viernes, 11 de abril de 2025

"Historia de San Michele" (1929) de Axel Munthe, fragmento

"Casi nunca hablaba y me importaba poco, pues me era difícil comprender lo que decía. Su sueco era tan malo como mi lapón. (...)

- ¿Sabes el nombre de aquel pájaro? - le pregunté.
- Lahol - sonrió Ristin, reconociendo en seguida el dulce silbido del chorlito, semejante a la flauta, que comparte la soledad con los lapones y que les es tan querido.

De un pequeño sauce venía el maravilloso canto de la aguzanieves.
- ¡Jilow! ¡Jilow! - reía Ristin.
Dicen los lapones que el aguzanieves tiene una campanilla en la garganta y que puede cantar cien canciones diferentes. Muy alta sobre nosotros, pendía una cruz negra en el cielo azul. Era el águila real, que observaba con alas inmóviles su desolado reino. Del lago de montaña venía el fatídico reclamo del colimbo.
- Ro, ro, raik - repetía fielmente Ristin. Decía que significaba-: "Buen tiempo hoy, buen tiempo hoy". - Y cuando el colimbo decía: "Var luk, var luk, luk, luk", quería decir: "Lloverá todavía, lloverá todavía, todavía", me explicaba Ristin."

De La historia de San Michele (mi edición es de 1982, la primera de 1929) de Axel Munthe, capítulo titulado "Laponia".

Me recuerda a la cotorniz, que en Cantabria dice "torta-brá, torta-brá", aquí. O al cárabu, que dice "no vaigáis, no vaigáis", aquí.

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