"Por la tarde, después del Rosario, vuelta a la bolera y al baile que se hacía en un campo inmediato al corro. (...) (L)as mozas de turno empezaron a tocar otro baile con las clásicas panderetas que la repiqueteaban divinamente (...) (S)e pusieron a bailar la alegre jota montañesa, como yo la llamo a la primera parte de nuestro tradicional baile. (...) (E)n aquel momento las tocadoras de pandereta mudaron, o sea que cambiaron de toque, para bailar la segunda parte, a lo alto, a lo bajo y a lo ligero. (...) Mientras Lola fue a buscar las panderetas que yacían en el suelo, junto a las que habían terminado de tocar aquel baile y llamó a Petruca para que la acompañase (...) (A) los dos o tres primeros cantares de las tocadoras, más de media docena de parejas salieron a bailar, entre ellas Maria Luisa y el indiano.
Ahora tengo de darun golpe más al pandero
porque ha salido a bailar
un hermano que yo tengo.
Esto fue lo que cantaron Petruca y Lola en el momento en que su hermano se puso en el corro con María Luisa (...). Durante aquel baile y luego en otros, más de cuatro cantares por el estilo le dedicaron las tocadoras al indiano, porque... debemos advertir que en esto de inventar coplas y aplicarlas intencionadamente son una especialidad las mozas de Bellavista.
A la terminación del baile, Pepito y María Lusa volvieron a sentarse en el madero junto a las tocadoras y sin darles casi tiempo para limpiarse el sudor que inundaba sus frentes, les dice Lola:
- ¡Muy bien! Lo habéis jilado perfectamente."
De Maria Luisa (Torrelavega, 1927), novela de J. Gutiérrez de Gandarilla.