Ya ha llegado la golondrina

Que la golondrina anide en casa es considerado buen augurio.

De hecho, que haya una casa con nido de golondrina es señal de que los que viven en ella son buenas personas.

Son dos formas de decir lo mismo, supongo.

Tan es así que los nidos de golondrina no se quitan. En todo caso se intenta evitar la molestia que puedan causar, por ejemplo aquí y aquí.

En nuestra casa de Cabuérniga no es que aniden en el alero, es que lo hacen dentro del garaje, que tiene portón metálico. Mis padres han abierto un agujero para que puedan entrar y salir cómodamente. El nido está en el resquicio del fluorescente. En el suelo ponemos periódicos que renovamos cada poco. Procuramos no entrar.

Fue el otro día que mi madre dijo a mi padre, y ha sido ella la que me lo ha contado, "fíjate, ya llegó la golondrina", con ese singular que reservamos para los seres vivos iba a decir que cercanos, o considerados como tales, pero en realidad todos lo son, incluso l´aila con su vuelo alto, a lomos de las corrientes ascendentes, o el lobu que escalofría al que lo va a ver antes incluso de verlo. "Imposible" - mi padre - "es muy pronto". Y es entonces cuando entra sorpresivamente en el garaje. La golondrina sola. "Será que ha perdido a su pareja por el camino", concluye mi madre.

El garaje permanecerá a oscuras todo este tiempo.