Mi sobrina, de cuatro años, me preguntaba ayer por qué los murciélagos
tienen la cara tan fea, a lo que yo respondí que no sabía. Ella
insistió: “da igual que no lo sepas, dímelo”.
No sé si la necesidad de obtener respuestas, es decir, de ir construyendo
un mundo idealmente seguro, es connatural al ser humano, es decir, si
nacemos con ello puesto, o si por el contrario mi sobrina va adoptando modos culturales
que la obligan a sentirse segura, es decir, no sé si su petición era
instintiva o cultural. En cualquier caso, si fuera cultural, también sería
natural, porque la cultura nunca dejó de ser naturaleza (o al menos una excrecencia suya).
Así pues, si mi sobrina no acaba creyendo en Dios acabará creyendo en la
electricidad, como su tío.
viernes, 21 de septiembre de 2012
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