nunca pasarán las realidades de sus deseos, de sus ambiciones, de sus fuerzas, más allá de las murallas invisibles que cercan a la voluntad, la inteligencia, al ansia..." Este texto es de Manuel Llano. Para que luego digan que es un escritor costumbrista. El carreju es el pasillo de la casa. Se puede leer completo en la p. 1.089 de su obra en prensa.
sábado, 17 de noviembre de 2012
Almuerzu típicu
Hoy he almorzáu sobaos pasiegos jechos en Burgos con lechi enteru de Cantabria procesáu polos vizcáinos en un antiguu cuencu de la santanderina Ibero Tanagra, que cerró jaz años. Un almuerzu cántabru atal.
Arriba y abajo
La vecina de abajo me trata de usted.
Le robo el internet.
Será por eso.
Le robo el internet.
Será por eso.
Al sol (hoy que va a llover, dicen)
Llega el maiz y nacen las pajaretas (¿o quizá ya estaban antes?). No son meros secaderos. Las pajaretas tienen barandiales con tornos trabajados, por ejemplo. ¿Cuánto de estético tienen las pajaretas? ¿Cómo se concreta? ¿Cuáles son los resortes que explican este componente estético que eleva al cuadrado la función de secado? Ahí hay decisiones tomadas que sería muy interesante estudiar.
Llegó la solana. ¿Qué tiene de herencia estética? ¿Qué novedades aporta? ¿De dónde proceden estas novedades, qué las explica?
¿Nos gusta asomarnos, ver la vida tras los barrotes, nos gusta tener un espacio abierto pero dentro de la vivienda, no nos gustan los marcos de las ventanas, nos gusta exponernos al sol o es mejor dejarlo en puertas como a las abarcas, nos gustan las alturas de las copas de los frutales que rodean las casas...?
La estética de las pajaretas y las solanas, la estética de decisiones arquitectónicas fundamentales tomadas desde abajo. Es un caramelo. No sé cómo puede haber tantos arquitectos en paro.
Llegó la solana. ¿Qué tiene de herencia estética? ¿Qué novedades aporta? ¿De dónde proceden estas novedades, qué las explica?
¿Nos gusta asomarnos, ver la vida tras los barrotes, nos gusta tener un espacio abierto pero dentro de la vivienda, no nos gustan los marcos de las ventanas, nos gusta exponernos al sol o es mejor dejarlo en puertas como a las abarcas, nos gustan las alturas de las copas de los frutales que rodean las casas...?
La estética de las pajaretas y las solanas, la estética de decisiones arquitectónicas fundamentales tomadas desde abajo. Es un caramelo. No sé cómo puede haber tantos arquitectos en paro.
e-memory
Y digo yo: ¿qué estamos dejando que nos piensen los norteamericanos sobre libros electrónicos, con esa memoria de pez que tienen? El primer libro escrito en español, el Cantar de Mio Cid, es de tradición oral. No nos pueden convencer de que un libro es solo un libro impreso.
Intus
Ayer estuve en la presentación del libro Arquitecturas y paisajes del imaginario japonés, del arquitecto cántabro Ramón Rodríguez Llera, publicado por la Universidad de Valladolid, y me vino a la cabeza lo siguiente:
Las viviendas tradicionales japonesas disfrutan de jardines con los que buscan introducir la naturaleza en el interior. Para ello cuentan con un montón de recursos que ignoro si están recogidos en este libro, pero que se pueden consultar en otro sitios.
¿Qué más dejar paso a la naturaleza que meter al cielo dentro? Ahí están nuestros pequeños cosmos tendidos en el suelo, nada más abrir la puerta, en el distribuidor: nuestras colecciones de astros, nuestros estragales.
Las viviendas tradicionales japonesas disfrutan de jardines con los que buscan introducir la naturaleza en el interior. Para ello cuentan con un montón de recursos que ignoro si están recogidos en este libro, pero que se pueden consultar en otro sitios.
¿Qué más dejar paso a la naturaleza que meter al cielo dentro? Ahí están nuestros pequeños cosmos tendidos en el suelo, nada más abrir la puerta, en el distribuidor: nuestras colecciones de astros, nuestros estragales.
viernes, 16 de noviembre de 2012
Balcones
Los ricos no se asoman a los balcones de sus casas. Los balcones de las casas de los ricos están para que se asomen los pobres de confianza (una cuidadora, una señora de la limpieza). Porque no falla: en cuanto un pobre entra en la casa de un rico, se asoma al balcón, no importan los motivos, siempre lo hacen (yo mismo lo he hecho). Pero nunca hay ricos en los balcones. Fijaros.
Esto me recuerda una reflexión muy interesante recogida en uno de los manuales publicados por la Fundación Botín sobre el Alto Nansa (ya se sabe que la casa madre de dicha institución tiene participación directa en los Saltos del Nansa, por lo que estos manuales se entiende tienen mucho de compensación moral por el daño causado), el manual, decía, dedicado a arquitectura. En él se recogen las palabras de un vecino (y amigo mío) de Carmona que señala que las solanas, o correores, tienen mucho de elemento ornamental, que no se explican plenamente desde un punto de vista funcional. Las solanas son una evolución de las pajaretas que nacen de la necesidad de secar el maíz. Cumplen la misma función que los hórreos, de los que también contamos con buenos ejemplos en Cantabria, aunque escasos. Imagino que la solana devino símbolo de modernidad, de estar a la última, devino símbolo, en definitiva, de prosperidad económica. Esta evolución, y el componente ornamental de la solana que trae consigo, ¿se puede considerar legítima o espúrea, entendiendo por esta última aquéllo ajeno a la naturaleza de algo?
En cualquier caso, a nuestras solanas, a las reales, a las que están cargadas de maíz, ropa tendida al sol o puesta a planchar entre dos piedras planas del río, a estas solanas, a las solanas abiertas no solo al sol, sino también al oreo de la noche o al crío que no se puede custodiar en otro lugar de la casa porque no se cabe o no se está, a éstas tampoco se asoman los ricos.
Esto me recuerda una reflexión muy interesante recogida en uno de los manuales publicados por la Fundación Botín sobre el Alto Nansa (ya se sabe que la casa madre de dicha institución tiene participación directa en los Saltos del Nansa, por lo que estos manuales se entiende tienen mucho de compensación moral por el daño causado), el manual, decía, dedicado a arquitectura. En él se recogen las palabras de un vecino (y amigo mío) de Carmona que señala que las solanas, o correores, tienen mucho de elemento ornamental, que no se explican plenamente desde un punto de vista funcional. Las solanas son una evolución de las pajaretas que nacen de la necesidad de secar el maíz. Cumplen la misma función que los hórreos, de los que también contamos con buenos ejemplos en Cantabria, aunque escasos. Imagino que la solana devino símbolo de modernidad, de estar a la última, devino símbolo, en definitiva, de prosperidad económica. Esta evolución, y el componente ornamental de la solana que trae consigo, ¿se puede considerar legítima o espúrea, entendiendo por esta última aquéllo ajeno a la naturaleza de algo?
En cualquier caso, a nuestras solanas, a las reales, a las que están cargadas de maíz, ropa tendida al sol o puesta a planchar entre dos piedras planas del río, a estas solanas, a las solanas abiertas no solo al sol, sino también al oreo de la noche o al crío que no se puede custodiar en otro lugar de la casa porque no se cabe o no se está, a éstas tampoco se asoman los ricos.
lunes, 12 de noviembre de 2012
Ajorrando
¿Guantes pa fregá-la vasa?
Ente nós nunca jué pa no estropease las manos, sino pa que no se ajelaran: siempre hemos fregáu con augua fríu.
Ente nós nunca jué pa no estropease las manos, sino pa que no se ajelaran: siempre hemos fregáu con augua fríu.
domingo, 11 de noviembre de 2012
Vinos nuevos en odres viejos
"[L]os planteamientos creativos que los conformaron [a los ancestrales prototipos teatrales japoneses] no han muerto con el kabuki [...] Su espíritu y su manera de entender la expresión, aparecidos hace más de mil años, siguen viviendo en nuevas manifestaciones inequívocamente niponas como el manga y el anime. Los personajes intergalácticos con caras o máscaras de facciones recortadas, cuerpos o corazas de marcada musculatura, peinados de agudos mechones, miradas decididas y movimientos detenidos a veces en enérgicas poses demuestran que las tradiciones ancestrales pueden vivificar nuevas ideas." En El teatro japonés y las artes plásticas, de Javier Vives, publicado por Satori, editorial de Gijón, en 2010.
sábado, 10 de noviembre de 2012
Cita
"Tenemos derecho a ser iguales cuando la diferencia nos inferioriza; tenemos derecho a ser diferentes cuando nuestra igualdad nos descaracteriza. De ahí la necesidad de una igualdad que reconozca las diferencias y de una diferencia que no produzca, alimente o reproduzca las desigualdades". No sé quien lo ha escrito, pero sí sé quién me lo leyó: el primo Román, gitano.
Visuales
Pereda y el Dr. Madrazo vuelven los ojos a una misma sociedad: la tradicional campesina de Cantabria (y por extensión, al campesinado europeo en extinción, tal y como lo ha retratado John Berger en anexo a la novela Puerca tierra) . Y siendo lo mismo, cuántas diferencias. Lo explicaba Mallo en la entrada que he puesto un poco más abajo: depende de con qué vaya cargada la mirada del que mira. Pereda deseaba hacer frente a la modernidad encarnada por la burguesía (a la que él mismo pertenecía) y dar continuidad a los valores patriarcales, jerárquicos, etc. del Antiguo Régimen (esta tensión que devino polarización entre modernidad y vanguardia debió desequilibrarle bastante, a él y a su entorno; quizá el suicidio de su hijo -convirtió la escopeta en una cruz- se pueda leer en esta clave), mientras que el Dr. Madrazo veía al campesinado como reservorio de prácticas comunalistas y de apoyo mutuo que podían orientar (incluso cimentar) una república de base agraria. Dos reconstrucciones. Dos ficciones. Ninguna fiel a la realidad. No hay motivos para esperar que lo fueran. Eran escritores (el Dr. Madrazo ejercía como tal). La culpa de creer que son un retrato fiel de la sociedad tradicional campesina finisecular es nuestra, de lo que deseamos, de aquello que llevamos cargado en nuestras miradas (descontento, y ganas de volver atrás y quedarse quietecito, de volver atrás para corregir y avanzar o de avanzar sin más).
Hay quien considera el cántabru resultado de un atraso a erradicar (o un atraso en sí mismo), y eso quien llega a considerarlo. Otros, una minoría, a la que tengo el privilegio (y ésto lo digo muy en serio) de pertenecer, creemos que el cántabru está cargado de motivos. Y todos son positivos. Será por los ojos con que lo miramos (esos ojitos tiernos).
Como decía un amigo cuando éramos críos: prefiero tener pájaros en la cabeza antes que buitres. En cántabru normativo: "Prefieru tener pájaros ena cabeza anantis que butris".
Hay quien considera el cántabru resultado de un atraso a erradicar (o un atraso en sí mismo), y eso quien llega a considerarlo. Otros, una minoría, a la que tengo el privilegio (y ésto lo digo muy en serio) de pertenecer, creemos que el cántabru está cargado de motivos. Y todos son positivos. Será por los ojos con que lo miramos (esos ojitos tiernos).
Como decía un amigo cuando éramos críos: prefiero tener pájaros en la cabeza antes que buitres. En cántabru normativo: "Prefieru tener pájaros ena cabeza anantis que butris".
viernes, 9 de noviembre de 2012
Alrededores
La familia extensa de un gitano cubre a todos aquellos que comparten un antepasado común, un antepasado del que se tenga memoria, que en el caso del gitano que me lo ha explicado alcanza a un quinto abuelo (tatara-tatara-tatarabuelo). Esta familia extensa está encabezada por un patriarca. Cuando un gitano es ingresado en el hospital le visita la familia extensa. Cuanta más gente acuda, más peso tendrá el familiar en la familia extensa.
La familia extensa de los gitanos está compuesta por familias nucleares. Al frente de la familia nuclear está el correspondiente cabeza de familia (en el matrimonio, el marido).
Entre los cántabros existen restos de antiguas familias extensas, que nosotros, como somos más finos, conocemos como "gentilidades". Me vienen ahora a la memoria los tilvinos, los maconos y los jilos de Cabuérniga o los grillos de Tudanca.
Hace no mucho me topé con una antigua casa llana en el pueblo de Lamiña, a media ladera de uno de los montes que arropa Cabuérniga, casi en la vertical de Sopeña (el antiguo camino, probablemente medieval, que unía ambos pueblos a través del puente colgante, y que yo utilizaba de crío, ha desaparecido), una casa llana, decía, enorme: una cubierta a dos aguas corrida, la fachada retranqueada dando lugar a un amplio espacio techado sostenido por vigas (muchas acondicionadas para el trabajo de la madera, la garaúja) y pequeños muretes seccionando los espacios unifamiliares (en la fachada puertas de la vivienda y cuadra además de bocarón). Está intacta, salvo en uno de los extremos, cuya propietaria, que todavía vive en ella, ha arreglado lo que está de su mano (portal cerrado, ladrillo, ventanas de PVC). Esta vivienda corrida tan impresionante quizá sea una proto-corraliega. Se supone que las corraliegas o barrios en hilera nacen de una casa solariega que va añadiendo viviendas a un lado y a otro a medida que la familia crece, de ahí su nombre (el sufijo -iego añadido a corral, entendiendo por éste el espacio abierto que hay delante de la fachada de cada vivienda), pero esta vivienda de Lamiña parece indicar que ya la casa madre podría estar desde que se levanta preparada para alojar a varias unidades familiares unidas probablemente entre sí por lazos de sangre; en fin, un misterio más. La vivienda, a pesar de estar en su mayor parte abandonada se conserva de fábula. Cada elemento es perfectamente reconocible. Es una auténtica joya, aunque hay que saber mirarla, poque el que vaya buscando ostentación no verá más que cuatro paredes mal armadas.
La familia extensa de los gitanos está compuesta por familias nucleares. Al frente de la familia nuclear está el correspondiente cabeza de familia (en el matrimonio, el marido).
Entre los cántabros existen restos de antiguas familias extensas, que nosotros, como somos más finos, conocemos como "gentilidades". Me vienen ahora a la memoria los tilvinos, los maconos y los jilos de Cabuérniga o los grillos de Tudanca.
Hace no mucho me topé con una antigua casa llana en el pueblo de Lamiña, a media ladera de uno de los montes que arropa Cabuérniga, casi en la vertical de Sopeña (el antiguo camino, probablemente medieval, que unía ambos pueblos a través del puente colgante, y que yo utilizaba de crío, ha desaparecido), una casa llana, decía, enorme: una cubierta a dos aguas corrida, la fachada retranqueada dando lugar a un amplio espacio techado sostenido por vigas (muchas acondicionadas para el trabajo de la madera, la garaúja) y pequeños muretes seccionando los espacios unifamiliares (en la fachada puertas de la vivienda y cuadra además de bocarón). Está intacta, salvo en uno de los extremos, cuya propietaria, que todavía vive en ella, ha arreglado lo que está de su mano (portal cerrado, ladrillo, ventanas de PVC). Esta vivienda corrida tan impresionante quizá sea una proto-corraliega. Se supone que las corraliegas o barrios en hilera nacen de una casa solariega que va añadiendo viviendas a un lado y a otro a medida que la familia crece, de ahí su nombre (el sufijo -iego añadido a corral, entendiendo por éste el espacio abierto que hay delante de la fachada de cada vivienda), pero esta vivienda de Lamiña parece indicar que ya la casa madre podría estar desde que se levanta preparada para alojar a varias unidades familiares unidas probablemente entre sí por lazos de sangre; en fin, un misterio más. La vivienda, a pesar de estar en su mayor parte abandonada se conserva de fábula. Cada elemento es perfectamente reconocible. Es una auténtica joya, aunque hay que saber mirarla, poque el que vaya buscando ostentación no verá más que cuatro paredes mal armadas.
jueves, 8 de noviembre de 2012
Abriendo el obturador
"El pictorialista Roland Reed afirmó al final de sus días, al recordar sus primeros años de fotógrafo en el oeste de Estados Unidos, que "en aquella época un indio era un indio de verdad". Sobra decir que los indios todavía son indios en la actualidad, que ninguna cultura fue intemporal e inmutable, como en los sueños utópicos, antes de su "primer encuentro" con Occidente. Bien puede ser que en la actualidad los sujetos de las fotografías antropológicas luzcan una camiseta en lugar de pintura en el cuerpo, pero ellos también, como sus antepasados en las primeras fotografías, pertenecen a una cultura en fluctuación incesante y a un momento que se aleja continuamente. En una de sus cartas George Hunt escribió: "Ay, señor Boas, lo que he visto allí no lo volveré a ver nunca". Es tan cierto en la actualidad, por doquier, como lo fue en la costa noroccidental de Estados Unidos hace más de cien años". Fragmento de "Fotografía y Antropología", en Las Cataratas, Duomo Ediciones, 2012, pp. 203-204, de Eliot Weinberger.
domingo, 4 de noviembre de 2012
Tú la llevas
Deciendi Walter Benjamin en "La era de la reproductibilidad técnica" que la galupa (l´aura) de los objetos artísticos esapaeció, pero esti autor no tuvo despaciu pa saber (murió ajuyendo de los nazis) que en verdá no esapaeció, sino que trucó en galupa (malina) de los objetos corrutos (ordinarios): ácido perfluoroctanoicu (PFOA) enas palumitas de microondas, hormonas del crecimientu (rBGH o rBST) ena lechi, el triclosan, el phthalates y el paraben enos champúes, formaldehíu enas pastas de dientes, uralita enos tejaos, ect.
Adelantados
Para los pasiegos el pelo rubio es "roju". No van tan desencaminados: el maíz enrojece cuando madura.
De mientras
El gatu que tien prindáu el vicinu en el balcón no deja de miagar, el canariu que pía paez un carru chillón, las gaviotas mallonas andan a buscu de palomas que cumer, pasa un gurrión ajileráu, volando cumu a estrincones.
A estas horas de un dumingu los seres humanos estamos tuvía durmíos. De la que espertemos, too gulverá al orde.
A estas horas de un dumingu los seres humanos estamos tuvía durmíos. De la que espertemos, too gulverá al orde.
sábado, 3 de noviembre de 2012
Hiciendo caminu
L´estilu de caminar suriashi, esbalagando los pies, en el teatru noh japonés, es l´opuestu al de los muéstros paisanos: levantando los pies pa nu mojáselos cona herba, inclusu caminando por una cera, inclusu cuando nu lluevi, los muéstros paisanos y los sús andares, tan sellencos.
Ó
- Cuntá-lo mismo igual que siempre, pero mejor (cumu quin pinta un bodegón).
- Cuntá-lo mismo pero d´otra manera (muy meritoriu).
- Cuntar otra cosa. Cudo qu´es aquí onde estamos espenzando a estar.
- Cuntá-lo mismo pero d´otra manera (muy meritoriu).
- Cuntar otra cosa. Cudo qu´es aquí onde estamos espenzando a estar.
viernes, 2 de noviembre de 2012
Estragal
Estragal, del latín lastricare, que a su vez viene de una palabra griega (escribo de memoria) que se empleaba para los pavimentos hechos con restos de vasijas rotas, de la que también procede la palabra astro (y Astraco, el de los mundos de Yupi).
Víi
Víi asociá a muriu de piedra a güesu ´n´El Sable de Laredu. Nu alcontré más ejemplares. Quiciás no los jaya.
GPS
Me resulta sospechoso que el responsable del Centro Nacional de Difusión Musical de España no deje de repetir por la radio que "aquí, en Madrid..."
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- La sombra de Sotileza (Crónica, 1934)
- Adaptase o murir
- Infiltraciones
- El cuerpu es la casa del alma
- La mi casa es chica
- Reondeces
- Plaza monda
- Que caen judías
- Pies de barru
- El Sr. Conductor no se ríe
- Lo más terrible que he leído nunca
- Almuerzu típicu
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- Al sol (hoy que va a llover, dicen)
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- Vinos nuevos en odres viejos
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- Matrimoniu ente Agustín y Gustavo
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- Abriendo el obturador
- Con pocu azúcar, por favor
- Tú la llevas
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- De mientras
- Hiciendo caminu
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- Ena lera´l ríu Saja
- Y tien los ojos azules
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- N´equilibriu precariu
- Herba asobaldráu
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- P´afilar, en el portal de una casa de Barcinillas ...
- El cielu gira
- Portal de Laredu y súper novia
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