Habíamos estado desde primera hora limpiando los rodapiés porque los acuchilladores nos habían dicho que los dejáramos como quisiéramos que quedaran, así que nos pusimos manos a la obra con un estropajo y desengrasante hasta que nos dolieron las uñas. Luego dimos con la fregona y por último repasamos con un paño para quitar las veladuras. Cerramos las ventanas para que no entrara nada, que los acuchilladores venían al día siguiente, y nos marchamos a Negresco.
De camino, en el suelo:
Estaban. ¿Los que no son polígonos son distorsiones conscientes de éstos, son intentos infructuosos o estaban en la cabeza de quien los dibujó antes que los polígonos? Adivínalo, dice. Sigo sin saberlo. Ahora mismo estoy escuchando ésto:
Negresco, cerrado. Vamos a El Alta por el elevador. Paramos una antes para reconocer las obras del nuevo edificio parecido al Siboney que están levantando al borde. El de al lado que es de protección oficial se está cayendo a pedazos.
Mi madre dio clase por aquí cerca. Los alumnos la adoraban. Venían a buscarla hasta El Pilón.
Lo que se ve al fondo es la traída de aguas.
Mi padre nació un poco más adelante. Yo también nací en esta calle, pero no sé en qué dirección (estoy en el minuto 8:45 de la canción). El Alta siempre me descolocó igual que los cascos cuadriculados de Laredo, Bilbao o San Sebastián.
La Bajada de la Media Luna, que no puedo asegurar que sea ésta:
Está cerca. De dónde vendrá. La Bajada de Polio ahora caigo (la canción ya ha terminado) que probablemente emparente con las polas de Villacarriedo, Hoznayo, etc., aquí.
Comimos en el Mimosa e hice fotos todas movidas. Volvimos por arriba a casa. Si acaso hiciera viento, se paraba sin llegar a tocarnos. Si frío, se deshacía sin que lo notáramos. Sin sol ni lluvia.
Antes de meternos por el jardín de Las Carolinas:
La secuencia está incompleta. Falta una foto. Es la que sería penúltima. Adivínala.
Ella recoge material para su obra.
Se me olvidaba decir que habíamos cogido una caja para la mudanza, pequeña para libros. Y que nos mudamos.
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