De críu era asmáticu. Los plumones no me dejaban durmir. Tóo eran pitíos: un atascu de coches con cáa aliendu. Jasta que mí madre me dijo que sonaba cumo una bandiá de pájaros. Y que yo era por dientru cumo un árbol y que las venas que se me viían al traviés de la piel, quimas. Dende entós, durmí.
Durmir conmigo sigui siendo cumo jacelo ena casa del árbul.
Pero abora al árbol lu tumban cáa nochi: sí, ronco.
miércoles, 25 de agosto de 2010
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3 comentarios:
Genial, serrón, la sierra y los ronquíos.
En rialidá no ronco. Es inquina que me tien Ire.
Eso decís todos los que os dormís primero, porque no conoceís la realidad de un tiempo que sólo existe para nosotros, los que nos dormimos segundos.
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