He vuelto por el camino de dentro, que discurre a un nivel inferior que el mismo camino que va por fuera, y me he cruzado con un grupo de chavales, ellos por fuera, por arriba, vestidos los más con jerséis de lana y repeinados. Se dirigían a la concentración de tractores portando campanos que al caminar sonaban sin querer, ellos colorados de vergüenza. Por dentro me he cruzado con una mujer que iba diciendo por teléfono "da pena, no tiene vida, vaya vida de mierda". Seguramente se refería a un familiar o a un conocido ingresado en el hospital pero me pareció sintomático.
Días como hoy dudo que seamos capaces.
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