Etimología de Monte A, Cabuérniga

Estábamos el viernes tomando un café en el bar paisano de Ruente, el que queda, el que está al lado de la fuente de piedra, por cierto, fuente de tipología compartida con Foncalada, en Oviedo, prerrománica, lo mismo que otras del valle, como Jongaya en Sopeña antes de ser restaurada o la fuente de arriba de Lamiña. Los vecinos con los que coincidimos en la terraza estaban haciendo seguimiento de las labores de acondicionamiento que estaban efectuando los organizadores de la prueba del Soplao en la falda del Escudo. Detectaban cualquier cambio, los vecinos, por mínimo que fuera, de tan aprendido como tienen el monte, y se lo comunicaban unos a otros recurriendo a la toponimia.

El Escudo es una cresta. Divide La Marina, al norte, de La Montaña, al sur. El primer valle a sur es Cabuérniga, compuesto por tres municipios: Ruente, Cabuérniga (con Carmona en la cuenca no del Saja, como el resto, sino del Nansa) y Los Tojos. Hay quien opina que El Escudo, o, por mejor decir, El Escudu, es un topónimo de tipo militar, defensivo, e incluso yo mismo me he preguntado en algún momento que de quién defiende: de si quien venga del norte (postura oficial) o del sur (el arquitecto Luis Azurmendi cree que muchas torres montañesas, como la de Obeso, defienden antes a los puertos de las amenazas del sur que a las poblaciones del interior de las amenazas que puedan venir por mar). El sábado Raquel y yo hicimos una marcha a Valfría y desde lo alto vimos El Escudu conteniendo un mar de nubes, que al final acabó precipitándose irremisiblemente contra el valle. Es probable, por lo que vimos, que El Escudu sea más que un topónimo de tipo militar, otro que responda a una lógica climática.

La falda del Escudu se divide en macizos. Cada uno tiene su nombre. Todos nos los dijeron los vecinos. Solo recuerdo Monte A. Este monte queda encajonado entre El Escudu, otro monte cuyo nombre he olvidado y otro más, bajito, que hace tapón en la mies. Este último monte lo utilizan los vecinos para predecir las lluvias y en él sitúa Manuel Llano una leyenda de anjanas preciosa, todavía viva en el valle, como otras.

Monte A es un topónimo sobre el que se ha opinado mucho. Se ha llegado a decir que es el más antiguo conocido o que pertenece al sustrato más antiguo, tan solo, me temo, porque parece un topónimo sencillo, cayendo así en la falacia que considera más antiguo lo más sencillo o menos artificioso, cuando realmente no tiene por qué ser así.

Sin subir a las alturas, Monte A solo se ve desde Ruente, y por encima de este monte bajito de la mies que comentaba antes, el de las anjanas. Es un robledal (donde, por cierto, estaba El Cajigu Cubilón) que se extiende por una hondonada, asomando por las faldas de los montes de alrededor. Al fondo, desde Ruente, presidiendo visualmente la masa forestal, aunque realmente se encuentre en otro monte, se yergue el pico conocido como La Pedraje (pronunciado con hache aspirada). Este pico dibuja la silueta perfecta de una A.

¿Vendrá de aquí el topónimo Monte A, de La Pedraje según se ve desde el pueblo de Ruente?

Estamos ante un juego interesante: un pico, La Pedraje, cuya silueta da nombre a un monte, Monte A.

Esta hipótesis, la del origen del topónimo Monte A en el pico La Pedraje visto desde Ruente, empalma con lo que ya he apuntado en otra ocasión en relación con el pueblo de Aes, aquí.