Este domingo he comprado El Mundo para leer la carta que ha dirigido la hija del matrimonio que ETA asesinó en La Albericia a la persona que apretó el botón e hizo explotar la bomba. Ella era compañera de instituto de mi hermano y yo de su hermano.
El terrorista arrepentido ni se acuerda del nombre de sus padres ni nunca se ha preocupado de qué fue de los dos chavales que dejó huérfanos.
La hija ni olvida ni perdona, y hace bien. Yo tampoco lo haría en su lugar, ni lo hago en el mío.
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